Por Javier Solórzano
06 agosto 2010
Hace unos meses, el ex presidente de Colombia, César Gaviria expresó que en amplios sectores de la sociedad no se estaba tomando con seriedad al narco. Puso como ejemplo a los periodistas y a las clases altas del país. El ejemplo de Colombia, dijo, es exactamente “lo que no deben hacer y lo que deben hacer”. Gaviria se refería a cómo en su país pasaron de la pasividad a la acción concertada como mecanismo de sobrevivencia.
En una sociedad dividida, los periodistas no son la excepción, más bien confirmamos la regla. En muchos casos se ha partido de que los trabajadores de los medios secuestrados o asesinados por el narco, “seguro no eran inocentes”. El secuestro de “los cuatro de Durango”, muestra una nueva fase. Si de por sí ya se habían dado casos en los que la delincuencia organizada tomaba como rehenes periodistas, en el mejor de los casos, ahora han entrado en otro terreno igual de delicado, el de querer imponer líneas informativas.
No parece que se haya tomado aún conciencia de lo que pasó. Se secuestró a 4 periodistas para pedir como rescate la difusión de información. Independientemente de que la SSP haya puesto en escena una conferencia de prensa evitable, lo cierto es que los periodistas se vieron tocados como pocas veces. No darle la debida importancia a lo ocurrido es un error y es más delicado cuando, desde el propio gremio, se menosprecia lo sucedido. Igual pasó hace días, cuando se señaló a Pepe Cárdenas por tener información sobre el secuestro de el Jefe Diego; quien lo hace lo mueve la envidia o la sinrazón.
Son pocos a estas alturas los espacios de la sociedad que no han sido tocados por el narco. La única forma de enfrentarlo es con un cambio de estrategia del gobierno. Viene bien la propuesta del Presidente sobre discutir la legalización de las drogas, y construir una nueva actitud de periodistas y los dueños de los medios. La solidaridad del gremio no es otra cosa que el respeto a nuestra profesión y, a estas alturas, un acto de sobrevivencia.
Debemos atender la experiencia de los colombianos. Sin haber erradicado al narco (no hay manera), han logrado atajarlo. Debieron tomar medidas drásticas en donde los medios jugaron, sin perder su independencia y capacidad de maniobra, un papel clave. Después de lo de Durango, algo es definitivo: los periodistas debemos unirnos, y si no lo entendemos, lo que viene puede ser una escalada interminable. Hay que atender lo que pasa, pero también construir lo que queremos; hay que pensar cómo queremos el futuro. Es absurdo seguir sólo en la impugnación y el reclamo como forma de vida.
¡OUUUUCHCHCH! “Tenía que pasar algo así para que se den cuenta de lo que vivimos en muchos estados desde hace varios años. Se meten hasta la redacción y hasta nos dicen cómo quieren la primera plana”. Voz del viejo y muy querido maestro y periodista de Saltillo.
En una sociedad dividida, los periodistas no son la excepción, más bien confirmamos la regla. En muchos casos se ha partido de que los trabajadores de los medios secuestrados o asesinados por el narco, “seguro no eran inocentes”. El secuestro de “los cuatro de Durango”, muestra una nueva fase. Si de por sí ya se habían dado casos en los que la delincuencia organizada tomaba como rehenes periodistas, en el mejor de los casos, ahora han entrado en otro terreno igual de delicado, el de querer imponer líneas informativas.
No parece que se haya tomado aún conciencia de lo que pasó. Se secuestró a 4 periodistas para pedir como rescate la difusión de información. Independientemente de que la SSP haya puesto en escena una conferencia de prensa evitable, lo cierto es que los periodistas se vieron tocados como pocas veces. No darle la debida importancia a lo ocurrido es un error y es más delicado cuando, desde el propio gremio, se menosprecia lo sucedido. Igual pasó hace días, cuando se señaló a Pepe Cárdenas por tener información sobre el secuestro de el Jefe Diego; quien lo hace lo mueve la envidia o la sinrazón.
Son pocos a estas alturas los espacios de la sociedad que no han sido tocados por el narco. La única forma de enfrentarlo es con un cambio de estrategia del gobierno. Viene bien la propuesta del Presidente sobre discutir la legalización de las drogas, y construir una nueva actitud de periodistas y los dueños de los medios. La solidaridad del gremio no es otra cosa que el respeto a nuestra profesión y, a estas alturas, un acto de sobrevivencia.
Debemos atender la experiencia de los colombianos. Sin haber erradicado al narco (no hay manera), han logrado atajarlo. Debieron tomar medidas drásticas en donde los medios jugaron, sin perder su independencia y capacidad de maniobra, un papel clave. Después de lo de Durango, algo es definitivo: los periodistas debemos unirnos, y si no lo entendemos, lo que viene puede ser una escalada interminable. Hay que atender lo que pasa, pero también construir lo que queremos; hay que pensar cómo queremos el futuro. Es absurdo seguir sólo en la impugnación y el reclamo como forma de vida.
¡OUUUUCHCHCH! “Tenía que pasar algo así para que se den cuenta de lo que vivimos en muchos estados desde hace varios años. Se meten hasta la redacción y hasta nos dicen cómo quieren la primera plana”. Voz del viejo y muy querido maestro y periodista de Saltillo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario