PAN: El empleado Germán Martínez
El empladillo del "Teto" (descerebrado).
German Martínez y Felipe Calderón
Foto: benjamín flores
alvaro delgado
México, D.F., 1 de octubre (apro).- Quizá para algunos hagan falta todavía más evidencias, porque se resisten a las ya acumuladas en 10 meses, pero con las ya exhibidas queda más que claro para qué quería Felipe Calderón el gobierno: para sólo ganar el Partido Acción Nacional (PAN).Recuperar el PAN, dicen los calderonistas, esa horda contrapuesta a la que encabeza Manuel Espino, su odiado rival de pensamiento compartido.Sólo así se entiende que las acciones desde el poder gubernamental se hayan orientado desde hace exactamente 10 meses --que hoy, 1 de octubre, se cumplen-- a imponer la hegemonía de Calderón en ese partido, que padece una crisis más honda de lo que reconocen sus propios militantes.Aquí se ha descrito, con pruebas, el intervencionismo gubernamental --con todo el poder de la nómina-- en el proceso de integración del nuevo Consejo Nacional, electo en la Asamblea Nacional de junio, en León, Guanajuato, y en la elección de Acción Juvenil, que terminó por ser anulada por esa razón, con el consecuente enojo de la facción calderonista. Ahora la separación, que no renuncia, de Germán Martínez Cázares de la Secretaría de la Función Pública (SFP) repite otra vez el fenómeno: la utilización del poder público para dirimir querellas partidistas, a contrapelo de la responsabilidad de combatir la corrupción gubernamental y privada, que para ello se supone que existe esa dependencia.¿Con qué credenciales Martínez se presentará ante los consejeros nacionales del PAN para solicitar su voto? ¿Qué expedientes de logros exhibirá para garantizarles que será tan eficaz como dirigente nacional del PAN tanto como lo fue como servidor público durante casi 10 meses y que implicó la primera baja en el gabinete más bien grisáceo?Martínez Cázares se cuidó, en efecto, de no imitar las espectaculares promesas de Francisco Barrio, el zar anticorrupción de Vicente Fox que se tornó en rotundo fracaso, como en realidad lo fue todo el primer sexenio panista, pero tampoco trae en sus alforjas más capital que la voluntad de su jefe, que de suyo no garantiza nada.¿Qué trayectoria tiene Martínez para que, como él y sus incondicionales murmuran en comederos, sea electo --casi como un trámite-- sucesor de Espino en la sesión del Consejo Nacional dentro de casi medio año, en marzo de 2008? Salvo haber sido dos veces diputado federal, sin presentar iniciativas de relieve, y haber representado al PAN ante el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) en las elecciones de 2000 y de seis años después, no posee mayores méritos.Si acaso puede ufanarse de haber compilado discursos y artículos periodísticos de Carlos Castillo Peraza, de quien se dice discípulo, como los recogidos en El porvenir posible, el mamotreto que confeccionó junto con Alonso Lujambio, el imparcial presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), y que dejó fuera piezas fundamentales del pensamiento del expresidente panista que renunció al PAN por la traición de Calderón al pretender sustituirlo como candidato, en 1997, a la jefatura de gobierno capitalino.No, Martínez poco puede mostrar a los panistas para que, en automático --como lo pretende--, sea electo presidente del PAN, salvo la evidencia de que se trata de un capricho de Calderón, entretenido en la grilla partidista y ajeno al ejercicio de gobierno, salvo cuando ve su desplome en las encuestas y decide posponer, de manera populista, la entrada en vigencia del aumento al precio de las gasolinas.Por eso, aunque este panorama es más que nítido, es preciso puntualizarlo otra vez: lo que en el PRI era deleznable --la subordinación del partido oficial al jefe del Ejecutivo-- está siendo una virtud en Calderón, que emerge como el gran elector y, una vez emitido el dedazo a favor de Martínez, la borregada lo acata sin chistar y se reproduce la cargada.Hasta en estas palabrejas, propias del priismo, son reproducidas en el PAN, tal como lo describe el exgobernador de Baja