José Manuel Martín Medem
Los llamaban Coca-Cola. La coca, de Pablo Escobar. Y la cola, de su amante, Virginia Vallejo: en Colombia, cola es la manera decente de elogiar el buen culo de las mujeres. Esa cola se paseaba entre Bogotá y Medellín para amar y odiar al terrorista de la cocaína. Se lo sabía todo. Empezando por la conexión con Uribe. Lo cuenta en sus memorias:
AMANDO A PABLO, ODIANDO A ESCOBAR (Grijalbo/México/2007). Virginia, para verlo en la clandestinidad, viajaba a Medellín. En el aeropuerto, la recogían ’los muchachos de Pablo’ y la llevaban al refugio del patrón. Al regreso, la dejaban en la puerta de embarque para que viajara a Bogotá.
En su libro,Virginia recuerda lo que sucedió en uno de esos traslados:
Al llegar al aeropuerto los hombres de Pablo me señalan a un señor joven con aspecto de persona importante. Al verme,sonríe, viene inmediatamente hacia nosotros y saluda efusivamente a mis acompañantes. Hacía ya varios años que no veía yo a aquel prometedor egresado de Harvard de mirada inteligente y gafitas de estudioso y me alegro de poder felicitarlo porque acaba de ser elegido senador. Conversamos durante algunos minutos y, cuando se despide con un afectuoso abrazo, le dice a los muchachos de Pablo:
-Y ustedes dos, ¡me saludan al patrón!
El gafitas era Álvaro Uribe Vélez. Y ahora es el presidente de Colombia que hizo cambiar la Constitución para repetir tantas veces como quiera. Por lo menos mientras los poderosos del dinero y de la violencia (empresarios, políticos, militares, escuadrones de la muerte y narcotraficantes) coincidan con la embajada de Estados Unidos en que es lo que les conviene.
Cuenta ’cola’ que ’coca’ se inició en la impunidad gracias a Uribe y que el futuro presidente fue senador por el agradecimiento de Escobar. Entre 1980 y 1982, Uribe era director de la Aeronáutica Civil y ’coca’ le contó a ’cola’ cómo le colaboraba:
- Mi negocio es el transporte y está construido sobre una sola base: las pistas de aterrizaje y los aviones y helicópteros. Ese muchacho bendito nos concedió docenas de licencias para las pistas y centenares para las aeronaves.
El 9 de diciembre del año pasado,el periodista colombiano Gerardo Reyes, denunciaba en el Nuevo Herald -un periódico de Miami más de derechas que el espíritu santo- la vinculación del padre de Uribe con el Cartel de Medellín (Pablo Escobar,la familia Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha): cuando la policía colombiana, con la colaboración de la DEA estadounidense, desbarató los 19 laboratorios de cocaína que Escobar y sus socios habían establecido en las selvas del Caquetá, encontró un helicóptero de Alberto Uribe Sierra, el padre del narcopresidente. Lo último de Uribe ha sido su bendición de impunidad a los paramilitares que, en alianza con el narcotráfico, se están convirtiendo en el nuevo poder político y económico de la Colombia que es el último gobierno importante con que cuenta Estados Unidos en América Latina. Quien haya aconsejado o permitido que Zapatero reciba a Uribe por recomendación de Sarkozy, además de contaminarle la campaña electoral, nos ayuda a confirmar que José Luis sabe tan poco sobre América Latina como Juan Carlos.
Zapatero, ¿por qué no le dices a Uribe que se calle?
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