Por Ricardo Andrade Jardí
“Donde el hambre es ley la rebelión es justicia”, escriben las manos anónimas en los muros de las polis latinoamericanas; “De qué me sirven sus leyes y decretos si no he comido”, consigan esas manos que son la voz, sin voz, de millones de personas a las que de tajo se les ha arrebatado la libertad de expresión y el derecho de réplica. Son las voces de una América Latina desgobernada por los intereses macabros de las trasnacionales de la “Democracia Corporation S.A.”.
Donde el hambre es ley, y la miseria y la falta de educación y el agandalle trasnacional y la desfachatez empresarial, donde las ganancias se privatizan y las deudas se socializan, donde los campesinos indígenas son despojados de sus tierras donde se edifican campos de Golf para el disfrute exclusivo del placer extranjero, donde se erigen centros comerciales en lugar de escuelas, donde las universidades adiestran la pasividad y la uniformidad en lugar del libre pensamiento y la imaginación creativa, donde los jueces legalizan la impunidad y los legisladores hablan de “modernidad” cuando votan contra las garantías individuales, que son a fin de cuentas los Derechos Humanos, cuando el usurpador desgobierno anuncia un pacto empresarial para mantener el precio de los “productos de la canasta básica” ante el gasolinazo y los supermercados aumentan en 200% el resto de los productos de consumo alimentario.
Donde el hambre es ley y la televisión gobierno, pocas son las posibilidades de alcanzar un desarrollo incluyente donde el progreso no signifique la impunidad de corruptos y pederastas.
Donde los legisladores se otorgan bonos navideños de 200 mil pesos por haber abortado los Derechos Humanos de la que otrora fuera una de las constituciones más avanzadas del planeta en el tema de las garantías individuales, mientras se condena a millones de personas a la represión, al hambre, a la pobreza y a la infelicidad de saberse culpables, sin serlo, frente a un “nuevo” sistema dictatorial donde la analfabeta policía podrá allanar bajo cualquier pretexto la casa de cualquiera y someter sin juicio y sin orden a quien le plazca, donde la dictadura se presenta sin resistencia de los Poderes de la Unión, es el México en el que nos despertaremos en enero del 2008.
Una nación que permite que los jueces mejor pagados del planeta, pero igualmente los más corruptos, según informes de la ONU, avalen sin empacho que la violación a los más elementales Derechos Humanos, sean aplastados a cambio de “dos botellas de coñac”, al tiempo que se condena como delitos peligrosos el pensamiento libre y la sana disidencia que, la duopolica telecracia, defiende a rajatabla fuera de nuestras fronteras, y que sin embargo es la más crítica cuando se trata de nuestro país, en la que nuestro silencio ha logrado convertir a “El Chavo del 8” en el ministro de Educación y al payaso de moda en el Fiscal General de la Nación, mientras los caciques sindicales corrompen lo que tocan y los ex banqueros acuerdan las iniciativas bilaterales que fomentan el tránsito entre lo que fuera una bananera república en busca de la democracia y lo que es hoy la bananera dictadura impuesta por los intereses comerciales de la tan defendida e institucionalizada “Democracia Corporation S.A.”...
“Donde la impunidad y la corrupción son ley la rebelión es justicia”, sentencia la mano popular por los muros de una nación agraviada sistemáticamente por los tres poderes que antes fueron la estructura republicana, hoy suplidos por los monopolios de telecomunicaciones, el consejo coordinador empresarial (FOBAPROA) y la red mundial de pederastas, todos bajo el cobijo, por supuesto, del Imperio y la “Santa” Iglesia.
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