California, Ernesto Rufo, en un diagnóstico preliminar realizado por la comisión del CEN de ese partido que prepara las reformas estatutarias que eventualmente se aprobarán en la Asamblea Nacional Extraordinaria, en enero, y que se publica en el semanario Proceso.Y la importancia de este fenómeno de degradación del PAN no es sólo de incumbencia de quienes militan o simpatizan con ese partido, sino que se trata de un asunto que concierne a la sociedad, no sólo porque con sus impuestos dota de fabulosos emolumentos a la alta burocracia panista, sino porque está en marcha una involución política inadmisible para el país.Por cierto, Martínez debe aclarar públicamente de dónde obtendrá recursos no sólo para vivir --porque no se le conoce más empleo que el que acaba de dejar--, sino para su prematura campaña por la presidencia del PAN, cuya elección será hasta dentro de seis meses.Pero algo es seguro: la cruenta lucha entre facciones en el PAN --que no es de ideas-- se profundizará hacia marzo y un primer capítulo será este sábado 6 cuando, en la primera sesión del nuevo Consejo Nacional, discuta --si es que discute-- la presencia de El Yunque, la organización secreta ultraderechista que tiene amplias parcelas de poder en la vida del país.
German Martínez y Felipe Calderón
Foto: benjamín flores
alvaro delgado
México, D.F., 1 de octubre (apro).- Quizá para algunos hagan falta todavía más evidencias, porque se resisten a las ya acumuladas en 10 meses, pero con las ya exhibidas queda más que claro para qué quería Felipe Calderón el gobierno: para sólo ganar el Partido Acción Nacional (PAN).Recuperar el PAN, dicen los calderonistas, esa horda contrapuesta a la que encabeza Manuel Espino, su odiado rival de pensamiento compartido.Sólo así se entiende que las acciones desde el poder gubernamental se hayan orientado desde hace exactamente 10 meses --que hoy, 1 de octubre, se cumplen-- a imponer la hegemonía de Calderón en ese partido, que padece una crisis más honda de lo que reconocen sus propios militantes.Aquí se ha descrito, con pruebas, el intervencionismo gubernamental --con todo el poder de la nómina-- en el proceso de integración del nuevo Consejo Nacional, electo en la Asamblea Nacional de junio, en León, Guanajuato, y en la elección de Acción Juvenil, que terminó por ser anulada por esa razón, con el consecuente enojo de la facción calderonista. Ahora la separación, que no renuncia, de Germán Martínez Cázares de la Secretaría de la Función Pública (SFP) repite otra vez el fenómeno: la utilización del poder público para dirimir querellas partidistas, a contrapelo de la responsabilidad de combatir la corrupción gubernamental y privada, que para ello se supone que existe esa dependencia.¿Con qué credenciales Martínez se presentará ante los consejeros nacionales del PAN para solicitar su voto? ¿Qué expedientes de logros exhibirá para garantizarles que será tan eficaz como dirigente nacional del PAN tanto como lo fue como servidor público durante casi 10 meses y que implicó la primera baja en el gabinete más bien grisáceo?Martínez Cázares se cuidó, en efecto, de no imitar las espectaculares promesas de Francisco Barrio, el zar anticorrupción de Vicente Fox que se tornó en rotundo fracaso, como en realidad lo fue todo el primer sexenio panista, pero tampoco trae en sus alforjas más capital que la voluntad de su jefe, que de suyo no garantiza nada.¿Qué trayectoria tiene Martínez para que, como él y sus incondicionales murmuran en comederos, sea electo --casi como un trámite-- sucesor de Espino en la sesión del Consejo Nacional dentro de casi medio año, en marzo de 2008? Salvo haber sido dos veces diputado federal, sin presentar iniciativas de relieve, y haber representado al PAN ante el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) en las elecciones de 2000 y de seis años después, no posee mayores méritos.Si acaso puede ufanarse de haber compilado discursos y artículos periodísticos de Carlos Castillo Peraza, de quien se dice discípulo, como los recogidos en El porvenir posible, el mamotreto que confeccionó junto con Alonso Lujambio, el