Actualidad Jurídica -- Transición Democrática, Marco Jurídico -- John M. Ackerman
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domingo, abril 03, 2011
domingo, febrero 14, 2010
Para vivir mejor, que renuncie Calderón"
Desfiladero
*Manuel Camacho y las reformas a la ley de la gravedad
*Manuel Camacho y las reformas a la ley de la gravedad

Museo de la Ciudad de México, martes 9 de febrero de 2010: a la última hora de la tarde una multitud se congrega en el patio del hermoso edificio para ver, oír y aplaudir a la periodista Carmen Aristegui, que presenta bajo el sello de Grijalbo su nuevo libro: Transición: conversaciones y retratos de lo que se hizo y se dejó de hacer por la democracia en México. Entre las páginas 45 y 50 de ese volumen hay una interesante predicción de Manuel Camacho Solís acerca del futuro que nos aguarda, o nos acecha, a la vuelta de la esquina.
Aristegui le pregunta: ¿vamos a la democracia o estamos en un limbo, donde persiste un autoritarismo con pinceladadas democráticas? Camacho responde: “Lo más importante es (¿adivinar?) cuál va a ser el desenlace de todo esto. Primera posibilidad, seguir en la cuasi legitimidad, donde si hay cierta pericia y cierta suerte esto puede durar 10, 20 años, con enorme deterioro de la credibilidad del país.
“Segunda posibilidad, que esto no aguante y pasemos a la franca ilegitimidad, donde sólo se va a mantener el orden con la represión, la corrupción y la cooptación. Y entonces vamos a la anarquía o a un régimen autoritario que venga a poner orden. La otra posibilidad, que yo creo que es el gran reto, es cómo construimos una salida política democrática a esta crisis”. Y añade:
“Se construye con personas honestas, que puedan decir que no han participado en nada, que sean puras, pero también con política, con compromisos de mucha gente, con alianzas muy amplias. Quien crea que sólo con la parte pura del país va a dominar a todos los intereses, no entiende el país en el que vive”.
A la luz de estas palabras, para Camacho –ex regente capitalino, ex secretario de Relaciones Exteriores y ex comisionado nacional para la paz en Chiapas, todo ello durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, presidente espurio por excelencia–, Felipe Calderón es un gobernante “cuasi” legítimo. Según esto, el “golpe de Estado” (Rodríguez Araujo dixit) de 2006 habría sido un fraude electoral a medias.
En este sentido, si nada cambia, si un nuevo fraude impone en 2012 a Peña Nieto, o a cualquiera de los responsables del desastre actual, y “si hay cierta pericia”, la catástrofe se prolongará hasta 2022 o 2032. Pero si Peña Nieto resulta tan inepto como Calderón, y no hay “pericia”, el orden se mantendrá solamente “con la represión, la corrupción y la cooptación”. Y luego pasaremos a la anarquía, que será la antesala de “un régimen autoritario”, o sea, de una dictadura militar.
La alternativa, concluye Camacho, es construir “una salida política democrática” con “personas honestas (...) puras”, léase, los ciudadanos que militan en el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, “pero también con política, con compromisos de mucha gente, con alianzas muy amplias”, como la que respaldará la candidatura del fanático religioso y ecocida que preside la alcaldía de Cancún.
“Quien crea que sólo con la parte pura del país va a dominar a todos los intereses, no entiende el país en el que vive”, finaliza Camacho en su respuesta a Carmen Aristegui, vaticinando que López Obrador y el movimiento ciudadano (“la parte pura del país”) no podrán “dominar todos los intereses”, y por lo tanto la “salida política democrática” (sic) necesitará otros ingredientes.
Dentro del movimiento obradorista, Camacho dio sobradas pruebas de congruencia. Él no cree en la eficacia política –así se lo dice a Aristegui– de las “personas honestas”, ajenas a las malas artes del oficio. Como coordinador de las redes ciudadanas en el norte del país, durante la campaña electoral de 2006, en poblaciones como Querétaro, Torreón y Los Mochis –de acuerdo con testimonios en poder de esta columna–, hizo a un lado a la gente de a pie, pletórica de entusiasmo, de abnegación, de entrega y también de inexperiencia, para colocar en los puestos de mando a viejos dinosaurios priístas, que a la hora de la hora no sirvieron para nada. ¿Sí o no?
Pero sigamos con el planteamiento de Camacho. Para “dominar todos los intereses”, propone en síntesis, hay que aliarse a ellos. ¿Y no fue eso, precisamente, lo que hicieron Fox y Calderón antes de convertirse, uno en siervo, y otro en pelele, de los poderes fácticos? Ahora bien, Camacho alerta: si el próximo gobierno fracasa “y pasamos a la franca ilegitimidad” (según esto, la de Calderón sería una ilegitimidad ¿hipócrita?), “el orden se mantendrá sólo con la represión, la corrupción y la cooptación”.
