La “degeneración” alemana
Joachim Meisner
Foto: www.federacionatea.org
Berlín, 24 de septiembre (apro).- “Allí donde la cultura se desacopla del culto, de la veneración a Dios, el culto se entumece en ritualismo y la cultura se degenera”. Tales fueron las palabras pronunciadas por el arzobispo de Colonia, Joachim Meisner, el pasado 14 de septiembre, durante la inauguración de un museo de arte perteneciente a su diócesis. El término escogido por el cardenal Meisner, “degenerar”, tiene en Alemania una connotación prohibitiva: es el mismo que los nazis utilizaron para atacar el arte que no comulgaba con su ideal estético. En 1937 el ministro de Propaganda del gobierno nazi, Joseph Goebbels, organizó en Munich la exposición difamatoria “Arte Degenerado”, con 650 obras de arte moderno confiscadas por el régimen. Para los nazis estas obras eran ejemplo de “anarquía”, de “estupidez absoluta” y de “ennegrecimiento”, en un sentido racista y peyorativo del término. Desde entonces en Alemania se asocia el término “degenerado” con el caldo de cultivo que incitó las persecuciones, la destrucción y los asesinatos en gran escala llevados a cabo por los nazis. Algunos críticos del arzobispo Meisner van aún más lejos: sospechan que en su caso el uso de la jerga nazi es desafortunado antes que intencional, y sugieren que el sentido de sus expresiones habría que buscarlo en posturas de la Iglesia católica anteriores al Renacimiento.La expresión elegida por el arzobispo ha desatado una ola de rechazo. La indignación alcanzó a políticos de todos los partidos, incluyendo la Unión Democristiana (CDU), de la canciller Ángela Merkel. Su ministro de Cultura, Bernd Neumann, calificó lo dicho por Meisner como “totalmente inaceptable”. Para el líder del Partido Liberal (FDP), Guido Westerwelle, las expresiones son “intolerantes, ignorantes e indignas de un alto representante de la Iglesia”. El Consejo Central de los Judíos en Alemania tildó a Meisner de “incendiario espiritual” y pidió a la Iglesia católica que asumiera una posición al respecto. Tras señalar que el arzobispo no tiene la menor idea acerca de arte moderno, el presidente del PEN Club alemán, Johano Strasser, sostuvo que “también el cardenal debería acostumbrarse a que hay varios caminos que conducen a Dios, a la comprensión de uno mismo y de la existencia humana, y que el arte moderno es uno de ellos”. El presidente de la Academia de las Artes, Klaus Staeck, supone que el arzobispo no es ningún nazi encubierto, pero que conoce perfectamente las resonancias del vocabulario usado y, por lo tanto, debería disculparse. Esto es justamente lo que el arzobispo no parece estar dispuesto a hacer.
Soldado de Dios
En su acepción médica, el término “degeneración” existía mucho antes de que Hitler asumiera el poder. En 1892, el investigador cultural Max Nordau fue el primero en hablar de una degeneración del arte. Los nazis le aplicaron el término a todo el arte moderno de comienzos del siglo XX, fuera expresionista, dadaísta o abstracto. Las figuras humanas deformadas por los expresionistas eran condenadas para enaltecer los cuerpos jóvenes y fuertes plasmados por el escultor Arno Breker o la cineasta Leni Riefenstahl. El historiador del arte Christoph Zuschlag no cree que el arzobispo haya caído en un desliz. “Pienso que se trata de una elección consciente de las palabras, y eso empeora todo”, dice a Apro. “Ese concepto está en la boca de todo el mundo, justamente porque en estos días se cumplen 70 años de la exposición nazi. Un intelectual como Meisner debería ser consciente de su alcance. A través de este concepto, evidentemente él ha querido decir algo, y ahí se encuentra, a mi juicio, la carga explosiva del asunto.” Los pocos que han salido en defensa del arzobispo aducen un malentendido o un pecado de senilidad. El Comité Central de los Católicos Alemanes sostuvo que Meisner es “un hombre viejo” y que no midió las consecuencias que tendrían sus palabras. Meisner tiene 73 años y le quedan todavía dos al frente del arzobispado de Colonia, uno de los más poderosos del mundo. Si se le quita a sus palabras el contenido nazi, el arzobispo queda de todas formas mal parado. El hecho de