Enrique Galván Ochoa
Iberia –la aerolínea española– se ha puesto a la venta. Precio: 4 mil millones de dólares. Aeroméxico, en cambio, se vendió esta semana en 249 millones. Sus nuevos dueños recuperarán su inversión con el dinero que tiene en caja la compañía y todavía recibirán beneficios fiscales. Para decirlo más claramente: el gobierno mexicano –por conducto del IPAB-Fobaproa– la regaló con pilón. Por supuesto, las cosas no son así de sencillas y esquemáticas, la información disponible requiere ser profundizada. En marzo de este año, el fondo de inversiones Texas Pacific Group ofreció 4 mil millones de dólares por Iberia, pero chocó con la oposición de la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez; argumentó que la compañía debería conservar su españolidad. Es decir, no querían a una empresa gringa como propietaria de una aerolínea de enorme valor estratégico. Desde entonces se han recibido más ofertas, tanto de inversionistas locales como extranjeros: destacan las de British Airways, Lufthansa, Caja de Madrid, BBVA y El Corte Inglés. Algunas ya poseen una porción del capital de Iberia. La operación no se ha concretado, pero en todo caso se llevaría a cabo a través de la bolsa de valores y generará impuestos. Los interesados, todos grandes empresarios, tienen contactos con el PSOE –el partido socialista en el poder, de José Luis Rodríguez Zapatero– y el PP –el partido conservador de Mariano Rajoy, quien perdió la pasada elección–, pero no se ha conocido hasta el momento que usen sus contactos para obtener ventajas ilícitas. Sería el suicidio del funcionario público que lo intentara, inclusive podría ir a la cárcel.
Aeroméxico, alas rotas
Eso sucede allá al otro lado del Atlántico. En México esta semana se vendió Aeroméxico; era propiedad del IPAB/Fobaproa, la Secretaría de Hacienda y Nafin, es decir, del pueblo mexicano. Se subastó y hubo tres interesados –la familia Saba, Gastón Azcárraga (Mexicana de Aviación) y el fideicomiso Citigroup/Banamex. Como todos saben, el ganón fue el fideicomiso. La venta nos hizo recordar la medalla de Roberto Madrazo en el maratón de Berlín: llegó a la meta por un atajo. La historia comenzó a escribirse hace un año, en la campaña presidencial. El Consejo Coordinador Empresarial era encabezado por José Luis Barraza, un empresario que ha hecho su carrera en las oficinas de gobierno, no en las fábricas. Ustedes tal vez lo recuerden como oficioso apoyador de don Bizente en la intentona por aplicar el IVA a alimentos y medicinas. Inclusive creó una sospechosa Unión de Contribuyentes ¡que apoyaba el alza a impuestos! Barraza estuvo atrás de la campaña de desprestigio contra el Peje y en favor de Felipe Calderón. Semanas atrás comenté en la gemela de esta sección –Dinero– que se estaban apilando las facturas sobre el escritorio de Felipe Calderón y sus acreedores urgían la entrega de pagos o, al menos, abonos. Aeroméxico es un abonito, ya nos enteraremos de otros, cuando comience la venta de garaje de Pemex, la CFE y Luz y Fuerza del Centro. ¿Y cuál es el precio comercial de Aeroméxico? De acuerdo con expertos, posiblemente fluctúa entre 3 y 4 mil millones de dólares, con base en el valor de su flotilla –alrededor de 150 aviones–, sus rutas nacionales e internacionales, su participación del mercado y la marca. Además de venderse a un precio aparentemente inferior al real, se violó la ley: las normas que rigen al IPAB/Fobaproa establecen que una empresa rescatada con fondos públicos –como es Banamex– no puede adquirir otra empresa también rescatada con fondos de los contribuyentes –como es el caso de Aeroméxico. ¿Pagará impuestos? No, al igual que la venta de Banamex a Citigroup, será libre de impuestos, como comprar dos tamales en el puesto de la esquina. ¿No hubo en el gobierno quién objetara la participación de un banco extranjero? Tampoco. ¿Algún funcionario será llevado a tribunales? Ja, ja, ja…
Gente de éxito
Aparte del compacto grupo de empresarios asociados a Citibank/Banamex, cuyos nombres ya publicamos esta semana, hay otros personajes que debemos anotar en la lista de la gente de éxito. Uno es Andrés Conesa, ex director de Cintra –facilitador del negocio desde el escritorio del vendedor–, quien recibió como premio ser nombrado ipso facto director de Aeroméxico. Dotado de extraordinarias facultades adivinatorias, sabía de antemano que el fideicomiso Citibank/Banamex ganaría la subasta. Circula en internet una invitación para la conferencia que dictará el miércoles de la semana próxima en el Club de Industriales, titulada Perspectivas de la aviación en México; ya aparece con su nuevo cargo. (¿No debió llamarse: Mis fabulosas perspectivas personales en la Aviación en México). Otro caso de éxito es Dennis Lazarus, líder sindical de los pilotos y un augur al igual que Conesa: recibió un soplo del más allá (no es albur): ¡Lazarus, levántate y anda!, y “andó” (pero nada tonto): entró en conversaciones con los que serían los nuevos dueños, negoció la anulación de prestaciones del contrato de sus compañeros de trabajo –especialmente en el sensible renglón de viáticos y horas de vuelo– y como premio recibirá un asiento en el consejo de administración, así que será empresario sin dejar de ser líder.
e@Vox Populi
Asunto: en cueros
Al igual que cerca de 18 mil personas, participé en el evento de Tunick en el Zócalo de la ciudad de México en mayo pasado. Ya estaba incómodo porque habían dicho que en septiembre nos llegarían las fotos. Ahora leí en tu columna que comenzarán a distribuirlas en estos días de octubre, por orden alfabético de apellido. Sin embargo, consulté el portal de internet de Tunick y ¡sorpresa!, no aparezco en la base de datos. O sea que no recibiré fotografía. Sé que por tu medio se han resuelto diferentes situaciones, ¡por favor, échame la mano! Estamos en la misma situación otras dos personas con las que fui al Zócalo.
Mauricio A. Flores Márquez/Distrito Federal
R: Mi estimado: esto no se puede quedar así. En nuestro incomparable país podemos perdonar que le salga gratis una línea aérea a un grupo de picudos, pero la enfriada y la encuerada en el Zócalo no fue de a grapa, eso ya duele. Se me ocurre un atajo estilo Madrazo: ¿aceptarían una foto de otros participantes a la que se injerte el rostro de ustedes? (Siempre y cuando “calcen” más o menos de la misma medida).
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