Qué oportuna advertencia. Pero, ¿cómo se mantiene “el orden” actualmente? El Ejército apoya la “reforma política” de Calderón. La gente implora que el Ejército salga de Ciudad Juárez. Calderón apoya al Ejército. El segundo tribunal colegiado del Distrito Federal falla contra los mineros huelguistas de Cananea, y el Ejército rodea la mina.
La Policía Federal Preventiva se apodera de las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro, y la maniobra golpista, orquestada para privatizar una red de fibra óptica, ocasiona incontables apagones, que han afectado a millones de capitalinos. Las lluvias que azotaron el Distrito Federal y el estado de México hace 10 días inundaron miles de viviendas, y mucha gente perdió todos sus enseres domésticos, porque la falta de electricidad impidió que funcionaran las compuertas del sistema de drenaje profundo.
En lugar de reparar los desperfectos, la Comisión Federal de Electricidad, la “empresa de clase mundial” que por decreto de Calderón quedó a cargo de las antiquísimas instalaciones eléctricas del centro del país, “busca incrementar su capacidad de fuego por medio de la compra de armamento” (sic) para protegerse “ante dos fuertes amenazas, la guerrilla y los ex trabajadores de Luz y Fuerza que pueden dañar a 25 millones de usuarios”, de acuerdo con un documento interno de la paraestatal, denunciado anteayer por Fernando Amezcua, secretario del exterior del Sindicato Mexicano de Electricistas.
Camacho mira el presente desde el pasado; por eso, lo que sucede hoy le parece que aún es parte del futuro. Su predicción es un relato costumbrista de nuestra vida cotidiana hoy. Calderón, francamente ilegítimo desde julio de 2006, mantiene el “orden” (o lo que eso signifique) mediante la represión, la corrupción y la cooptación, y ante el caos que él mismo ha provocado construye a toda prisa un “régimen autoritario” para aplastar el descontento popular.
Los partidos que en el Congreso representan al movimiento de López Obrador que los elevó al Poder Legislativo, no pueden aliarse con Calderón para tratar de evitar que éste nos hunda en el caos en que ya nos debatimos. El proyecto de Camacho, y Jesús Ortega, y Alberto Anaya, y Dante Delgado, y César Nava, y Santiago Creel y Felipe Calderón y Vicente Fox, es la nueva Arca de Noé en que los peores animales políticos del país intentarán salvarse del diluvio. Y aquí va una predicción en serio: tendrán tanto éxito como si pretendieran aprobar en el Senado una iniciativa para reformar la ley de la gravedad.
Que no cunda el desaliento. López Obrador no los acompañará en esa obscena travesía. En breve, el periódico Regeneración, vocero oficial de la resistencia civil pacífica, dará a conocer su postura, fundamentada en un plan de cuatro puntos. Por su parte, el legislador perredista Agustín Guerrero anunció ayer, en el Museo de la Ciudad de México por cierto, que los diputados federales leales al pejemovimiento, propondrán que, el próximo 26 de febrero, los capitalinos cuelguen 5 mil mantas en los puentes peatonales del Distrito Federal, con una sola consigna: “Para vivir mejor, que renuncie Calderón”.
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miércoles, diciembre 23, 2009
Perro verde
MÉXICO, D.F., 21 de diciembre.- ¿Logró México transitar de un régimen autoritario, vigente durante más de siete décadas, a una verdadera democracia? ¿El régimen político que hoy impera representa cabalmente el sentir de las mayorías y se ejerce el poder desde la perspectiva del interés general? ¿La transición mexicana culminó? ¿Estamos aún en ella o, a la luz de lo que hoy vivimos y la perspectiva que se vislumbra, tendríamos que decir abiertamente que la transición fracasó? Preguntas necesarias que formula Carmen Aristegui en su nuevo libro Transición. Preguntas imprescindibles que debería hacerse todo ciudadano preocupado por el destino de su país. Preguntas definitorias para poder asumir una posición ante las iniciativas de reforma política planteadas por Felipe Calderón.
Porque las palabras usadas para describir al sistema político mexicano son métrica del desencanto y termómetro de la desilusión. Palabras como democracia incompleta. Transición truncada. Representación fallida. Impunidad institucionalizada. Simulación. Regresión. En vez de responder a los intereses públicos, la política promueve los intereses particulares. En lugar de resolver problemas, el andamiaje institucional los patea para delante. En vez de generar incentivos para la representación, las reglas actuales impiden que ocurra. En lugar de empoderar ciudadanos, la transición termina encumbrando oligarcas.
