Javier Flores
Creo que algunos de los intelectuales que apoyaron a Felipe Calderón deben sentirse algo incómodos. El proyecto de presupuesto para 2007, es decir, el instrumento para definir la estructura y el rumbo del país, tiene un mensaje muy claro: la educación, la ciencia y la cultura no importan.
El proyecto que se envía a los diputados, expresa una idea, un propósito y un camino. Nos revela el tipo de país que los diseñadores del presupuesto imaginan. Los recortes a la educación, la ciencia y la cultura, muestran la concepción que se tiene sobre estas expresiones de lo humano, que son, a la vez, elementos indispensables para el desarrollo.
¿Cuál ha sido la reacción y cuál su desenlace? Desde luego se ha manifestado un enorme rechazo por parte de los grupos que han sido afectados y por quienes entienden la importancia de estas tareas. La cámara de diputados, si queremos entenderla como el punto en que convergen la propuesta presupuestaria y los desacuerdos sociales, modificó parcialmente la iniciativa, pero no al grado de tocar la idea que está en la médula del proyecto original.
No pretendo desconocer la importancia de lo que ocurrió en San Lázaro, que expresa la relación actual entre dos poderes, pero creo que el proyecto de Calderón terminó por imponerse. Esto ocurrió gracias a la asociación entre el PAN y el PRI. Un partido sin identidad ni ideología, agarrado a las enaguas del PAN. Eso si es un peligro para todos.
La formación de las próximas generaciones de mexicanos, la creación de conocimientos y las diversas expresiones del arte y otras modalidades de la creatividad humana, no forman parte de la idea de país que tiene el grupo gobernante.
Afectar a la educación y a la ciencia significa, que el desarrollo económico del país no va a pasar por ahí. Entonces, se está decidiendo desde el principio, abandonar la pista del aprendizaje y la innovación. Frente al mundo, en lugar de entrar a la competencia entre iguales, buscando los mercados externos, decidimos ser... bananeros.
Pero hay algo más acerca de la ciencia. Es una actividad que jamás podrá ser destruida. Es la expresión de una parte de la naturaleza humana: la curiosidad.
El grupo gobernante es enemigo de la ciencia. Nunca dirán que están en contra de ella, pero hay que recordar el concepto Vaticano de una ciencia por la vida, que repiten como pericos los legisladores panistas cuando llega la oportunidad, es decir, una ciencia pro-vida... Pero la curiosidad no tiene límites.
Sin embargo, el daño puede ser muy grande. Si un solo centro de investigación o un proyecto científico es eliminado como consecuencia de la idea de Calderón, será un golpe tremendo contra México.
A mi me gustó la frase: "Un país sin cultura es un país sin alma". Entonces la nación que se perfila, es una de ignorantes, sin conocimientos propios, por lo tanto dependientes de otros, y además, sin alma. Para colmo se trata de la visión de un gobierno que llegó al poder por medio de un fraude.
Pero todavía queda mucho por ver, especialmente qué es lo que queremos y decidimos los mexicanos.
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