jueves, diciembre 03, 2009

Columna Asimetrías. Los Nuevos Ministros y el Cambio

Por Fausto Fernández Ponte





03 diciembre 2009

“No hay que darle mucha vuelta para impartir justicia. Sólo basta con querer ver la injusticia”.

Malcolm X.

I

La designación, por el Senado de la República, de los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, emblema del Poder Judicial de la Federación de los 31 Estados Unidos Mexicanos y el Distrito Federal, ha atizado las fogaratas de expectativas esperanzadoras.

¿Por qué? Porque a los nuevos ministros, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea y Luis María Aguilar Morales, se les considera, entre sus pares juristas, individuos innovadores en materia de estudios constitucionales y de amparo y apegados, afírmase, a las “tendencias liberales” de ”corte moderno”.

En ese ánimo público se subraya el antecedente de que siendo Genaro Góngora Pimentel, un liberal, miembro e incluso presidente de la Corte, ésta persistió en fallos que privilegiaron intereses creados. El nuevo ministro Zaldívar ocupará el sitial que deja vacante don Genaro.

El ahora ministro Aguilar ocupará el sitial que dejó vacante Mariano Azuela Güitrón, a quien se le considera un jurista “conservador”, si no es que “reaccionario” y “hasta de extrema derecha”. Don Mariano también fue presidente de la SCJN.

Y así como ocurrió durante el presidencialado de don Genaro, en el de don Mariano los fallos fueron percibidos por los mexicanos como faltos de imparcialidad, congruencia y transparencia, pues en el sentir popular se desprivilegiaron reclamos sociales.

II

En ese microcontexto el ministro Zaldívar ofrece “abrir las ventanas de la Suprema Corte para que entre aire fresco” y propuso una agenda de diez puntos de asuntos que el tribunal tiene pendientes de desahogo y para “acabar la justicia elitista que presenciamos todos los días”.

El ministro Aguilar, por su parte, ofreció su “compromiso decidido con las mujeres”. Actuar contra la discriminación y por la igualdad de oportunidades y de trato entre géneros y sancionar con “todo vigor” la violencia de que puedan ser –son-- víctimas.

No huelga subrayar que ambos ofrecieron también proteger los derechos humanos de los mexicanos. La SCJN “debe tener una visión de Estado”, dijo don Luis María. Don Arturo habló de “impulsar un control efectivo del gasto público”, es decir, combatir la corrupción.

¿Son realistas las expectativas inspiradas por los nuevos ministros? Véase: la SCJN es damnificada del descrédito devenido del desguace del poder político del Estado causada por sus conductas criminógenas en agravio del elemento constitutivo principal de dicho Estado, el pueblo.


Esas conductas criminógenas, a nuestro ver insoslayables, se han desarrollado desde los sexenios posteriores al de Lázaro Cárdenas (1934-40), con fases virulentas en los de Gustavo Díaz Ordaz (1964-70) y Luis Echeverría (1970-76) y desde el de Carlos Salinas (1988-94) a la fecha.

III

Ésta última fase virulenta de descomposición del poder político del Estado afecta no sólo al Judicial, sino también al Legislativo y, por supuesto, singla con dramatismo al Ejecutivo. El desguace se advierte en todos los niveles del poder político incluyendo el municipal.


La fase virulenta más prolongada –desde el sexenio salinista— tuvo un detonante precursor en el gobierno de Miguel de la Madrid, quien unilateralmente con respecto a otras economías, sin consultarle al pueblo y sin el proverbial “¡agua vá!” abrió las traspuertas de la economía mexicana.

Ello dio pie a que economías poderosas, como la de Estados Unidos, absorbieran a la de México bajo guisas propias de un neocolonialismo imperial (TLCAN). Se modificaron aspectos sustanciales de las fuerzas productivas –empleo y medios para producir— y las relaciones de producción.

La vertiente judicial –el entramado de instancias impartidoras de justicia— del poder político del Estado se orientó a atender los nuevos intereses creados de la dependencia interna (la de la gran oligarquía) y externa (las trasnacionales estadunidenses) y su cultura y desestimar los del pueblo.

¿Podrán los ministros Zaldívar y Aguilar modificar desde dentro ese terrible statu quo? Muchos lo dudarían, a partir de la experiencia histórica. El cambio desde dentro, decía Marx en El Manifiesto Comunista, es ilusorio. Ya dentro, los revolucionarios son cooptados y vencidos, dijo el Che.

Ffponte@gmail.com

http://www.faustofernandezponte.com/

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