Como sugiere Juan Pardinas, la democracia mexicana es un “perro verde”. Es demasiado exótica. Es la única en el mundo –aparte de Costa Rica– en la cual no existe la reelección de legisladores o presidentes municipales. Es de las pocas en donde no se permiten las candidaturas ciudadanas. Es excepcional en cuanto a la ausencia del referéndum. Es inusual por la prohibición de la “iniciativa ciudadana”. Es extraordinaria por la ausencia de mecanismos para permitir la construcción de mayorías legislativas estables. Es mexicanísima por la forma en la cual encumbra a los partidos pero ignora a los ciudadanos. El perro mexicano se empeña en ser excepcional y para mal. Por eso su pelambre tiene un color tan distinto al de otros caninos. Por eso cojea en vez de correr. Por eso produce pleitos callejeros con tanta frecuencia. Por eso es una especie tan disfuncional.
Sobre su lomo están montados los sindicatos abusivos y las televisoras chantajistas y los partidos irresponsables y los gobernadores impunes y los oligarcas privilegiados. Todos ellos, progenitores del perro verde y beneficiarios de su excepcionalidad. Sin reelección no hay rendición de cuentas ni representación política completa ni profesionalización de la clase política ni manera de ir debilitando a los cacicazgos locales. Sin candidaturas ciudadanas no hay forma de romper el monopolio de los partidos y de los líderes sindicales sobre la vida política. Sin referéndum no hay manera de involucrar directamente a la población en la definición de los grandes temas nacionales. Sin la iniciativa ciudadana no hay forma de promover políticas públicas que la clase política no quiere tocar, incluyendo el combate a los monopolios. Sin elevar el nivel de votación para el mantenimiento del registro, seguiremos financiando a partidos pequeños –como el Verde o el PT– que se venden al mejor postor o promueven farsas como la de Juanito. Sin iniciativas preferentes no es posible obligar al Congreso a legislar sobre temas que rehúye, incluyendo la promoción de la competencia. Sin medidas como las que ahora se someten a debate nacional, los ciudadanos seguirán siendo poco más que pulgas de un perro rabioso.
Y sí, las propuestas provienen de un presidente impopular, acorralado, debilitado, que llegó al poder en condiciones cuestionables. Y sí, la lista es incompleta porque no resuelve todos los problemas del sistema económico o del régimen político. Pero eso no debería ser suficiente para descalificarlas de entrada; el odio al mensajero no debería oscurecer la importancia del mensaje que envió. México tiene una democracia descompuesta que necesita arreglar. México tiene una democracia atorada que necesita echar a andar. México tiene una democracia elitista que necesita ampliar. Abriendo espacios a la ciudadanía para que su participación cuente; generando incentivos para que los legisladores y los presidentes municipales se vean obligados a rendir cuentas, cosa que no hacen hoy; dando poder a los votantes para que puedan generar contrapesos sociales a los poderes fácticos; creando vínculos de exigencia y representación entre los gobernados y los gobernantes. Reformas con la capacidad de airear, sacudir, relegitimar, disminuir la excepcionalidad de la democracia mexicana y normalizar su funcionamiento.
Ante ellas, el PRI y el PRD se equivocan al posicionarse como lo han hecho, afirmando que las reformas son “una faramalla” o “reviven el presidencialismo agotado” o “pretenden que nada cambie” o “perpetúan el clientelismo electoral” o son “una distracción” o lo más importante es que “se controle al Ejecutivo con la ratificación de los secretarios de Estado” o “tengo serias reservas sobre modelos de organización política probados en otras latitudes, pero que no tienen historia, condición o idiosincrasia igual a las que tiene México” o “la ciudadanía no está preparada”. Al responder así, Carlos Navarrete y Jesús Ortega y Enrique Peña Nieto y Beatriz Paredes demuestran dónde están parados: cerca del statu quo y lejos de la ciudadanía; cerca de la partidocracia que quieren preservar y lejos de lo que México debe hacer para desmantelarla; cerca de prácticas que desacreditan a los partidos y lejos de empujar su rehabilitación; cerca del argumento espurio del excepcionalismo y lejos de la normalidad democrática que el país exige.
