Iván Alonso
Día de euforia en El País. El martes 18 de diciembre el periódico informa en sus páginas de que 3 jóvenes bailarines cubanos han desertado del Ballet Nacional de Cuba durante una gira por Canadá. La noticia cuenta cómo fue la ‘hazaña’ de la deserción (al más puro estilo John LeCarré, se emociona el periodista, huyendo de autoridades cubanas ‘camufladas’ en el ballet) hasta su rocambolesca llegada a Nueva York; entrevista al director del Cuban Classical Ballet of Miami (‘el ballet del exilio’ lo llama el periódico, aunque uno no deja de preguntarse qué pinta en la noticia), que afirma que dará ya –sin prueba alguna- ‘plaza a estos artistas en su conjunto’ y anuncia que los traerá a España en junio de 2008 ‘como protagonistas’ de una gira (sí que debe ser buena la formación de bailarines en la isla, sus declaraciones lo avalan). La noticia, además, nos informa de que estos chicos tienen ya los papeles del asilo político y la protección especial del gobierno de Estados Unidos.
El periodista, por supuesto, ni se molesta en contactar con Alicia Alonso, directora artística del Ballet Nacional de Cuba, para conocer su opinión; ni se pregunta por qué el Ballet Nacional de Cuba , que está habitualmente de gira, no suele perder a ninguno de sus miembros; ni escarba en las situaciones personales de estos jóvenes (chicos que, principalmente, no podían ver a sus familiares a causa del bloqueo estadounidense); ni hace siquiera una referencia a la conocida ‘ley de ajuste cubano’ que facilita a los que salgan de la isla la condición inmediata de ‘residentes permanentes’, en flagrante discriminación frente al tropel de inmigrantes que huyen de los sistemas ‘democráticos’, y por supuesto capitalistas, de Mexico, Haití, Chile, Argentina…, y que no reciben ningún tipo de facilidad para quedarse en los Estados Unidos, al contrario.
La noticia no aporta además ninguna información extra sobre el ballet, quizá el más prestigioso de América, que da formación totalmente gratuita a cientos de jóvenes cada año. Ni tampoco (tenemos que buscarnos la vida en medios extranjeros) sobre el recibimiento que tuvo el ballet en la ciudad canadiense de Hamilton, una ciudad industrial del acero afectada por la reconversión, muy parecida a Bilbao, donde se reclamó al Ballet Nacional de Cuba sabiendo que es el único que representa con mucha calidad obras como ‘El Cascanueces’, de Tchaikovsky, a costos razonables y no elitistas. Por cierto, la representación los pasados días 13 y 14 de diciembre de esta misma obra, ‘El Cascanueces’, estaba reservada para los niños de las escuelas de Hamilton.
Quizá lo que El País no acierte a comprender es cómo unos bailarines que pueden forrarse en el ballet de Miami, o en cualquier ballet europeo, cobrando sueldos de vértigo y actuando en teatros de lujo cuya entrada más barata son unos 80 euros (en Europa) prefieran actuar para los niños de una escuela. Que de una compañía tan basta como del Ballet Nacional de Cuba se hayan fugado 3 artistas tentados por ofertas económicas mareantes y acuciados por la necesidad humana de ver a sus familiares no es noticia, es la triste realidad del bloqueo y del chantaje de los ricos a los pobres. También se van los buenos futbolistas de los equipos brasileños y argentinos a Europa y nadie titula en un periódico que huyan de la violencia desatada, el caciquismo, la discriminación o la pobreza endémica de un sistema económico y social injusto.
La auténtica noticia que se debería haber publicado es más que más de 100 personas de la compañía cubana se han quedado en Hamilton para actuar ante un público de una ciudad de trabajadora y gratis para los niños que, al menos por unas horas, se distraerán o se aburrirán con la melodía del precioso ‘vals de las flores’, pero al menos no estarán jugando a la Nintendo o estarán viendo publicidad en la televisión. Se ve que El País prefiere que los hijos de los obreros sigan viendo bazofia en la caja tonta y los hijos de las elites puedan disfrutar de ‘El cascanueces’ en el Teatro Real.
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