oponer lo religioso a lo profano dentro del arte coloca a Meisner en una posición anterior al Renacimiento. Es a partir de esta época que los artistas dejan de inspirarse en los motivos religiosos y de articular su arte por completo a las necesidades de la curia y de la realeza, para transmitir, antes que nada, un sentimiento estético: alegría frente a las formas, los colores, la vida y los cuerpos. Algunos editoriales de la prensa alemana señalaron que las palabras del arzobispo de Colonia denotan, más bien, una provocación. Meisner se formó en Alemania Oriental. Se ve a sí mismo como un “soldado de Dios” a quien el viento siempre le ha soplado en contra. Es sabido que siendo obispo en la República Democrática Alemana, Meisner se negó a un encuentro con el jefe de Gobierno, Erich Honecker. De tendencia conservadora, Meisner se tutea con el Papa Benedicto XVI, y comparte sus postulados en favor del celibato, en contra de la ordenación de mujeres o la participación de sacerdotes católicos en cultos evangélicos. Sus declaraciones públicas han desatado ya varias polémicas. En 1998, Meisner dijo que los alemanes carecían de autodisciplina, moral y pureza. En 2003, sostuvo que la homosexualidad no figuraba entre las intenciones creadoras de Dios. Y en 2005 comparó el aborto con el Holocausto. Esta vez las quejas fueron tan grandes, que el arzobispo debió retractarse en público.
Por casa
La provocación del arzobispo delata, según otros analistas, falta de aceptación frente a la pérdida de influencia. La renuncia a las dos principales iglesias cristianas –católica y evangélica-- es muy elevada en Alemania. Cada año 180 mil personas abandonan la Iglesia evangélica y entre 100 y 130 mil dejan la Iglesia católica. Entre los motivos expresados por quienes renuncian están la insatisfacción con la cosmovisión de la Iglesia, y la crítica a sus postulados en torno a temas como la contracepción, la pareja homosexual, el aborto, la igualdad de derechos entre los sexos. Otra de las causas importantes de deserción es el impuesto que las Iglesias cristianas reciben de los salarios de los fieles y que el Estado federal se encarga de recaudar. En los últimos años han tenido incidencia los escándalos en las filas de la Iglesia y la revelación de casos de sacerdotes que han abusado de menores.Justamente un caso que sacude a la Iglesia católica alemana por estos días es la detención, a fines de agosto, de un sacerdote acusado de abusar de niños. Se trata de Peter K., de 39 años, quien fuera sacerdote en dos pequeños pueblos de la Diócesis de Regensburgo. En 1999, en el pueblo de Viechtach, dos niños que oficiaban como monaguillos fueron manoseados por Peter K., tras ser inducidos a desnudarse. Cuando los padres se quejaron al obispo de Regensburgo, Gerhard Müller, se les pidió que no hicieran la denuncia policial, ya que todo se arreglaría internamente. Los padres percibieron una compensación en dinero por los abusos. Sin embargo, un familiar denunció al cura, que fue condenado a un año de prisión en suspenso. Sin embargo, en 2004 el religioso fue destinado con un expediente blanqueado al pueblo de Riekofen. Meses atrás, al conocerse el pasado de Peter K., surgieron también en este pueblo denuncias contra el sacerdote, que se suponen bastante más serias que las que sirvieron para condenarlo. Los reproches alcanzan también al arzobispo Müller, a quien se acusa de haber protegido a un abusador de niños y comprado con dinero el silencio de los padres. Ya en 2004 se había producido en Falkenberg un caso parecido. Cuando los padres de la víctima se dirigieron al Obispado de Regensburgo para mostrar su consternación y su desagrado, se les entretuvo con promesas. Recién cuando presentaron la denuncia ante la policía, el sacerdote abusador fue retirado del servicio religioso.
Como vemos la Iglesia, es otra institucion en crisis, en decadencia total.......Y por lo que respecta a esos que tenemos nuestro DIOS y nuestra FE, no necesitamos quien la represente y mucho menos que la ejerza (esa representacion) con fines de lucro, que es ir contra todos los principios eticos y morales de la doctrina.
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