La llegada de Juan Camilo Mouriño a Gobernación trae un mensaje claro: su encomienda es concretar la reforma energética...
Por Guillermo Cavazos
México produce casi 3 millones 300 mil barriles diarios de petróleo, de los que exporta un poco más de la mitad, casi 1 millón 700 mil. Esto es porque el consumo interno de petróleo también es elevado.
Al precio actual de casi 100 dólares por barril, o casi 80 para la mezcla mexicana, eso significa ingresos diarios por casi 240 millones de dólares, tan sólo por el crudo exportado, a lo que habría que sumarle lo que PEMEX vende en México, que incluso es u negocio mayor, ya que la mayor parte del petróleo que se destina al mercado nacional PEMEX lo refina y lo vende transformado en gasolinas, polímeros y otros productos derivados del petróleo.
240 millones diarios de ingresos para PEMEX significan más de 7 mil millones de dólares al mes, casi 90 mil millones de dólares al año. En la actualidad el costo de extracción por barril de petróleo es alrededor de 3 dólares, debido a que el petróleo que actualmente se extrae de los yacimientos mexicanos no se encuentra a aguas profundas. Esto significa una costo de extracción para PEMEX de 5.1 millones de dólares diarios, 153 millones mensuales ó 1,836 millones de dólares anuales. En otras palabras, la utilidad de operación de PEMEX o EBITDA (ganancias antes de intereses, depreciación, amortización e impuestos, por sus siglas en inglés) es de más de 85 mil millones de dólares al año.
El problema que se tiene con esos recursos es el régimen fiscal homicida que se le impone a PEMEX:
*) El gobierno le cobra a PEMEX casi el 90% de sus ingresos por concepto de derechos de extracción de hidrocarburos y transferencia de beneficios.
*) Esa millonada que durante los siete años que llevamos de paniato han significado casi 300 mil millones de dólares para las arcas federales no se ha traducido en inversión para el desarrollo del país, sino que han sido recursos despilfarrados en sostener a una enorme burocracia corrupta, en la compra del voto y en la orquestación del fraude electoral que permitió a Calderón usurpar la presidencia de México, y en sostener los gastos de la plutocracia que nos gobierna. En otras palabras, esos recursos no se invirtieron ni en escuelas, ni en hospitales, ni en infraestructura, ni siquiera en carreteras, ya que la pocas carreteras que se están arreglando o ampliando en el país, y las dos o tres que se están haciendo están concesionadas a constructoras privadas, la mayoría españolas.
*) Además, año con año, el presupuesto aprobado en la Cámara de Diputados subestima el precio del petróleo, casi 20 dólares por debajo de su nivel real. Esos recursos adicionales, que bien podrían utilizarse para reinvertirlos en PEMEX se han convertido en “la caja chica” de los gobiernos prianistas, federal y estatales, que los despilfarran discrecionalmente, sin rendirle cuentas a nadie.
Evidentemente, PEMEX no se va a vender directamente, es decir de la misma forma en que Fox regaló Mexicana de Aviación o que Calderón regaló Aeroméxico. Ello es imposible porque ninguna empresa petrolera privada estaría dispuesta a pagar el 90% de sus ingresos en impuestos al fisco federal. Sin embargo, lo que sí esta sucediendo y lo están haciendo descaradamente en frente de nuestras narices, violando flagrantemente la Constitución, es otorgarle contratos de toda la operación de PEMEX a empresas privadas multinacionales. PEMEX pasará este año de ser una empresa petrolera a ser una empresa administradora de los contratos que otorga. Esto significa, en otras palabras, distribuir gran parte de los ingresos petroleros, ya no sólo entre la camarilla corrupta que nos gobierna, sino darle “una rebanada muy grande del pastel” a esas empresas que llevaron a Calderón al poder.
Una “genialidad” de los tecnócratas de Chicago que llevan más de 25 años en el diseño de las políticas publicas en México ha concluido que es “eficiente” que, de acuerdo a la teoría pura del comercio internacional, México “se especialice” en la extracción de petróleo crudo y lo venda de esa manera al mundo, y otros países con dotaciones y capacidades tecnológicas distintas se especialicen en su refinación y transformación, y le vendan a México aun los derivados más sencillos como la gasolina. 25 años de políticas neoliberales nos han convertido en el único país petrolero que importa gasolina y han derivado en una incapacidad total de aprovechar productivamente la riqueza petrolera del país.