Para entrenar al perro verde hará falta más de lo que se ha propuesto hasta el momento, pero las medidas contempladas ayudan a colocar una correa democrática alrededor de su cuello. Para obligar al can a obedecer a los ciudadanos, en lugar de morderlos, será imperativo discutir la apertura de los medios y el financiamiento a los partidos y la desaparición del fuero y las acciones colectivas y el fortalecimiento de los órganos autónomos y el combate a la corrupción y todo aquello que les permita a los mexicanos proteger sus derechos. Todo aquello que obligue a los partidos a ceder parte de su poder. Todo aquello que refresque la representación política. Todo aquello que logre sacar a México de la jauría de las democracias exóticas, para colocarla en la camada de las democracias más normalitas. Y así, domesticar al perro verde.
miércoles, diciembre 09, 2009
Transición en claroscuro
Personajes de la vida pública disímbolos y aun contradictorios, políticos de recorridos largos y tortuosos, acusados y acusadores de la tragedia nacional, junto con testigos, intelectuales y opinadores, transcurren por las páginas del libro Transición. Conversaciones y retratos de lo que se hizo y se dejó de hacer por la democracia en México, de Carmen Aristegui, en coautoría gráfica con Ricardo Trabulsi. Recogemos aquí, con autorización de la editorial, fragmentos de los testimonios de seis protagonistas clave de la política nacional en las últimas décadas.
Luis H. Álvarez
–La elección (presidencial de 1988) fue considerada fraudulenta por el PAN y por el Frente Democrático. La izquierda no reconoció a Salinas pero ustedes permitieron el acercamiento con Salinas. ¿Cómo recuerda eso? –pregunta Carmen Aristegui.
–Me convencieron de que en el ámbito legislativo había mucho por hacer para mejorar el marco legal de ese entonces y así facilitar la participación de quienes luchaban por la democracia. Francamente no sé si hicimos lo correcto en ese momento.
–El caso es que todo esto derivó en las reformas a la autoridad electoral, pero Salinas llegó reconocido por figuras clave del PAN, como usted, Diego Fernández de Cevallos y Carlos Castillo Peraza. Eso estableció una nueva dinámica de la oposición electoral.
–En las elecciones locales sí se empezó a avanzar en el reconocimiento.
–¿A cambio de qué? Se le llamó concertacesión. Había un reconocimiento a la oposición a cambio de apoyar a Salinas.
–No creo que fuera tan meritorio por parte de la autoridad reconocer triunfos.
–Era una cosa muy novedosa.
–Sí.
–Dice que cree que se equivocaron, ¿en qué?
–Tal vez debimos haber sido más radicales.
–¿Qué le hubiera gustado que pasara?
–Haber exigido a Salinas un costo mayor. Por lo menos.
–El hecho de que Diego Fernández de Cevallos avalara la famosa quema de boletas tuvo su costo…
–Eso fue un error.
–¿Qué tan caro le salió al PAN?
–No sé si al partido o al país. Diego me dijo: “Si las boletas han estado en poder de ellos, ¿qué nos garantiza que no hayan sido modificadas?”. Yo sostuve que no debíamos ser nosotros quienes tuviéramos la última palabra.
Aristegui brinca al tema de la Ley Indígena y de las autonomías a propósito del movimiento zapatista.
–¿Se le tuvo miedo a las autonomías?
–Sí.
–¿Fue por la intervención de Diego Fernández en la opinión presidencial?
–Bueno, Diego en su campaña… fue un fogoso orador… realmente ha sido Diego… a mí me da la impresión de que en un momento dado no siguió luchando. Eso se lo digo aquí.
–¿Diego?
–Sí.
–¿Diego se frenó en la contienda?
–No sé.
–Fox es muy duro en su libro respecto a ese tema…
–¿Cómo?
–Vicente Fox cuestiona seriamente por qué frenó su campaña… Habiendo ganado el debate… Ganó el debate y se frenó.
–Sí, para mí es algo de lo que no tengo toda la explicación.
–Respecto a Vicente Fox: existe el Fox que usted y Manuel Clouthier incorporaron al movimiento democratizador, tenemos al Fox que gobernó Guanajuato, al candidato presidencial y al Fox que llega a Los Pinos e interviene en una batalla indebida para dejar fuera de la contienda a Andrés Manuel López Obrador hacia el final de su mandato.
–Esta idea no la he manifestado, pero yo creo que la mujer no le ayudó.
–¿Fue un factor nocivo?
–Yo creo que sí. Influyó en él. Pero sin Fox, un candidato carismático, el proceso de consolidación democrático hubiera tardado más en llegar.
Manuel Bartlett
Quien fue secretario de Gobernación con el presidente Miguel de la Madrid y responsable de la elección de 1988, dice que acabó como “el chivo expiatorio de una campaña sucia”, la presidencial de Carlos Salinas de Gortari.
Niega que él haya sido el responsable de la caída del sistema. Más bien, señala que quien se encargó de difundir esa versión fue el propio Carlos Salinas de Gortari.
