Para iniciar su recorrido por el estado que concentra el mayor número de votantes después del Distrito Federal, López Obrador eligió el municipio de Jiquipilco, que fue el primero que ganó el PRD, años atrás, en la entidad. Y fue allí donde el alcalde actual, Enrique Galicia Hernández, acuñó el jueves una expresión que puede convertirse en calcomanía para pegar sobre los automóviles, en camiseta para portar con orgullo, en cartulina para exhibir desde las ventanas de la casa, pero de ningún modo –porque lo prohibiría el IFE– en lema de campaña: ¡En el estado de México estamos hasta el copete de Peña Nieto!
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Gracias a su colindancia con la capital del país, a su enorme parque industrial, a su riqueza agrícola y a su densidad demográfica, el estado de México disimula con éxito sus horrores: registra un número de feminicidios más elevado que el de Chihuahua, la corrupción en todos los niveles de la administración pública es escandalosa, la violencia policiaca es legendaria y la impunidad de los amigos y socios del copetón es ostensible y quedó plasmada en el manejo que la procuraduría local dio al horripilante asesinato de la niña Paulette, un crimen que la complicidad convirtió en accidente
y la televisión consagró como tal.
Mucho se jugará López Obrador en esto que ha llamado la gira de la lealtad
, y que no sólo intentará organizar el descontento contra Peña Nieto sino, además, fortalecer la estructura del movimiento nacional que encabeza, ahí donde otras formas de la corrupción han tejido sólidos lazos entre la derecha del PRD y la escoria del partido que ha destruido al país desde Los Pinos. ¿Por qué insisten Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Guadalupe Acosta Naranjo, el guanajuatense Carlos Navarrete que no abrió la boca en favor de las campesinas presas por abortar, y desde luego el ex y neosalinista Manuel Camacho, en aliarse con Felipe Calderón?
Quítense de una vez la careta y vayan a afiliarse al PAN
, los conminó Andrés Manuel desde el templete de Jiquipilco, ante una multitud eufórica, y lo repitió en Temoaya, Oztolotepc y Xonacatlán, donde también se reunieron muchedumbres para escucharlo. A razón de 15 o 20 municipios por semana, López Obrador recorrerá de aquí a fin de año los 125 que configuran el rompecabezas del mapa mexiquense. Los resultados que obtenga clarificarán nuestra visión del futuro a corto plazo.
¿Rumbo al despeñanieto?
“El país va directamente al despeñanieto”, dice Jesusa Rodríguez en su nueva pieza de cabaret, Las crudas del bicentenario, que hoy se presenta a las 19 en el Universum de nuestra centenaria UNAM. Pero, ¿en verdad es inevitable que el petulante sobrino de Arturo Montiel se ponga la banda tricolor dentro de dos años? Veamos la cosa con calma.
De acuerdo con una investigación recientemente publicada por Jenaro Villamil, Peña Nieto invirtió 3 mil 500 millones de pesos en los últimos cuatro años para promover su imagen de salvador de la patria desde las pantallas de Televisa. La suma, equivalente al presupuesto del IFE en el mismo lapso, es inferior (en 600 o 700 millones de pesos) a la que Calderón dilapidó la noche del bicentenario, en que la teledictadura se llevó, para variar, la tajada del león.
En México está ocurriendo algo muy obvio. Peña Nieto por un lado y Calderón por el otro luchan por comprar el amor de Televisa para las elecciones de 2012. Mientras el copetón la forra con el dinero del erario que debería usar para atender las necesidades de los mexiquenses, Calderón le regala una parte del espectro radioeléctrico –ese aire
del que hablan los locutores cuando dicen estamos al aire
– por 180 millones de pesos.
Una ganga, pues por otorgarle una porción similar a Telcel y Telefónica cobró 5 mil millones de pesos. ¿Favoritismo o desesperación? Pensemos mal y optemos por lo segundo: el jefe mínimo sabe que si no deja en Los Pinos a alguien que le cuide las espaldas, tendrá que irse de México para siempre. Lo cual explica lo siguiente...
Anteayer, una juez de distrito prohibió a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes entregar a Televisa-Nextel los títulos de la concesión del espectro, pero la dependencia, que regentea Juan Molinar Horcasitas, dijo por medio de su director jurídico, Gerardo Sánchez Henkel, que no acatará la orden porque, si la desobedece, sólo tendrá que pagar una multa de 120 salarios mínimos. Otros dos jueces han dictado similares sentencias, pero Horcasitas, es decir Calderón, se las pasarán por el arco de la derrota pues en ello les va la vida.
Unido para siempre al recuerdo de los 49 bebés de la guardería de Hermosillo que se quemaron por negligencia de las autoridades cuando era director del Seguro Social, Molinar Horcasitas actúa ya como un capo de cuello blanco. Con la mano en la cintura favoreció la quiebra fraudulenta de Mexicana de Aviación, de la que su hermano era accionista, y encubrió al magnate Gastón Azcárraga, que se llevó alrededor de mil millones de pesos, mientras pilotos, sobrecargos, personal de tierra y empresas de diversos rubros turísticos se hundían.
Música por Veracruz
Fidel Herrera Beltrán se gastó en comprar votos durante las pasadas elecciones el presupuesto que el Congreso le asignó para hacer frente a desastres naturales. Miles de damnificados en Veracruz y Boca del Río están ahora a merced del lodo, los moscos y las epidemias. Mañana, en la Antigua Escuela de Medicina (Brasil y Venezuela, Centro Histórico), músicos de las mejores orquestas sinfónicas del país darán un concierto para apoyarlos. La entrada no es gratuita: hay que entregar una despensa con víveres en lata, jabones, pañales, cepillos y pasta de dientes, a cambio de un asiento. La solidaridad de los filarmónicos pone de relieve que el gobierno
sigue sin enterarse de que ya no existe.
¿En cuántas localidades de Tamaulipas fueron canceladas las fiestas patrias porque ni la policía ni el Ejército se sintieron capaces de garantizar la seguridad del público? ¿Por qué todos los comederos del centro de Monterrey fueron obligados a cerrar la noche del Grito, para que nadie acudiera a la Macroplaza? ¿Ya vieron en Youtube la patética conmemoración del 15 de septiembre en Ciudad Juárez? Ante una explanada vacía, el alcalde exclamó ¡viva México!
y solamente le respondieron, ¡viva!
, su esposa y sus primas desde un balcón contiguo.
Al otro día fue asesinado un fotógrafo de El Diario de Juárez, y desde sus páginas la publicación preguntó a los narcos: ¿Qué quieren que hagamos o dejemos de hacer?, para que no sigan matando a nuestros periodistas?
Desde su búnker de la ciudad de México, Alejandro Poiré, vocero del gabinete de seguridad, decretó que el homicidio fue por motivos personales
y absolvió a los sicarios. Los levantacejas más rastreros, en sus columnas de prensa, lo aplaudieron conmovidos. ¿Hasta cuando durará esto, antes que todo se derrumbe por completo?
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