Pueden venir meses “sumamente duros para muchos pueblos”, dice el líder cubano
Advierte a Hugo Chávez que “no bastaría el triunfo del sí en el referéndum”
El venezolano no debe exponerse a un tiro en actos masivos, expresa desde La Habana
Gerardo Arreola (Corresponsal)
La Habana, 30 de noviembre. El presidente Fidel Castro cambió hoy el tono entusiasta con que hablaba en los últimos días de Venezuela y de Hugo Chávez para difundir un texto sobrio, conciso y de tintes graves, en el cual advirtió que, sea cual fuere el resultado del referéndum del domingo, pueden venir de inmediato meses “sumamente duros para muchos pueblos, entre ellos el de Cuba”.
Venezuela y Hugo Chávez fueron el tema dominante en la serie de Reflexiones de Castro esta quincena. El líder cubano respaldó a su aliado en el incidente con el rey de España en la cumbre iberoamericana y le dedicó expresiones superlativas y emocionadas, y en una ocasión aludió al referéndum como “la victoria”.
En su artículo de este viernes, Castro expuso con sequedad lo que a su juicio son segmentos de un escenario sombrío: ofensiva estadunidense múltiple contra el chavismo, riesgo persistente de magnicidio o guerra civil, e impacto en cadena en la economía internacional.
Esta vez se refirió a Chávez sólo por el apellido para decir que habló con él “muy seriamente”, en la escala que hizo aquí el líder venezolano hace nueve días, para insistirle en un consejo, al parecer desoído: que no se exponga a un tiro en los actos masivos.
Pero Castro fue más lejos: “no bastaría el triunfo del sí el 2 de diciembre. Las semanas y meses posteriores a esa fecha pueden llegar a ser sumamente duros para muchos pueblos, entre ellos el de Cuba”.
Castro parece estar señalando un antes y un después del referéndum, para lo cual arrastró a su artículo, a modo de ayuda de memoria, un factor decisivo en la economía de la isla: 7 mil millones de dólares de intercambio con Venezuela, que incluye petróleo en condiciones financieras preferenciales.
Además del suministro de combustible, Venezuela tiene aquí otros significados clave: es el principal mercado de la venta de servicios médicos cubanos en el exterior, lo cual reporta ingresos que pueden resultar el equivalente a la importación total de alimentos en la isla en un año; es el socio financiero único en un desarrollo de servicios petroleros (refinación, transporte, almacenamiento) único en el Caribe y es aliado en sectores estratégicos, como el níquel y las telecomunicaciones.
El líder cubano sólo bordeó los supuestos y nunca fue concluyente. No llegó a unir las puntas de las hebras que soltó: no hizo un pronóstico de la votación ni dijo que un magnicidio significaría el colapso del movimiento bolivariano, ni anticipó una suspensión abrupta de la entrega de petróleo a Cuba o al proyecto Petrocaribe, ni vaticinó una segura ola de agitación poselectoral. Sólo fue contundente cuando escribió: “el imperio ha creado las condiciones propicias para la violencia y los conflictos internos”.
Pero su texto está empapado de la gravedad que sólo acompaña los grandes momentos de inflexión. La lectura remite en la memoria a su discurso del 26 de julio de 1989, en Camagüey, en el que advirtió sobre la posible, hipotética entonces, caída de la Unión Soviética.
Sólo hablarle públicamente a los cubanos de posibles tiempos “sumamente duros” es una alerta de gran magnitud. Contrasta con el tono del discurso oficial, que desde finales de 2004 hablaba de una “nueva etapa” surgida de la alianza con Venezuela, en un momento que iba quedando atrás la atmósfera social y numerosos efectos de la crisis de los años 90.
“Nuestros compatriotas pueden estar seguros de que he tenido tiempo para pensar y meditar mucho sobre estos problemas”, dijo Castro, eliminando cualquier duda sobre el alcance de sus palabras.
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