Bartlett, odiado por la izquierda desde entonces hasta hace unos años, en que, primero, se incorporó a la lucha contra la privatización de Pemex, y ya recientemente a la batalla contra el duopolio de las televisoras y el rechazo a la liquidación de Luz y Fuerza del Centro, concluye sobre los comicios de finales de los ochenta: “Yo creo que ganó Salinas, honestamente yo creo que ganó Salinas. (Aunque) La distancia de votos no fue muy grande”.
Pero sobre Salinas, el también exgobernador de Puebla tiene más conclusiones.
“Salinas gobernó con el PAN, le abrió las puertas del poder y regaló posiciones como Guanajuato. Entonces se apodera del PRI y se pone de acuerdo con Fox.”
–¿Cómo? –pregunta Aristegui.
–Salinas se asocia con Fox, se reúne con él y le ofrece los votos que hoy le ofrece Beltrones a Calderón. Si le va bien a Fox le va bien a México, decía Salinas el día que (Roberto) Madrazo tomó protesta como presidente del partido. Yo decía lo contrario, si le va bien a Fox, al país le va de la fregada.
–¿Cuál es la salida, antes de una revuelta social?
–La salida es una expresión popular fuerte en este país, hoy o mañana.
–¿Existe eso?
–Se llama López Obrador.
–¿Se llama López Obrador?
–No hay otro.
Manuel Camacho
En 1988 era jefe del entonces Departamento del Distrito Federal y, se decía, brazo derecho de Carlos Salinas de Gortari. Habla de la polémica elección de ese año: “Hubo múltiples irregularidades”.
–¿Se traduce eso en fraude? –pregunta Aristegui.
–Sí, hubo cosas muy graves en la elección.
Revela que la convulsión política y social poselectoral se resolvió “en una negociación con el PAN y en una línea de civilidad con el FDN. Mi plan era pactar con el PAN, con la izquierda y con el PRI, pero Salinas dice: Yo me quedo nada más con este pedacito, es decir, armó el pacto conservador”.
–¿Cómo se dio la negociación con el PAN?
–Hubo una reunión en casa de Juan Sánchez Navarro. Asistimos Clouthier, Salinas, Don Juan y yo. Ahí plantearon las reformas que querían: la electoral, la del ejido, del artículo 123, de las iglesias y de la educación.
Hacia el futuro, Camacho Solís, tutor del actual jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard, habla del futuro del país y de Andrés Manuel López Obrador, aunque sin mencionarlo: “El gran reto es cómo construimos una salida política democrática a esta crisis. Se construye con personas honestas, que puedan decir que no han participado en nada, que sean puras; pero también con política, con compromisos de mucha gente, con alianzas muy amplias. Quien crea que sólo con la parte pura del país va a dominar a todos los intereses, no entiende el país en el que vive”.
Cuauhtémoc Cárdenas
–¿Hubo fraude en el 2006? –cuestiona Aristegui al hijo del expresidente Lázaro Cárdenas.
–No lo sé. Acción Nacional tuvo más votos para el Congreso que la Coalición de Andrés Manuel López Obrador; esto puede ser una señal del voto. Fue un grave error del gobierno no haber accedido al recuento. Hubiera quitado cualquier duda. A Felipe Calderón la legalidad se la dio el Tribunal.
–¿Le regateó apoyo a López Obrador y eso incidió en la elección presidencial?
–No creo. Decidí no participar en 2006 porque la contienda interna no fue equitativa. Hubo recursos externos al partido y a los precandidatos. Recursos del gobierno de la Ciudad de México. No diría que recursos fiscales, pero sí los que surgen de la política de la ciudad. Consideré que estaba en desventaja y que no tenía obligación de participar en la campaña. Sin embargo, mi voto fue para los candidatos de mi partido.
–¿Y hasta qué punto llegó el distanciamiento con él?
–Hay un distanciamiento porque diferimos acerca de cómo conducirnos en la política. Compartimos un partido, pero a ver qué queda de él después de estos días. Andrés Manuel y yo compartimos un partido… un partido partido.
Diego Fernández de Cevallos
–¿Qué opinas del fenómeno Enrique Peña Nieto?
–Con frecuencia escucho que sus críticos lo señalan como un producto que inventó la televisión. Eso no es exacto. Yo creo que Peña Nieto puede estar aprovechando espléndidamente todos los apoyos mediáticos y su posición política de gobernador, pero es un hombre que tiene carisma propio y nadie lo puede negar. Paralelamente las televisoras le están dando un juego muy importante a Marcelo.
–¿Como el plan B?
