03 diciembre 2009
Cuando nuestro vehículo sufrió un atentado y supimos que quienes viajábamos en él podríamos haber muerto, uno de mis escoltas dijo sin pudor: “Un trabajito así cuesta como 15 mil pesos”. Desde entonces me quedó claro que el precio que se paga en México por asesinar a alguien obedece a los altos niveles de impunidad y a la incapacidad investigativa policiaca.
Bajo nuestro sistema de justicia penal no es el Ministerio Público sino la víctima la responsable de investigar y aportar pruebas, y cuando la víctima no está más ,son sus deudos quienes deben hacerlo. Llorar a la persona amada y enfrentarse a un sistema de justicia inoperante y perverso no es tarea fácil.
Cada año se registran 32 mil asesinatos en México. De ellos casi 50% está relacionado directa o indirectamente con el narcotráfico. De 16 mil asesinatos no relacionados con el crimen organizado, este año las autoridades sólo han resuelto 10%. El precio promedio que cobra un sicario en 2009 es de 4 mil pesos.
La ausencia de servicios de inteligencia especializada en seguridad repercute en la impunidad también. Ninguna autoridad federal puede aportar informes sobre cuántas de esas 16 mil personas asesinadas murieron con calibre .38 o .45 o calibre militar, o si fue con granada. Cada vez más delincuentes optan por asesinar a sus víctimas, pues sin ellas para testificar difícilmente se investigará el crimen.
Nuestras hijas
Flor Alicia tenía 23 años y una sonrisa que iluminaba el mundo. Su bebita de 10 meses se arropaba en los brazos de esta joven maestra que trabajó en la sierra Tarahumara y acababa de mudarse a otro pueblo de Chihuahua para enseñar a niños y niñas norteñas el valor de la esperanza y la libertad. Su familia, dedicada a proteger y defender los derechos humanos, supo hace cinco días que Flor Alicia fue torturada y asesinada. Por ella, por nuestras hijas, por México, exijamos un sistema de justicia que erradique la impunidad.
Bajo nuestro sistema de justicia penal no es el Ministerio Público sino la víctima la responsable de investigar y aportar pruebas, y cuando la víctima no está más ,son sus deudos quienes deben hacerlo. Llorar a la persona amada y enfrentarse a un sistema de justicia inoperante y perverso no es tarea fácil.
Cada año se registran 32 mil asesinatos en México. De ellos casi 50% está relacionado directa o indirectamente con el narcotráfico. De 16 mil asesinatos no relacionados con el crimen organizado, este año las autoridades sólo han resuelto 10%. El precio promedio que cobra un sicario en 2009 es de 4 mil pesos.
La ausencia de servicios de inteligencia especializada en seguridad repercute en la impunidad también. Ninguna autoridad federal puede aportar informes sobre cuántas de esas 16 mil personas asesinadas murieron con calibre .38 o .45 o calibre militar, o si fue con granada. Cada vez más delincuentes optan por asesinar a sus víctimas, pues sin ellas para testificar difícilmente se investigará el crimen.
Nuestras hijas
Flor Alicia tenía 23 años y una sonrisa que iluminaba el mundo. Su bebita de 10 meses se arropaba en los brazos de esta joven maestra que trabajó en la sierra Tarahumara y acababa de mudarse a otro pueblo de Chihuahua para enseñar a niños y niñas norteñas el valor de la esperanza y la libertad. Su familia, dedicada a proteger y defender los derechos humanos, supo hace cinco días que Flor Alicia fue torturada y asesinada. Por ella, por nuestras hijas, por México, exijamos un sistema de justicia que erradique la impunidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario