domingo, agosto 15, 2010

El gran show del Bicentenario

MÉXICO, D.F., 12 de agosto (Proceso).- Las creadoras artísticas Alejandra González Anaya y Mónica Raya exponen en entrevista su participación en la descomunal fiesta que se prepara en el Zócalo para el 15 de septiembre, y que el empresario australiano Ric Birch, su director, considera, por supuesto, “lo más espectacular que se ha hecho en México”. Raya dice que los mexicanos tienen derecho a tirar la casa por la ventana sin importar la crisis, y con desbordado entusiasmo profetiza que no volverá a realizarse algo así en 100 años; por lo pronto, sostiene, el desfile será disfrutado por los niños que nunca han estado en la tierra de Disney...

Ensayo para el 15.

Rosario Manzanos

Directores de teatro, coreógrafos, escenográfos, diseñadores de luces, 7 mil voluntarios. Bailes populares, dos serpientes emplumadas de 60 metros cada una, caballos, fuegos artificiales, proyecciones sobre la catedral, un coloso descomunal, un árbol de la vida, 45 pantallas gigantes y toda la parafernalia posible serán parte de la celebración por el Bicentenario de la Independencia.

Un festejo de 600 millones de pesos que para los creativos que colaboran en el proyecto, cuyo productor es el australiano Ric Birch, será “lo más espectacular que se ha hecho en México”.

A marchas forzadas trabajan miles de personas para finalizar la construcción de los carros alegóricos e iniciar los ensayos parciales en el Palacio de los Deportes, y hacer uno general cuando menos en el Autódromo de la Magdalena Mixhuca.

Felices y orgullosas, las creadores artísticas Alejandra González Anaya y Mónica Raya confirmaron a esta reportera que no tuvieron ningún tipo de censura al definir el concepto de sus breves puestas en escena en el desfile y en el Zócalo el 15 de septiembre. Manifestaron que ésta ha sido la mejor oportunidad de trabajo que han tenido en su vida y que la ocasión de colaborar con un extranjero especialista en espectáculos de este tipo las ha ayudado a conceptualizar de forma mucho más concreta lo que es un acto masivo. Hasta el momento, no se sabe cuánto les pagarán por su aporte a la fiesta nacional.

A su vez Ric Birch señaló a Proceso, al final de la rueda de prensa a la que convocó el 4 de agosto Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública, que “la del Bicentenario será una producción inigualable”, y deploró que “no se sabe nada de México en el mundo, se piensa que es un país donde sólo hay mariachis y hombres con grandes sombreros que duermen largas siestas. Yo he aprendido mucho aquí y estoy muy contento de poder llevar a cabo el desfile. Estamos preparados para todo, incluso para la lluvia que puede caer ese día”.

Vuela México

Una enorme red de más de 12 metros sobre una plataforma sostendrá frente al Palacio Nacional a 24 bailarines profesionales entrenados en danza aérea. Giros, saltos mortales, cuerpos semidesnudos en perfecta forma, harán una danza insólita que antecederá al Grito de Independencia.

Entrevistada en su casa, de la cual eliminó el jardín para construirse un salón de danza con un muro de más de 15 metros de alto, Alejandra González, bailarina aérea, coreógrafa y directora de la Compañía Ánima Inc., supervisa nerviosa que el equipo técnico de Sigma Unit no se equivoque con los contrapesos y las poleas.

Equipados con arneses especiales y todo un equipo de seguridad, los bailarines acróbatas entrenan desde las ocho de la mañana con una clase de ballet que les imparte el exprimer bailarín Cuauhtémoc Nájera, después toman una de yoga y de ahí saltan a la red para repetir sistemáticamente complicadísimas secuencias de movimiento. Trabajan prácticamente todo el día en afinar los detalles de lo que será su magna presentación, diseñada por González Anaya y César Romero para el Bicentenario.

“A mí me pidieron una idea y yo decidí analizar qué es lo que necesitamos los mexicanos para poder volar, porque a mí lo que más me gusta es la sensación de volar. Creo que a los mexicanos se nos ha olvidado que somos capaces de hacerlo.”

Dividido en segmentos: Lucha, Ayudas y Vuela México, el montaje se inicia con lo que González Anaya define como la “metáfora de la cubeta de los cangrejos”:

“Los seres humanos no nos ayudamos, en el momento que vemos que uno se está elevando más que los demás vamos y lo jalamos hacia abajo. Al principio, Birch me preguntaba: ‘¿En verdad reconocen ustedes esa metáfora como suya?’, y poco a poco la misma idea fue surgiendo en todos los equipos.

“A mí me da tristeza, porque creo que no es que no haya dinero, no es que no haya esperanza, es que no hemos querido ayudarnos unos a los otros y vernos como iguales. Así que en mi propuesta se verá cómo aquellos que suben más son atrapados para llevarlos hacia abajo por los demás. Luego habrá un cambio musical importante y aparece un líder que los ayuda a ver más allá. Necesitamos a alguien que nos organice y así iniciar la armonía. La tercera parte es el vuelo, donde todos logran despegar y volar por el cielo. La idea es mía, pero todo mundo ha cooperado. Queremos mover las emociones.”

Con música de Nino Rota y Leo Heiblum, vestuario de María y Tolita Figueroa, el montaje será iluminado por Víctor Zapatero, quien se encargará del diseño de iluminación de todo el Zócalo.

Al señalarle la crisis económica por la que pasa el país, González Anaya se dice afortunada porque fue una de las personas seleccionadas para hacer “un gran trabajo artístico”:

“Muchas veces nuestro dinero se va a muchas cosas que no tienen ningún sentido, en cambio el arte es fundamental. Es importante que el arte sea reconocido y debe de ser una presencia cotidiana en todos nosotros. Yo creo que éste es el espectáculo masivo más bello que se va a llevar a cabo en el mundo en este año.

“Birch nos dijo: ‘Necesitamos que México se mueva y yo estoy aquí para ayudarlos a hacerse notar’.”

Quetzalcóatl

La escenógrafa y arquitecta Mónica Raya fue la encargada en desarrollar el tema Héroes y mitos de México. La entrada al Zócalo la hará un gigantesco Quetzalcóatl.

“No recibí ningún tipo de instrucción a excepción de la logística. Creo que mi segmento es interesante, divertido y de alguna forma complejo. Yo hice algo muy básico que fue buscar la definición del héroe. Aquellos seres que hacen lo que no hacemos las personas normales. Generalmente tienen un final trágico. Son extrahumanos, sobrenaturales. Todo mi segmento lo hice en metal a manera de plata y bronce. Al analizar los mitos encontré que el gran mito mexicano es el de la serpiente emplumada.”

Para Mónica Raya el valor de la serpiente se le reveló, y la importancia de Quetzalcóatl implicó enamorarse de la idea de hacer regresar a la deidad al Paseo de la Reforma:

“Para hacer la hibridación con lo irreconciliable, es decir hablar de este país, en el que cada día conviven los opuestos, y el martes este puede ser el país más chingón de la Tierra y el viernes el peor. Pero esta dualidad constante de lo oscuro y lo luminoso es parte de lo que somos los mexicanos.

“Se trata de algo que se arrastra y que vuela al mismo tiempo. Decidí por ello utilizar dos representaciones poderosísimas de la serpiente emplumada. Una es maya, Kukulkán, y la otra es la mexica, Quetzalcóatl, las dos manifestaciones de la deidad. Una es un globo de helio de 60 metros que volará, y la mexica consiste en seis carros de 10 metros de largo. Las plumas de Quetzalcóatl son 85 chavas voluntarias.”

El globo de Kukulkán será movido por 40 técnicos, “como en el desfile que hace Macy’s en Nueva York”. La coreografía es de Ruby Tagle y hay “dos bailarines extraordinarios que tiene este país: Carlos Martínez y Javier Moreno”. Los carros están en proceso de construcción en el taller El volador.

Según Raya, en ese mágico universo hay 30 zancudos profesionales, mojigangas doradas. Ahí están los mitos de la poesía, del cine, del teatro que acompañan a Quetzalcóatl: María Félix, Rosario Castellanos, el Chavo del Ocho, María Victoria, incluso la tiendita “miscelánea”:

“Este país siempre suma y eso acompaña a la serpiente. Hay un momento en el que se descabezan los zancudos e intercambian su cabeza con otros personajes. Esto fue un poco delicado por el tema de los descabezados en México. Tú me entiendes.

“No quise recurrir a las mismas imágenes de siempre sin cuestionarlas. Busqué revisar si la historia es como te la han contado. Qué significa que la historia se pueda crear, de lo cual somos responsables. El formato es inteligente y popular.”

Habla de la parte económica:

“En la rueda de prensa un periodista me dijo que el doctor (Enrique) Florescano no estaba de acuerdo en que se gastara tanto dinero. Y a mí me parece muy respetable lo que tiene que decir, pero al mismo tiempo en México la gente echa la casa por la ventana en una fiesta. Porque es un gusto que se puede dar. Yo creo que sí queda como un recuerdo maravilloso de un día magníficamente vivido. Después de todo, no es tan caro que el dinero de los mexicanos sirva para recordarnos que somos creativos, somos chingones, somos alegres, y que de verdad tenemos una presencia en el mundo por esa alegría y por esa capacidad de disfrutar, incluso hasta después de que te mueres... No sé, creo que el prurito del costo de la fiesta tiene que ver con el abandono de lo que cuestan las artes. Pareciera que el arte no se tiene que pagar...”

–¿Y la crisis por la que pasa el país?

–Siempre he vivido en crisis, nunca me han dicho: “ya pasó la crisis”. Y me parece que ese pretexto es una cosa que detiene una serie de impulsos de cambio que no son pertinentes por la crisis. No es pertinente cantar, bailar o ser feliz. Yo no quisiera pensar que la crisis se ha convertido en una forma de vida, debe de haber gozo, solidaridad, encuentros. Algo que ha desaparecido de la agenda de los políticos es que la gente se la pase bien un día.

“Todo el dinero que se está gastando en el desfile se está yendo para pagar a los mexicanos que lo estamos creando y lo estamos concibiendo, construyendo. Ese dinero está gastado en talento mexicano. Acabo de ver una calavera de azúcar de cinco metros, gigantesca. Considero que hay una celebración al talento que no es noticia. Hace mucho tiempo que los artistas no somos noticia. Tenemos la oportunidad de hacer este evento como las Olimpiadas, como el Mundial. En verdad esto es barato.

“No me importa qué partido político quiera sacar jugo de esto, es dinero de los mexicanos que se ha ahorrado durante 200 años. No se deben de confundir los números. Ojalá, en efecto, se diga: ‘el desfile costó tanto y todo ese dinero se fue en sueldos para mexicanos’.”

–En realidad el que va a ganar es el productor australiano, ¿no?

–La empresa tiene una ganancia, como todas las empresas, y ha hecho un buen trabajo, y hasta ahora ha sido una experiencia compartida que tiene un valor incalculable. Hay un costo para pagar estas experiencias. Hay un costo para que podamos disfrutar de todo esto. Quiero erradicar la palabra extranjero, porque pareciera que son superiores.

“El prurito de que son unos extranjeros que nos vienen a decir qué hacer, verdaderamente arrastra el complejo de que los mexicanos somos inferiores. Ellos son una empresa internacional que comparte lo que sabe hacer en la producción de espectáculos globales como éste. Los mexicanos estamos aprendiendo y eso tiene un costo.

“Este es mi proyecto más ambicioso, porque traer a Quetzalcóatl a Reforma tiene aspectos que me rebasan. Tiene aspectos rituales, perfomáticos, sociales, para mostrar el regreso de una serpiente mexicana frente a 2 millones de personas que, se espera, lo vean en vivo, más las que lo vean por televisión. No se parece a nada de lo que yo haya hecho, es una experiencia irrepetible, muy emocionante el que tú como creador puedas tener a tanta gente viendo tu trabajo al mismo tiempo. Que tengas los reflectores en el trabajo de tantas personas que lo hacen posible.”

Ella sostiene que todo debe de estar realizado con la complicidad de los espectadores. Que un niño de 10 años vea pasar volando a Kukulkán, es invaluable:

“Es un día que con suerte le durará a mi espectador toda su vida. No tiene precio.”

Considera también que se puede impactar en la psique de los seres humanos con sus deseos, anhelos, imaginación, sueños:

“No sólo somos personas para que nos curen y nos den de comer, porque eso se hace con los borregos.”

Un día para celebrar.

“¿No nos lo merecemos, en verdad? Porque cada quién trae sus propias facturas. Yo trabajo todo el día desde un año en esto. No tengo público que sea más significativo que el que voy a tener el 15 de septiembre. Llegarán voluntariamente porque esperan con anhelo ver lo que viene. Esto es para los niños que no pueden ir a Disneylandia. Está hecho para niños que van a ver un desfile como nunca lo han vivido y que no se volverá a hacer cuando menos en los próximos 100 años.

“Yo confío en que a veces las cosas se pueden ver de otra forma, y te lo digo a ti que estás dentro de Proceso. No sé, sueno medio frívola o pendeja, pero la verdad es que hay cosas mucho más importantes que la caca. Ya sé que hay decomisos y narcos, pero gracias al cielo hay un presidente que dice: ‘Vamos a reflexionar sobre legalizar las drogas’, y eso se minimiza de inmediato. Ayer se anunció el desfile y siento que su importancia sigue sin permearse a la sociedad.”

Cancele, Pelele!

Jacobo Zabludovsky
El Universal

Se incendia el circo y el dueño en vez de salvar a los enanos vende boletos para la siguiente función.
El símil con el gobierno mexicano no es justo porque los dueños saben dirigir sus circos, menester difícil si los hay, mientras que a nuestro gobierno se le hace bolas el engrudo y en medio del desbarajuste prepara los eventos más disparatados y costosos dizque para celebrar las fechas patrias.

Llegamos a escasos dos meses de ellas descubriendo que los encargados de preparar las conmemoraciones resolvieron su problema contratando a dedo, sin licitación alguna, empresas especialistas en mojigangas que se llevarán cerca de 3 mil millones de pesos (2 mil 971, para ser exactos). La partida mayor se le adjudicó a un señor Birch que anda por el mundo ofreciendo su “show”, maquillándolo según el comprador. En México fundó una compañía llamada Instantia Producciones para firmar los contratos. Otros 14 por un total de 447 millones de pesos se le darán, también sin licitación, a TURISSTE que, según la Auditoría Superior de la Federación, no tiene atribuciones para organizar eventos. Todo esto se viene sabiendo apenas, en medio del sigilo tenebroso, gracias a la labor de algunos reporteros.

Al publicarse esta maniobra el señor José Manuel Villalpando, jefe de la comisión de los festejos, dijo: “La crítica no me afecta, la envidia es algo muy mexicano. Si el artista fuera amigo tuyo dirías qué bueno que le pagaron, o sea, depende… Este recurso es poco en realidad, frente a los muchos millones de pesos que hay en el presupuesto nacional”. Eso dijo.

A la carencia de imaginación y talento se une el despilfarro del dinero de los contribuyentes. La corrupción deja un tufo que envuelve todo este negocio. Es hora de detener el gasto ofensivo y el espectáculo que no por ser grandote deja de ser chafa. México no merece esta agresión artera.

Estamos en medio de una de las tragedias colectivas más dolorosas de los últimos tiempos. Las inundaciones han causado muertes y pérdidas materiales en la mitad de la República. La ayuda, como siempre, ha sido lenta y escasa Los daños son incalculables y las lluvias apenas empiezan. Los meses de agosto y septiembre suelen ser los más lluviosos. Con frecuencia el grito se da bajo un aguacero. Los meteorólogos pronostican próximas tormentas. Debe preverse que la catástrofe lejos de menguar crezca y lleguemos a las mentadas fiestas patrias en medio de una emergencia mayor. Ante la realidad y el peligro de que empeore, un gobernante sensato debería evitar todo festejo superfluo y todo gasto inútil.

Deben cancelarse hoy las fiestas especiales del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución.

Debemos ajustarnos a la austeridad republicana, a la medianía cívica de la que habló Juárez y a la que ajustó su vida y la pública durante su gobierno. Celebremos como un pueblo maduro, no como aquelarre de nuevos ricos o de negociantes irresponsables. No podemos exagerar en las fiestas como si olvidáramos el sufrimiento de cientos de miles de familias. Y no hay que olvidar que las aguas cubren tierras castigadas por guerras contra el crimen organizado y narcotraficantes cada vez más violentos y todas las plagas ancestrales que empiezan con la extrema miseria de 40 millones de mexicanos.

Señor Felipe Calderón: el miércoles al despedir a la encargada de su Oficina de la Presidencia, Patricia Flores Elizondo, dijo al obsequiarla con ese florilegio de elogios con que acostumbra cesar a su colaboradores, que “impulsó la realización de proyectos especiales, como es el caso de la celebración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución”. No es disparate pensar, en consecuencia, que ella nombró al señor Villalpando. No deje que se vaya sola, don Felipe.

Los funcionarios encargados de rescatar a las víctimas de las inundaciones se han quejado de falta de recursos. Somos convalecientes de una intensa y larga crisis económica, nos acechan tiempos difíciles también en lo económico. No celebre jolgorios escandalosos en medio de la desolación. Dedique ese dinero asignado al despilfarro a favor de quienes lo necesitan. Cancele.

Se me ocurre que la manera más inesperada y satisfactoria de rendir homenaje a los héroes y a la patria que nos dieron, sería anunciar un cambio debido a la adversidad acumulada sobre los mexicanos, un cambio de planes en el programa del 15 y 16 de septiembre. Cortar todo gasto innecesario. Nos ajustaremos al grito, la verbena, el desfile y las músicas y bailes. Sin excesos. Sin imprudencias. Como todos los años. No está la novia para tafetanes.

Los actos de buen gobierno no siempre son de hacer. A veces valen más los que se dejan de hacer a tiempo.

Cancele Pelele!!!.

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