Otro asunto de gran importancia tiene que ver en la manera en que se reparten los ingresos petroleros el gobierno y las empresas privadas, casi en su totalidad extranjeras, a las que PEMEX les otorga contratos. Si los casi 90 mil millones de dólares anuales provenientes de la exportación de petróleo crudo no alcanzan para satisfacer los intereses ambiciosos del gobierno y las empresas internacionales que lo sostienen, no importa, para eso están los PIDIREGAS (Proyectos de Inversión de Impacto Diferido en el Gasto). Esta, que fue “otra genialidad” del “brillante” economista de Yale, Ernesto Zedillo, consiste en que las empresas privadas que el gobierno contrata para realizar proyectos de inversión, los financian con sus propios recursos.
Esos proyectos incluyen mínimamente la exploración y búsqueda de mantos petroleros, la perforación de pozos, y en su mayor parte el tendido de ductos, la transportación del petróleo y muchas actividades operativas cotidianas de la empresa. PEMEX y el gobierno se comprometen a pagar diferidamente el costo de esa inversión.
Así, como PEMEX no desembolsa inmediatamente lo que le cobran por los servicios prestados, el precio cobrado se eleva a lo que quieren estas empresas. Si Halliburton le sobrefacturó al mismo gobierno de Estados Unidos, qué nos podemos esperar que esté haciendo en México. Al final, el precio cobrado no importa, ya que el pago se difiere hasta cinco y diez años, y será el gobierno siguiente y otros funcionarios quienes enfrentarán el problema. Así, el gobierno actual puede seguir sangrando a PEMEX y los recursos con los que se les pagará a las empresas privadas internacionales provendrán de los ingresos petroleros del futuro.
Por ello la oposición y el rechazo total a esta privatización ya no silenciosa, como ocurría con los también inconstitucionales Contratos de Servicios Múltiples, sino totalmente descarada entrega de los recursos petroleros al capital internacional. Recursos que podrían muy bien financiar el desarrollo del país se están entregando ya engrosar los beneficios de estas empresas. Tal vez una de las razones de ello, es que desarrollo es algo que no entiende la ortodoxia económica, un concepto que ha sido sustituido y desplazado totalmente en la teoría económica neoclásica y en las políticas sustentadas en ella, por los de crecimiento y eficiencia, este último un concepto recurrente en el lenguaje de Calderón, una forma de llamar eufemísticamente al estancamiento.
La llegada de Juan Camilo Mouriño Terrazo a la Secretaría de Gobernación (que por cierto, es el primer titular de ese despacho que no es abogado, sino economista) trae un mensaje claro: su encomienda es concretar la reforma energética, es decir la entrega de los recursos petroleros a las empresas internacionales de las que Calderón y él son fieles lacayos, en particular a Halliburton y Repsol. ¿Qué intereses puede tener en el beneficio de México Halliburton?, la misma empresa acusada de corrupción en Estados Unidos, de alterar facturas, de defraudar al fisco estadounidense con sobreprecios. La misma empresa que financió la destrucción de Irak y a la que le fue otorgado en forma exclusiva el contrato de reconstrucción de ese país a cambio de su petróleo. Repsol es peor aun. Es la empresa que ha convertido a España en uno de los principales países petroleros del mundo, sin tener una gota de petróleo, gracias al petróleo de Latinoamérica. No por nada, Zapatero fue el primer Presidente en reconocer el ¿triunfo? De Calderón en las urnas, aun antes que el mismo George Bush, y El País, como el mismo Lorenzo Meyer afirma hizo una cobertura de las elecciones del 2 de Julio del 2006 tal como lo haría La Crónica de Hoy.
Y esto viene de España de uno de mis artículos sobre el Carbon y la Corrupcion en la CFE de Piedras Negras.
La mala administración, criminal, pone en sus puestos directivos a jovencitos del PAN que no saben nada de los circuitos complejos de la electricidad; a juniors como Alfonso Sarabia, cuya carrera era tocar la guitarra y vagar por Europa a donde conoció a su hoy esposa sobrina de Alfredo del Mazo y por lo tanto era el “secretario” privado del político mexiquense, y ahora es el “secretario” privado de Alfredo Elías Ayub, mezclados ambos en los sucios negocios de la electricidad, entre ellos el del carbón mineral y son los causantes del suicidio de mi amigo, empresario del carbón, Alfredo Garza de la Garza, al que persiguieron con saña debido a que los denunció como los grandes coyotes del gran complejo carboelectrico de Piedras Negras, que vende electricidad sin control del Congreso a la ciudad de San Antonio, Texas.
Esos hampones solo quieren depredar los recursos públicos y no saben nada de proyectos sociales alrededor de la electricidad, como la TVA de Roosevelt, que perdura hasta nuestros días en el entonces empobrecido Tennessee Valley, hoy un emporio.
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