En la película italiana Milagro en Milán (1951), del neorrealista Vittorio de Sica, los habitantes pobres del nuevo cordón industrial alrededor de la ciudad realizan todo tipo de gestiones y luchas ante el poder para regularizar su apremiante situación, sin obtener el menor resultado. Al final, los empobrecidos deciden, como último recurso, manifestarse en la plaza central de Milán, en donde son recibidos a palos y manguerazos por las fuerzas del orden. Entonces, los manifestantes deciden huir… elevándose en fila hacia el cielo. Del neorrealismo al realismo mágico… ¿Adónde va México en 2008? Al callejón sin salida de su historia. Con la entrada en vigor del capítulo referido a la apertura del comercio del maíz, frijol, leche y azúcar, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ¿adónde irán los ocho millones de campesinos mexicanos que se verán afectados directamente? Si se cierran cada vez más las oportunidades políticas para la emigración a los Estados Unidos, ¿acaso no se calentará aún más la frontera norte? Acosados por doquier, los desempleados del campo y la ciudad se verán sitiados y arrinconados contra los muros; y, como un tropel de ratas deseperadas, tratarán de salvarse como puedan -los saldos trágicos son predecibles. ¿Y adónde irán los millones de habitantes de las ciudades, si la política económica oficial desoye las recomendaciones de los bancos internacionales, en el sentido impostergable de fortalecer los mercados internos para salir del estancamiento económico? Desmantelado el futuro de pensiones de los trabajadores al servicio del Estado, aprobado en sólo dos pesos el aumento del salario mínimo para el 2008 y en marcha la contrarreforma laboral, no se necesita ser adivino para predecir el túnel negro en que se adentra nuestra fuerza de trabajo. ¿Cuál es el futuro de un país que se dispone a privatizar sectores clave de su economía como los energéticos, el agua y los recursos naturales? No tiene uno que ser catastrofista para responder que el porvenir es, en efecto, catastrófico. México, con un nivel de crecimiento económico comparable al de Haití, vive una dramática y prolongada caída histórica. Los costos del golpe de Estado, perpetrado con el fraude electoral de 2006 por el bloque en el poder –y la subsecuente derrota política de la izquierda, cada vez más dividida-, caerán sobre la sociedad como una maldición. Y cuando todas las puertas permanecen cerradas y las otras salidas posibles han sido canceladas una por una, al pueblo no le queda otra opción que “volar”: elevarse por encima de su circunstancia y hacer lo inesperado…
Alejandro Rozado.
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