MÉXICO, D.F., 15 de diciembre (apro).- En lo que va de este sexenio siete periodistas mexicanos han salido del país debido a las amenazas recibidas por grupos del crimen organizado y autoridades vinculadas a éste buscando refugio en Estados Unidos o Canadá. Pero lo que parecía una esperanza de vida se ha vuelto un suplicio, pues se encuentran abandonados, sin empleo, desprotegidos junto con sus familias, sin que ninguna instancia gubernamental, de derechos humanos o sus propias empresas se preocupen por sus necesidades más básicas.
La violencia imparable, la impunidad con que actúan ciertos grupos del narcotráfico y el poder que han mostrado por encima de las autoridades municipales, estatales y federales, algunas de ellas corrompidas, ocasionaron que los reporteros Horacio Nájera (corresponsal de Reforma en Ciudad Juárez) y Jorge Luis Aguirre (director de lapolaka.com) recibieran este año asilo en Estados Unidos.
Sin embargo, otros tres de ellos no han tenido la misma suerte y su situación es apremiante. Se trata del camarógrafo de Televisa en Durango, Alejandro Hernández Pacheco; Emilio Gutiérrez Soto, de El Diario, en Ascensión, Chihuahua; y Ricardo Chávez Aldana, de “Radio Cañón”, de Ciudad Juárez. Todos ellos sufren el abandono de sus empresas.
A mediados de este año, el camarógrafo de Televisa en la región de la Laguna, Alejandro Hernández Pacheco, tuvo que huir del país llevándose a su esposa y dos hijos, de 12 y 5 años, uno de los cuales es autista. La razón fue que se sintió amenazado por la Secretaría de Seguridad Pública luego de que denunciara públicamente que no fue liberado por esta instancia del secuestro de que fue objeto por un grupo del crimen organizado, sino que los dejaron libres.
En una carta que se está difundiendo en las redes sociales buscando apoyo económico para él y los otros dos compañeros periodistas, Alejandro Hernández recuerda su situación.
“Como deben acordarse, dos compañeros y yo fuimos secuestrados hace cuatro meses en la ciudad de Gómez Palacio, Durango, cuando cubrían la noticia de los reos que salían por las noches del Cereso. Nuestros captores nos golpearon en la cabeza, piernas y rodillas para que no escapáramos, nos torturaron psicológicamente y después nos liberaron. Decidí huir con mi familia y pedir refugio en este país (Estados Unidos) porque el gobierno nos exhibió como trofeo de caza en una rueda de prensa y recibimos llamadas de amenaza en nuestra casa por haber contradicho a (el secretario Genaro) García Luna de que la Policía Federal no nos liberó, además de que mintió al decir que nos protegerían.
“Con Televisa hasta el día de hoy no he tenido contacto. No sé qué pasó. Acá tenemos prohibido trabajar hasta que nuestro caso se resuelva, así que Emilio, Ricardo y yo hacemos ‘chambas’ a lo que no estamos acostumbrados, pero eso no es lo malo, lo malo es que no encontramos todos los días. Vivo con mi esposa y mis dos hijos, de arrimado. Dejamos todo, llegamos prácticamente sin nada, sin ropa, sin dinero. La situación acá es muy difícil porque mi hijo necesita medicamento. Se me está agotando, pero yo no quería exponer a mi familia allá en México. El apoyo que logren reunir es valiosísimo porque es de corazón.”
Emilio Gutiérrez Soto de El Diario, en Ascensión, Chihuahua, también vive una situación apremiante con su hijo en Estados Unidos esperando que le definan su solicitud de refugiado. “Huí con mi hijo por el inminente asesinato planeado en mi contra por parte del Ejército. Cruzamos a Estados Unidos para salvar nuestra vida. Estuve detenido siete meses y medio en una prisión para inmigrantes ilegales en El Paso, y El Diario, la empresa para la que trabajé 12 años, me desatendió por completo y ni siquiera recibieron los muchos recados que les llevó mi abogado.
“Casi un año después me contrataron tres meses, en una evidente señal de ‘cubrir apariencias’ de solidaridad. El 21 de enero próximo estaremos en nuestra cita final del proceso de solicitud de asilo político. Mi hijo y yo tenemos confianza de una decisión favorable, ya que hemos presentado un montón de pruebas por los delitos cometidos en nuestra contra por parte del Ejército Mexicano, las quejas sin respuesta y tendenciosas de la CNDH, y ya no hay alternativas de retorno. Vivimos de milagro: vendí la casa que teníamos en Ascensión, Chihuahua, y con ese dinero hemos sobrevivido los últimos 8 meses. Pero ya se acabó. Ha sido un proceso más que doloroso. De corazón, mi hijo y yo, les agradecemos lo que puedan hacer por nosotros. Sus oraciones son un aliciente que nos ha dado fortaleza.”
Por su parte, Ricardo Chávez Aldana, que trabajaba para “Radio Cañón”, de Ciudad Juárez, confiesa que su situación es muy difícil: “no podemos trabajar debido a que Inmigración nos revisa constantemente y no permite que rompamos las reglas. Mi problema empezó hace dos años cuando era locutor de la radio por mis críticas constantes en contra del Operativo Conjunto Chihuahua y el crimen organizado; me empezaron a amenazar diciéndome que me callara. No hice caso. Entonces quisieron quemarme mi vehículo. A los dos meses asesinaron a dos sobrinos míos en una fiesta ante nuestros propios ojos. En ese momento mi esposa, mi hermana y mis cinco hijos fuimos al Puente Internacional de las Américas a solicitar asilo político. Nos retuvieron toda la noche. Esa es la situación. Les agradezco el apoyo a mis compañeros y a mí por su ayuda.”
La crítica situación por la que atraviesan los reporteros mexicanos en el extranjero es una muestra de las dificultades por las que atraviesa la prensa mexicana y que a nivel internacional son reconocidas como las más peligrosas del mundo. Pero también expresan las deplorables condiciones en las que los reporteros mexicanos vienen cubriendo la guerra contra el narcotráfico declarada por Felipe Calderón y el desdén que los dueños de los medios manifiestas hacia los reporteros.
Recientemente el gobierno federal dio a conocer el protocolo de protección de periodistas amenazados por el crimen organizado o por las autoridades coludidas. No obstante, ante esta situación de emergencia muestran la inoperancia que tiene y, sobre todo, la repulsa que tienen hacia la prensa. Lo mismo pasa con las empresas para las cuales proporcionaron sus servicios periodísticos.
Para hacer frente a estas dificultades, la Red de Periodistas de a Pie ha lanzado una convocatoria para reunir dinero y ayudar a estos reporteros y sus familias (Scotia Bank a nombre de Red de Periodistas Sociales. Cuenta 9379231 CLABE INTERBANCARIA: 044180001093792310). Los donativos deben realizarse a más tarde el 29 de diciembre de 2010.
Sin embargo, esto sólo es un paliativo, pues el problema al que se enfrentan la mayoría de los reporteros que cubren las acciones del crimen organizado y del gobierno no se resolverá buscando refugio en el extranjero, sino enfrentando el problema con una estrategia integral en la que se incluya la protección a la prensa.
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