Río de Janeiro, Brasil. En la última década China pasó a ser el primer socio comercial e inversor extranjero de Brasil. Pero esta aparente tabla de salvación, en tiempos de crisis global, podría acentuar viejos problemas de la economía más grande de América Latina.
China le ganó, en 2009, a Estados Unidos el título de mayor socio comercial brasileño. Apenas dos años después, el intercambio bilateral ascendió a los 77 mil millones de dólares, con un saldo a favor de Brasil de 11 mil 500 millones de dólares.
Ese fue un salto “brutal”, de acuerdo con el director de la Cámara de Comercio e Industria Brasil-China (CCIBC), Kevin Tang, si se considera que en 2000 comercio entre ambos países llegaba apenas a los 2 mil 500 millones de dólares.
La nación asiática también comenzó a invertir a lo grande en Brasil, una tendencia que se repite en Chile y en otros países de América Latina.
Un estudio de la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (APEX-Brasil) muestra inclusive flujos inversores mayores que las cifras oficiales.
De acuerdo con el Banco Central de Brasil, las inversiones extranjeras directas procedentes de China sumaron 3 mil millones de dólares entre 2005 y 2011. Según datos no oficiales obtenidos por APEX-Brasil, el flujo de inversiones en sectores productivos entre 2009 y 2011 fue de casi 17 mil millones de dólares, al considerar recursos canalizados a través de Hong Kong y otras vías indirectas.
Tanto en lo que compra como en lo que invierte, el interés de China es el mismo que la ha movido a incrementar su presencia en otras regiones. Con una población de 1 mil 300 millones de personas (la mayor a nivel mundial), tiene una avidez creciente de materias primas y busca garantizar a futuro su abastecimiento básico, con una dependencia mínima de importaciones desde un sólo país.
El estudio de APEX-Brasil, La internacionalización de la economía china, la dimensión de la inversión directa, indica que las inversiones que “comenzaron a intensificarse en el periodo poscrisis financiera global”, se concentran en sectores intensivos de recursos naturales como el petróleo y la siderurgia.
La crisis financiera global que se extendió desde 2008 no frenó ese proceso. Al contrario, “es posible sugerir que la crisis haya creado la oportunidad de la adquisición de activos depreciados”, analiza el estudio publicado en marzo de 2012.
La mayoría de las inversiones chinas en Brasil “buscan el establecimiento de ofertas para la exportación a su país de productos básicos, de los que somos grandes productores, como la soya, el mineral de hierro y petróleo”, explica a la agencia de noticiasInter Press Service (IPS) el economista Rodrigo Branco, de la Fundación Centro de Estudios del Comercio Exterior (Funcex).
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