imparcial presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), y que dejó fuera piezas fundamentales del pensamiento del expresidente panista que renunció al PAN por la traición de Calderón al pretender sustituirlo como candidato, en 1997, a la jefatura de gobierno capitalino.No, Martínez poco puede mostrar a los panistas para que, en automático --como lo pretende--, sea electo presidente del PAN, salvo la evidencia de que se trata de un capricho de Calderón, entretenido en la grilla partidista y ajeno al ejercicio de gobierno, salvo cuando ve su desplome en las encuestas y decide posponer, de manera populista, la entrada en vigencia del aumento al precio de las gasolinas.Por eso, aunque este panorama es más que nítido, es preciso puntualizarlo otra vez: lo que en el PRI era deleznable --la subordinación del partido oficial al jefe del Ejecutivo-- está siendo una virtud en Calderón, que emerge como el gran elector y, una vez emitido el dedazo a favor de Martínez, la borregada lo acata sin chistar y se reproduce la cargada.Hasta en estas palabrejas, propias del priismo, son reproducidas en el PAN, tal como lo describe el exgobernador de Baja California, Ernesto Rufo, en un diagnóstico preliminar realizado por la comisión del CEN de ese partido que prepara las reformas estatutarias que eventualmente se aprobarán en la Asamblea Nacional Extraordinaria, en enero, y que se publica en el semanario Proceso.Y la importancia de este fenómeno de degradación del PAN no es sólo de incumbencia de quienes militan o simpatizan con ese partido, sino que se trata de un asunto que concierne a la sociedad, no sólo porque con sus impuestos dota de fabulosos emolumentos a la alta burocracia panista, sino porque está en marcha una involución política inadmisible para el país.Por cierto, Martínez debe aclarar públicamente de dónde obtendrá recursos no sólo para vivir --porque no se le conoce más empleo que el que acaba de dejar--, sino para su prematura campaña por la presidencia del PAN, cuya elección será hasta dentro de seis meses.Pero algo es seguro: la cruenta lucha entre facciones en el PAN --que no es de ideas-- se profundizará hacia marzo y un primer capítulo será este sábado 6 cuando, en la primera sesión del nuevo Consejo Nacional, discuta --si es que discute-- la presencia de El Yunque, la organización secreta ultraderechista que tiene amplias parcelas de poder en la vida del país.
Apuntes
Por cierto, mandos de El Yunque quisieron dar una muestra de poder este domingo en la Ciudad de México, pero hicieron el ridículo: lidereados por José Antonio Ortega Sánchez, presidente del Consejo de Seguridad Pública y Justicia Penal --un organismo financiado por la Coparmex--; la Unión Nacional de Padres de Familia; la Coordinadora Ciudadana, y otros membretes de esa organización ultraderechista, apenas convocaron a un puñado de personas en un breve tramo de la avenida Insurgentes. Vaya fracaso, a pesar de llevar, con engaños, a indígenas del estado de México y Querétaro… Obviamente, no protestaron por la carestía de los productos básicos por cuyas alzas Calderón clama inocencia en otra más de sus alevosas campañas de radio y televisión… Ortega Sánchez, cuñado de Jorge Serrano Limón, ha hecho, sin embargo, una denuncia que es preciso tomar muy en cuenta: afirma que la desaparición de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, a quienes el Ejército Popular Revolucionario (EPR) reclama como militantes, fueron secuestrados por agentes de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) y, aunque esta organización guerrillera asume una ideología contrapuesta a la de él, considera inadmisible reactivar la guerra sucia. Le asiste la razón… En Jalisco, el gobernador Emilio González Márquez alienta la impunidad: Sigue en el cargo el procurador de Justicia, Tomás Coronado, identificado por víctimas de participar en prácticas de abuso sexual infantil...
Y bueno, que estamos esperando para sacar a esta lacra del pais?....yo soy materia dispuesta para dar los primeros chingadazos!
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