–Ni siquiera lo veo como el plan B, porque creo que las televisoras saben que Marcelo, a la hora de la verdad, no le va a sostener ni la vista al Peje, a pesar de ser mucho más inteligente y preparado que él. Pero el psicópata le lleva toda la ventaja del mundo. Peña Nieto es señalado por sus críticos como El carilindo que produjo la televisión, pero yo lo veo como un político con capacidad incuestionable para comunicarse y que trabaja consistentemente. Trae un posicionamiento en el Estado de México y en el país que no es solamente producto de la televisión.
–Parece tu candidato
–No, estoy diciendo la parte positiva, pero también creo que todo lo que fácilmente se eleva, fácilmente se cae. Por lo demás, si alguien considera que ya está definida la próxima elección presidencial con un candidato inalcanzable, se equivoca. Habrá quien piense que el Peje es gallo muerto, pero va a dar mucha camorra. Los rancheros sabemos que el carbón que ha sido lumbre, con facilidad se enciende.
Andrés Manuel López Obrador
–Se han generado muchas preguntas a tu alrededor. Una de ellas es de qué vives.
–Vivo de lo que obtengo del pago de presidente legítimo, 50 mil pesos mensuales. ¿De dónde se obtiene ese dinero? Pues de lo que aporta la gente.
–¿Y se mantiene el fondo?, ¿no has dejado de cobrar la quincena?
–No hemos tenido problemas mayores. También hay toda una leyenda acerca de dónde vivo. Dicen que soy una gente ambiciosa, que lo que me mueve es el dinero y que tengo casas en Santa Fe, en Las Lomas y en Miami.
–¿Cuántas casas tiene Andrés Manuel?
Una que me dejaron mi papá y mi mamá en Palenque… Es donde ellos vivían y ésa es la que tengo escriturada a mi nombre. Esa es mi propiedad. Lo otro son cuentos.
–¿Y en el Distrito Federal?
–Ninguna, porque el departamento en la colonia Del Valle está a nombre de Beatriz (Gutiérrez Müller) y el de Copilco a nombre de mis hijos. Cuando falleció Rocío dividimos todo, y es de ellos. Imagínate que fuera yo un falsario, ¡ya me hubieran hecho pedazos! ¿Tú crees que me atrevería a decir todo lo que digo si tuviera una doble vida o actuara de manera hipócrita?
El excandidato presidencial habla de Fox y de Calderón.
“Cuando todo mundo le quemaba incienso a Fox, yo pinté mi raya al grado que llegaba a un restaurante o alguna parte, se paraba la gente y me llegaban a decir: ‘Oiga, déjenlo, ¿no?, dejen a Fox’…”
–Es que venía llegando…
–Yo empecé a señalar desde el principio, al final pues no me equivoqué. Es un hombre torpe y en eso ahora compite con Felipe Calderón. Desde Guadalupe Victoria, el primer presidente de México, no habíamos tenido a un mandatario tan inepto. Hemos tenido presidentes represores y bandidos, pero ineptos, Calderón y Fox ocupan el primer lugar.
–¿Tú al frente de la candidatura (de 2012)?
–Lo que se va a decidir es qué proyecto de nación queremos. Más que ninguna otra cosa. Más de lo mismo o cambio. Por eso estoy muy tranquilo. ¿Quién va a ser candidato nuestro? El que esté mejor posicionado. En el juego para afectarme y demás, pues a lo mejor piensan que soy un obcecado y que lo que más me importa es ser candidato o ser presidente, eso ya también lo he superado. Soy un hombre de ideas y te diría que me importa más ser un hombre de nación que ser hombre de Estado. (Selección: Alejandro Caballero.)
viernes, noviembre 27, 2009
La transferencia del poder degradada: Aristegui


"Me resisto a la resignación (de una transición fallida). Es una obligación moral insistir en que se puede. Casi es una obligación moral asumir el papel de cada quien.
"A mí me parece que se puede trastocar el rumbo sila ciudadanía toma conciencia de lo que está pasando".
Lo anterior lo afirma la escritora y periodista Carmen Aristegui cuando habla sobre su visión de la transición mexicana.
En esta entrevista la autora explica de viva voz los motivos que le llevaron a escribir su libro "Transición" y qué criterios utilizó par determinar a quiénes debería entrevistar.
Este documento seguramente pasará a la historia como el que provocó una auténtico terremoto enla clase política priista, aun antes de ser publicado.
Y es que tan sólo la entrevista al ex presidente Miguel de la Madrir hubiera buscado para considerar al libro de Aristegui como un auténtico documento histórico a través del cual, los mexicanos nos pudimos percatar de lo poco que habíamos logrado en lo que ya parece ser una transición fracasada.
