El Despertar
José Agustín Ortiz Pinchetti
Las encuestas políticas
 pueden servir para conocer la verdad o para perpetrar fraudes contra la
 opinión pública. En un país como México, las auténticas, por lo 
general, no se publican. Quienes las mandan a hacer las guardan bajo 
siete llaves y las utilizan para sus decisiones estratégicas. Ninguna 
encuesta que no esté certificada por la autoridad es enteramente 
confiable. Aquí no hay tal requisito. Cualquiera puede inventar una y 
hasta una empresa encuestadora. Los sondeos mañosos en época electoral 
intentan inducir el voto popular o preparar un fraude. Su publicación se
 justifica para aliviar la angustia ciudadana ante la incertidumbre del 
resultado.
En un país donde la información política está bajo control de un 
oligopolio mediático, controlado a su vez por una oligarquía, las 
encuestas que publica son sospechosas de favorecer al candidato favorito
 por esa oligarquía. Todos los comunicadores controlados por el 
oligopolio tenderán a considerar verdad absoluta los resultados de las 
encuestas y, como no existe una réplica crítica suficientemente fuerte, 
pronto estas 
verdadesserán absorbidas por la población como indubitables.
Estos abusos son frecuentes, porque nadie certifica la metodología ni
 la congruencia de la investigación; si lo hicieren, se darían cuenta de
 que casi 75 por ciento de los encuestados rechazaron la investigación o
 dijeron que estaban indecisos. Así que el 
universode entrevistados se reduce al voto duro de los distintos partidos. Una encuesta telefónica excluye a millones que carecen de teléfono fijo. Se supone que la gente
se sube al carro del vencedor, quien impone como inevitable. Los efectos más perversos son la desmoralización de los equipos y partidarios del candidato o candidatos victimizados y, por supuesto, hacer creíble el fraude el día mismo de la elección porque los números falsos coincidirían con las encuestas trucadas.
Esta maniobra se vendrá abajo si se investiga mediante grupos 
de enfoque” cuál es el voto oculto en 60 o 70 por ciento de la población
 que no quiso definirse. No es improbable que otras empresas, nacionales
 o extranjeras, que no estén controladas por la oligarquía, saquen 
encuestas más confiables y entonces la inevitabilidad del triunfo del 
candidato de la oligarquía comenzara a derrumbarse.
He preguntado a los brigadistas de Morena por qué no se deprimen 
cuando saben que las encuestas indican que AMLO va abajo y no crece. 
Ellos contestan: 
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 La encuesta que nosotros hacemos en campo es casa por casa (un verdadero censo) y el resultado es que el obradorismo crece día a día. Si las encuestas dijeran la verdad, reflejarían lo que nosotros vivimos en la realidad.

 
 

 
 







 
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