lunes, mayo 28, 2007

A la derecha de la derecha de la...

Hermann Bellinghausen

Cortos nos estamos quedando al hablar de la "derechización" en curso como si sólo fuera parte de un ciclo, un péndulo al que estuviéramos acostumbrados. Lo que está copando los poderes nacionales y planetarios va mucho más allá. La derecha neoliberal, liderada por el gobierno de Washington y el poder financiero, va "por todo", incluida la historia (la memoria), y se permite decir disparates que ya nadie se atrevía, como la reciente puntada del papa Ratzinger en Brasil.

Según reportó Reforma el 14 de mayo, "la religión católica no fue impuesta por los conquistadores españoles a las poblaciones americanas, dijo el papa Benedicto XVI al inaugurar la quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Aparecida, Brasil. 'El anuncio de Jesús y su Evangelio no supuso en ningún momento una alienación de las culturas precolombinas ni fue una imposición de una cultura extraña', dijo".

Sí, eso dijo. Las respuestas fueron tan contundentes, aunque poco publicitadas por los medios, que allá en Roma el Papa debió retractarse, como diciendo: bueno, sí, llegamos y nos los sonamos, se nos pasó la mano. Pero cayeron en la buchaca de mi Dios. Disculpen las molestias que esa obra ocasionó.

Como recordaba alguien desde el Congreso Nacional Indígena, hay en la casa comunal de San Pedro Atlapulco, estado de México, una pared que dice: "Cuando llegaron los blancos, nos dijeron que cerráramos los ojos para rezar juntos; cuando los abrimos, nosotros teníamos su Biblia y ellos nuestras tierras". La organización indígena Ecuarunari, la más importante de Ecuador (y la mayoría de sus pueblos, católicos), no se guardó de contradecirle su palabra al Papa: "Ya no es la hora de renovadas conquistas en nombre de nada".

Lo grave es que a los nuevos líderes no les importa decir tonterías. Y lo más escalofriante es que sus tonterías devienen realidad. De vanguardia como siempre, Francia ofrece un gran paso del cinismo neoliberal con ese presidente que eligieron, Nicolas Szarkozy. Millones de personas aprueban lo que él señala.

Y dice: "La herencia del mayo de 1968 ha introducido el cinismo en la sociedad y la política. Vean cómo el culto al rey dinero, la ganancia en el corto plazo, la especulación; vean cómo las desviaciones que ha sufrido el capitalismo financiero fueron provocadas por los valores del mayo de 1968". Ajá, Szarkozy acusa a los sesentayocheros de haber ¡desviado y pervertido al capitalismo! Un falaz procedimiento, favorito de los fascistas de todas partes.

El 29 de abril, el candidato de la derecha francesa (que vencería a la postre a la izquierda de derecha que le disputaba el gobierno) cerró su campaña en la Alta Saboya con una sorpresiva aparición en un acto conmemorativo de la Resistencia (celebración más propia de la izquierda, por así decir). Rodeado de una multitud de jóvenes que llegaron con él, Szarkozy, el mano dura, el provocador, el represor, "el comisario"(lo llama Dominique Dhombres en Le Monde), apuntó: "Vean cómo la oposición a todos los reparos éticos contribuyó a debilitar la moral capitalista".

El revisionismo desatado, que en México enarbola con entusiasmo el gobierno calderonista, permitió a Sazarkozy acusar al 68 francés de "imponer el relativismo moral, la idea de que todo se vale, que no hay diferencia entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, lo feo y lo bello. Nos han hecho creer (los del 68) que no debe existir ninguna jerarquía de valores. Así, dejó de haber valores, y desaparecieron las jerarquías".

A Ratzinger le salió el tiro por la culata. Viajó a Sudamérica a cuidar su clientela y la ofendió. Lo de Szarkozy es más preocupante. Trae un "nuevo" discurso, a la medida de los medios, de la cultura audiovoisual, consumista y descreída que el neoliberalismo prohíja. Y por eso la gente votó por él.

El escritor John Berger vive en la misma Saboya rural desde hace décadas, y fue también a la celebración en Plateau des Glieres, donde se apareció el audaz Szarkozy. Para Berger, el hecho fue "chocante", una provocación. Entrevistado para el influyente programa radiofónico de Daniél Mermet y Antonio Chao, Berger puso las cosas en su lugar: "En el nuevo orden económico mundial vamos a una tiranía que apela a un orden tiránico. Su ideología es la supresión de la historia. Maximaliza la ganancia. El futuro no existe. Ni el pasado. Los medios hablan de una 'consumación'".

Pero, abundó Berger, "la historia se hace de los esfuerzos de la gente anónima que da su vida en solidaridad con las causas que nacen y florecen en los grandes movimientos de la historia. Lo que (los nuevos gobernantes) quieren es cambiar el sentido del destino humano en el planeta. Para ellos, un Van Gogh es una ventana vacía. Pero la historia resulta siempre complicada. No podemos caricaturizarla. El 'nuevo' orden social tiene una visión muy pobre de la expresión del espíritu humano". Y remató: "Szarkozy es un representante de este orden tiránico". Acá podemos agregar que Felipe Calderón es otro más.

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