El libro recoge la visión de 26 reconocidos personajes sobre la transición política mexicana a través de interesantísimas entrevistas realizadas por la autora.
"Transición" además contiene estupendas fotografías de Ricardo Trabuslsi, que constituyen un auténtico tstimonio gráfico de los personajes entrevistados por Carmen Aristegui
Fuente: Reporte Indigo

VIERNES 27 DE NOVIEMBRE DE 2009
En la difícil transición mexicana del régimen autoritario —que dominó al país durante siete décadas— a uno de democracia representativa, han ocurrido frustraciones que causan desencanto social, mientras se suceden luchas de poder, encono, polarización, odios que no se disipan y, sin embargo, lo que sigue puede ser peor: hay una degradación de los mecanismos de la transferencia del poder presidencial en México, acusa la periodista Carmen Aristegui.
En libro de entrevistas denominado “Transición”, que sale a la luz pública el sábado, la periodista obtuvo las declaraciones del ex presidente Miguel de la Madrid en las que denuncia a su sucesor de narcotráfico, corrupción y complicidades; charló con más de una veintena de personajes de la política, de la academia y muestra un análisis del acontecer nacional de las últimas dos décadas.
Del ejercicio de mirar desde esas perspectivas disímbolas, Aristegui da cuenta:
“El panorama para México es inquietante; no es nada de lo que imaginamos que ocurriría, cuando en las urnas se decidió el cambio pacífico.
“¿En qué va a parar todo esto, qué sigue, de qué debemos de estar en alerta?”, se pregunta ella al abrir una conversación con este diario. Y dice:
“El problema esencial por venir va a ser la reinstalación del PRI en el poder presidencial, de la forma en que lo está haciendo ya. Televisa escogió como candidato a Enrique Peña Nieto (gobernador del estado de México) y va a negociar con el PRI el membrete para tenerlo de presidente. Eso es peor que el dedazo, el método de trasferencia de poder que se daba en el régimen autoritario, pero con un código diseñado de 70 años”.
Casi afónica, Aristegui, una mujer delgada, de mediana estatura, fuerte en la expresión, es un torrente de palabras.
“Es impresionante ver cómo se construye una candidatura desde la televisión, la de Peña Nieto, que aparece como el más popular, lo inevitable, aun cuando todavía no hay campañas. Poderes particulares han invertido demasiado para ponerse por encima del poder político”.
Está sentada al filo del sillón en la oficina de su editor, Random House Mondatori.
¿El libro puede generar un debate sobre los problemas actuales?
El texto aspira a dar al lector un estímulo para pensar las cosas, con el conocimiento de los asuntos de este largo trayecto, de 1988 a 2009.
¿Satisfecha de documentar episodios de la historia?
Me quedo muy satisfecha y quisiera pensar que el libro (“Transición”) abonará a la necesaria revisión que debemos hacer.
“Lo único que no se vale es la indiferencia, la pasividad. Hay que llamar a la ciudadanía a tomar sus espacios en la construcción del país”.
Cada entrevista va con retratos que tomó el fotógrafo Ricardo Trabulsi, quien dice:
“A través de la cámara vi personajes de novela de Balzac, marcados por el ejercicio político; lo denotan en sus rostros. En la mayoría de los retratos hay puños cerrados, diciendo: ‘Estoy peleando, desde donde estoy’, como Manuel Bartlett”.
Los entrevistados hablan historias desde 1988, pero 2009 da una carga muy fuerte al libro.
Aristegui responde:
Ese es el espíritu mayor del libro, plantear qué pasa, visto por quienes han tenido que ver para que nos esté pasando esto, para bien y para mal.
Lo que dijo De la Madrid causó revuelo, pero no tuvo consecuencias. Fue una expresión del no pasa nada.
Lo que ocurrió tras su difusión por MVS, muestra las enormes dificultades del país para vivir
en democracia.
Se echó a andar una operación de silenciamiento de un ex presidente, por otro ex presidente, y lo mataron metafóricamente.
¿Y no pasó nada?
Las declaraciones graves no merecieron una investigación ministerial. El no pasa nada retrata un panorama que no es para alegrar a nadie.
¿“Transición” es un gran mural, con 26 retratos del viejo sistema y de reglas que van surgiendo?
Es un mosaico de voces, muy diverso, plural y contrastante de personas que han tenido que ver con la historia del país.
¿Qué vio Aristegui en las charlas?
