Gloria Muñoz Ramírez
Actualmente se implementa en los territorios rebeldes zapatistas una de las ofensivas más alarmantes de la última década, quizá sólo comparable con la emprendida en el periodo 1997-1998, cuando los gobiernos priístas encabezaron una campaña militar y paramilitar sangrienta en contra de las comunidades indígenas en resistencia. Después de la masacre de Acteal y del posterior e inútil intento gubernamental por desarticular a los municipios autónomos zapatistas, miles de voces, individuales y colectivas, de México y del mundo se alzaron para rechazar la salvaje embestida.
Hoy el país y las circunstancias son distintas. Los medios de comunicación no están ni abundan las voces que se levanten contra la impunidad, pero el clima en Chiapas es tan tenso como entonces. Las autoridades autónomas del municipio San Andrés Sakamchen de los Pobres están amenazadas de muerte por el grupo paramilitar autodenomidado Opddic roja. El pretexto de los paramilitares es que el consejo zapatista está por inaugurar un mercado municipal autónomo y una primaria en unas instalaciones recuperadas en 1994. Simultáneamente, en la zona norte del estado, la junta de buen gobierno denunció el hostigamiento en el municipio autónomo Ak‚abalna, de un grupo paramilitar formado por aproximadamente 50 personas armadas y uniformadas pertenecientes al PRD y al PRI, mismos que cuentan con el respaldo del Ejército y la policía del estado. Las amenazas son porque los quieren despojar de las tierras recuperadas que conforman la comunidad Nueva Revolución.
Una acción más contra los territorios recuperados ocurrió en Bolom Ajaw. Aquí se dio una situacional alarmante que exhibió una estrategia conjunta entre los gobiernos federal y estatal, los paramilitares y los medios de comunicación locales (y algunos nacionales), que reprodujeron la versión de que en esta comunidad se produjo un “enfrentamiento” entre “milicianos zapatistas armados” y personas del poblado. La realidad es que miembros de la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (paramilitares) hirieron a tres zapatistas civiles desarmados, como parte de una estrategia que tiene como objetivo desalojar a 41 familias zapatistas de 339 hectáreas recuperadas, mismas que el gobierno quiere destinar a “proyectos ecoturísticos”.
Asimismo en esta semana, el PRD chiapaneco logró unir a zapatistas, perredistas y priístas en su contra, para rechazar la contaminación del río de la comunidad Los Mangos (en Pantelhó), ocasionada por el drenaje que construyó el alcalde del PRD, Armando Cruz, célebre por “despachar desde San Cristóbal de las Casas, por sus actos de corrupción y por su ineficacia”.
El ambiente en Chiapas es cada día más tenso. Es preocupante el silencio mediático, como lo es la indiferencia, deliberada o no, de sectores de la comunidad nacional e internacional. En 1997 hubo avisos alarmantes. Hoy, como hace 10 años, las comunidades zapatistas resisten y construyen, contra viento y marea, ese otro mundo posible que ha inspirado al mundo entero.
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