Jaime Avilés
Reviven el plan privatizador de 10 puntos
Derrotarlo, nueva misión de la próxima CND
Piden premiar al autor de la estatua de Fox
Si a toda acción corresponde una reacción, al hecho político concreto que el Desfiladero pasado divulgó –“Rebelión en el PRD”–, le ha correspondido la aparición de un bloque formado por Cuauhtémoc Cárdenas y la corriente de los Chuchos, o Nueva Izquierda, que en realidad es la nueva derecha de la vida política nacional, contra el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Los Chuchos reaccionaron en dos carriles: impulsando una cacería de credenciales de elector para afiliar al PRD a los más pobres, a cambio de limosnas, como lo está haciendo el senador René Arce en la colonia Portales, y con declaraciones de la presidenta de la Cámara de Diputados, Ruth Zavaleta, sobre la existencia física de la “presidencia constitucional” (recontrasic) de Felipe Calderón.
Por su parte, Cuauhtémoc Cárdenas aseguró que en México hay “un gobierno constituido, reconocido por otros gobiernos, que emite decretos, que nombra funcionarios, que toma decisiones, que maneja el presupuesto, que envía iniciativas y que de hecho está reconocido por todos los sectores de la sociedad”. Ahora bien, si ese “gobierno” surgió de un fraude electoral, esa es una “polémica” en la que el ex comisionado foxista para las fiestas del bicentenario “no estaría” (¿metido, interesado o qué?).
Zavaleta y Cárdenas condicionaron el reconocimiento de Calderón a un mero problema de percepción sensorial, enfoque éste que, por su parte, el candidato del PRD al gobierno de Michoacán, Leonel Godoy Rangel, repitió groseramente (porque se lo explicaron de manera burda, sin duda) al externar en conferencia de prensa que “están mal de sus facultades mentales los que no aceptan que el presidente es Calderón”.
Cárdenas Solórzano renovó con estos desplantes una fórmula que le funcionó muy bien en 2001, cuando orientó a su hijo Lázaro, en aquel tiempo senador y aspirante al gobierno de Michoacán, a rechazar la ley de derechos y culturas indígenas, basada en los acuerdos de San Andrés, que impulsaban las comunidades zapatistas de Chiapas y millones de mexicanos.
Lázaro votó en contra y Vicente Fox supo que en él tendría un aliado seguro y confiable, cosa que los años siguientes corroboraron rotundamente cuando Cárdenas Batel, como gobernador, hizo posible que la “pareja presidencial” adquiriera la playa de El Tamarindillo, y Marta Sahagún construyera un monstruoso “centro cultural” en la plaza de armas de Zamora, adefesio que atenta contra los valores arquitectónicos de la ciudad.
Ahora, con su estocástica arenga sobre la existencia física del gobierno de Calderón, Cárdenas Solórzano pretende renovar su acuerdo con la ultraderecha panista, garantizándole que el dócil pero confuso pepsiquiatra Godoy sabrá servirla como en su momento lo hizo Lazarito. Sin embargo, más acá de asuntos de carácter regional, las coincidencias conceptuales entre Zavaleta y Cuauhtémoc sobre Calderón ponen de relieve la existencia de una triple alianza entre Cárdenas, los Chuchos y el grupo golpista de Los Pinos para concretar la reforma energética en este sexenio, y cuanto antes mejor, a pesar de la oposición obradorista.
De acuerdo con fuentes que poseen información privilegiada al respecto, la base de este entendimiento es el plan de 10 puntos que el ingeniero Cárdenas Solórzano expuso el pasado 18 de marzo ante la tumba del general Lázaro Cárdenas del Río, para insistir en la tesis de que Pemex debe abrirse a la inversión privada sin dejar de ser patrimonio de la nación.
Eso es lo que, según los datos disponibles, estarían discutiendo los coordinadores parlamentarios del PRIAND –o Partido Revolucionario Institucional de Acción Nacional Democrática– en el Senado de la República, para darle forma jurídica a la propuesta de Cuauhtémoc, algo que los Chuchos negarán en todos los foros, como ya lo intentó, en una airada carta a este diario, dirigida al autor de esta columna, la ex diputada federal Angélica de la Peña, esposa de Jesús Ortega, y ex promotora de salones de relajación en Polanco para legisladores estresados.
La presunta inminencia de un acuerdo de cúpula entre el PRIAND y Los Pinos para iniciar la privatización encubierta de Pemex, por otra parte, está en el centro de las preocupaciones que animan la convocatoria a la tercera asamblea de la Convención Nacional Democrática, citada para el domingo 18 de noviembre en el Zócalo, con propósitos muy claros.
Tal como algunos miembros de la comisión organizadora lo anunciaron anteayer, jueves, en el Club de Periodistas, ese día López Obrador formulará cinco propuestas de acción: una, para impedir que se aplique el nuevo impuesto a la gasolina y frenar el alza de precios; dos, para enfrentar la apertura, en 2008, del mercado al maíz y al frijol de Estados Unidos; tres, para defender la soberanía nacional, es decir, para tomar providencias contra el Plan México, mediante el cual Washington enviará mil millones de dólares y soldados a nuestro país; cuatro, para impedir la privatización de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad, y, cinco, por el respeto a los derechos humanos.
Si otras reformas, como las del Seguro Social y del ISSSTE, fueron aprobadas porque tomaron por sorpresa al movimiento social, la reunión del 18 de noviembre trazará medidas para que esto no vuelva a ocurrir. Y en el caso específico del petróleo, para conjurar un albazo legislativo que los Chuchos podrían estar cocinando con priístas y panistas, incluso, para diciembre. De allí la posibilidad, no descartada, y que tanto revuelo suscitó en pasadas fechas, acerca de la hipotética ruptura de López Obrador con la corriente mayoritaria del PRD.
Pero mientras son peras o manzanas, en la base de ese partido continúa la rebelión contra los Chuchos, con renovados llamamientos de la corriente Izquierda Unida, que anima Marcelo Ebrard, a que los militantes del movimiento obradorista se afilien al PRD y voten por Alejandro Encinas en las elecciones internas de marzo. A este respecto, desde Oaxaca, el doctor Maurilio Manlio Mayoral García opina que “ante la traición de los Chuchos, se propone la afiliación masiva de renegados de todo el país para elegir a Encinas y refundar, desde abajo, el PRD”.
En tanto, la enigmática pielsatinada@ hotmail.com se opone a la idea de llamar a los ciudadanos a afiliarse, votar por Encinas y darse de baja inmediatamente, porque “es un desatino: esa credencial de afiliación perredista, ya en nuestras manos, será nuestra mejor arma contra la corrupción interPRD”, y coincide con otras voces que se niegan a dejar solo a Encinas en la jaula de los leones.
A su vez, Alejandro Rojas Díaz Durán truena contra quienes lo ven como candidato de Ebrard a la dirección del PRD-DF y propone un debate entre todos los aspirantes a ese cargo, que sea moderado por quien esto escribe. Y mientras se esperaba que ayer comenzara en mil cines del país la proyección de los avances de la película de Luis Mandoki sobre el fraude, hay quienes piden ya el Premio Nacional de Artes Plásticas para Bernardo López Artasánchez, autor de la escultura de Fox, porque su obra reveló como ninguna otra lo que millones sospechábamos hacía rato: que el manco de Boca del Río está completamente hueco por dentro.
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