Seres humanos con sus luces y sombras; gente dispuesta a hablar de sus experiencias y a contar detalles no conocidos.
juan.arvizu@eluniversal.com.mx
viernes, abril 24, 2009
El fracaso de la transición

MÉXICO, D.F., 23 de abril (apro).- La encuesta que se acaba de publicar sobre la cultura política de los mexicanos es un indicador del tremendo fracaso de lo que un día consideramos la transición hacia la democracia, y es caldo de cultivo para el autoritarismo impune que nos corroe y nos invade día a día.La encuesta realizada por el INEGI (órgano gubernamental), a petición de la Secretaría de Gobernación, muestra además que esa masa de ciudadanía inerte ante las medidas de autoridad es, al mismo tiempo, taimada, desconfiada, irreverente, no confía en las instituciones del populacho: ni en los partidos políticos ni en el Congreso.
Se antoja pensar que menos puede estar interesada en que haya paridad en las listas electorales y los órganos de representación popular. Da igual una política que un político. No se puede saber si hay alguna diferencia y no se puede saber si existe algún beneficio.Dice esa encuesta, aplicada a sólo 4 mil personas mayores de 18 años en todas las entidades del país, que la gente sigue creyendo que el o los gobiernos deben resolverlo todo; creen más en la Iglesia que en el Instituto Federal Electoral (IFE) y no le da valor a leyes y normas.El trasfondo indica que no reconoce en las leyes la solución de sus problemas, por ello el valor a los diputados y los partidos políticos no existe en la cabeza de quienes han visto reducido su ingreso, perdido su empleo, lastimada su familia por un secuestro o por un fuego cruzado que le hizo perder un ser amado. Digo, si lo que esa encuesta dice es verdadero, si acaso sólo el 4% cree que vale la pena el trabajo de los partidos políticos, el 96% no confía ni un ápice en esas formaciones que alguna vez significaron la palanca para la convivencia social y la democracia.Se confía más en la Iglesia (42%) o en el Ejército (38%), e incluso en el IFE (31%), que en los y las políticas, y se espera (77%) que el gobierno resuelva todo.
El gobierno es identificado como el que administra y decide: Felipe Calderón, los gobernantes locales y autoridades municipales.Además, menos del 25% de las personas interrogadas piensan que tiene algún valor participar en política. Eso hace bien claro que no les interesa, y si participan es para conseguir empleo, como en las organizaciones sociales o no gubernamentales.Con estas cifras pudiera suponerse que son muy pocas las personas que trabajan en la tarea colectiva o humanitaria, pro activa, para defender los derechos humanos o construir ciudadanía. Y digo, puede suponerse, porque hasta ahora estas encuestas no se sabe si nos devuelven un retrato o mapa real. Funcionan con cierta cercanía en los casos electorales, pero no sabría qué sucede en esto de medir la conciencia cívica y la cultura política.
Si esta encuesta tiene razón, habrá que esperar que el próximo 5 de julio dé lo mismo quién o quiénes tendrán la mayoría, porque de todas maneras existe una profunda distancia entre las élites y la sociedad: la desconfianza; sin embargo, no me dice que habrá inmovilidad, pura contemplación.
Debiera preocuparles a los dirigentes partidarios saberse despreciados, inocuos en su tarea de despellejarse para llegar a ocupar las curules, si su paso por esta historia es simplemente despreciado. Si tuvieran ética y emoción política, alguna responsabilidad histórica, se preocuparían.
Pero como eso, estoy segura, no les importa, seguirán cobrando, haciendo leyes a la medida de la urgencia gubernamental y otras sin presupuesto ni efectividad. Como la Ley General de Igualdad entre mujeres y hombres, la de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia –en épocas de ejecuciones cotidianas y fuegos cruzados–, donde el signo es la desigualdad, precisamente, porque a nadie le interesa el cambio, el diálogo, los homicidios, la persecución, evitar la impunidad y trabajar por la democracia, esa puerta siempre nombrada pero jamás abierta entre los demagogos y aprovechados que bien identifican a la población y la desprecian alegremente.Me parece una perspectiva bien dolorosa. Mucho más después de leer relatos e historias verdaderas de lo puede significar y significa ya para muchas personas el caos y la ingobernabilidad, la barbarie y las armas.No sé por qué me parece que el testimonio de Clara Rojas, sobre su cautiverio de seis años a manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que acaba de presentarse en Madrid, me hizo sentir que no tenemos remedio como humanos. Lo mismo dice la novela La Multitud Errante, de la también colombiana Laura Restrepo, sobre los desplazados en la historia de ese país. En México todavía no hay narraciones suficientes sobre Michoacán o Sinaloa, y nadie tampoco atiende los muchos que sí existen sobre Ciudad Juárez, las asesinadas y su entorno. Nadie se da por enterado.
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