La oligarquía boliviana promueve la crisis
Cambios políticos y económicos en el gobierno de Evo Morales
La libertad en la fábrica de sueños
Evo Morales está por cumplir dos años como presidente de Bolivia, un lapso en el que han sido notorios los cambios políticos, sociales y económicos promovidos por su gobierno a favor de la mayoría indígena, los cuales directamente han pegado en la zona hepática de la oligarquía de aquel país, que no ha encontrado mejor salida que la promoción de la crisis y el cacerolismo para dar cauce a su rabiosa reacción ante dichas modificaciones.
Así, entre las más recientes campañas de “desprestigio” en contra del gobierno de Morales, esa oligarquía gasta dinero y saliva para gritar a los cuatro vientos el “fracaso” de la política económica del gobierno del líder aymara, por, dice, “la elevada inflación” provocada que “hunde” a Bolivia.
En realidad, lo que históricamente hundió a ese país sudamericano fue la barbarie, el entreguismo y el apartheid de esa oligarquía, de la “clase bonita” boliviana que llevó a la nación a contar más golpes de Estado que años de independencia. De allí el dolor que le provoca un gobierno como el de Evo Morales.
Por eso hoy esa oligarquía se retuerce, y para promover la crisis y estimular el cacerolismo cualquier pretexto le resulta útil, como el crecimiento inflacionaria para el caso inmediato, cuyo efecto ha despertado una sospechosa “preocupación” de la clase pudiente por “el enorme impuesto que significa a la mayoría pobre”, la misma que durante siglos se ha dedicado a exprimir.
Pues bien, al cierre del año que recién concluyó en Bolivia la inflación creció cerca de 12 por ciento (alza, dicho sea de paso, promovida por el cacerolismo de la propia oligarquía), una proporción que si bien supera la media latinoamericana no se aparta mucho de la observada en otras naciones latinoamericanas, con una economía que crece a la par de la brasileña, la chilena y la colombiana, y, obvio es, por arriba de la mexicana.
El propio ministro de Hacienda del gobierno de Evo Morales, Luis Arcen, lo resume así: el incremento inflacionario “es resultado de la especulación que ha vivido el país, el agio de algunos malos bolivianos, malos productores, malos comerciantes que han hecho que esto suba a cifras injustificadas”. Así de fácil: los oligarcas que critican el crecimiento de precios, simple y sencillamente son sus promotores.
Y, sí, el fomento desestabilizador de la oligarquía en Bolivia ha tenido sus efectos, pero ha sido contrarrestado con otras acciones. Cifras gubernamentales revelan que en esos dos años, por ejemplo, las exportaciones bolivianas se duplicaron, el crecimiento económico resulta 50 por ciento mayor al reportado en tiempos de la “democracia blanca”, mientras la tasa de desempleo abierto se redujo cinco puntos porcentuales y la deuda externa en cerca de 60 por ciento.
Parece que sólo la oligarquía boliviana registra la “oscuridad” económica en la que fuera su hacienda, porque incluso organismos regionales dan su visto bueno a los resultados obtenidos, entre ellos un crecimiento superior a 4 por ciento durante 2007. La Cepal, por ejemplo, lo resume así: después de cerrar 2006 con una inflación anual de 4.95 por ciento, se estima que en 2007 se llegaría a una cifra cercana a 12 por ciento, debido sobre todo al alza de los precios de los alimentos (carne y harina de trigo, especialmente). De nuevo una parte significativa de estos incrementos es imputable a las inclemencias meteorológicas ocasionadas en el primer trimestre del año por el fenómeno de El Niño, que ha afectado a los departamentos orientales con inundaciones, así como por el de La Niña, que causó sequías en el Altiplano, a lo cual se agrega el aumento del precio del trigo en los mercados internacionales. No obstante, medidas tomadas por el gobierno en el segundo semestre (entre otras, una suspensión de los aranceles de importación para la carne y el trigo) ayudaron a moderar tales tendencias en la segunda mitad del año. Asimismo, las políticas del banco central han apuntado a contrarrestar las presiones inflacionarias.
El gobierno boliviano, subraya la Cepal, sigue dando prioridad a la inversión en el sector social, especialmente en la construcción de hospitales, con varios programas que promueven la salud y la educación. Entre 2005 y 2006, el gasto social aumentó 34 por ciento y se espera un incremento parecido para el 2007. Sin embargo, la tasa de inversión en el sector productivo de la economía aún permanece baja: 3 por ciento del PIB por parte del sector privado y de 5 a 7 por ciento por parte del sector público en 2006. Si bien es cierto que la baja tasa de inversión es un problema que el país arrastra desde hace décadas, bajo tales circunstancias será difícil sostener la tasa de crecimiento. Por lo tanto, el gobierno está adoptando medidas para incentivar la inversión, entre las que figura una mayor participación del sector público. Esto permite prever para el 2007 un aumento de 68 por ciento en términos nominales del gasto público en capital.
En cuanto al sector externo, el buen desempeño se mantiene, registra superávit en la cuenta corriente y se espera una balanza positiva mayor que la de 2006. En tal contexto, a finales de 2007 se estima que las reservas internacionales superarán los 5 mil millones de dólares, suma que representa unos 18 meses de importaciones.
En 2008, la recuperación de la actividad agrícola, las nuevas inversiones en el sector de los hidrocarburos y el incremento de la producción en los proyectos mineros serán los principales motores de crecimiento. La Cepal estima una tasa de crecimiento de 4 por ciento para 2008.
Aun así, los desestabilizadores no quitan el dedo del renglón.
Las rebanadas del pastel
Y si de oligarquías se trata, allí están los apasionados cuan gritones “defensores de la libertad de expresión” cerrando micrófonos a las voces críticas que por “incompatibilidad editorial” les alteran la fábrica de sueños (Azcárraga dixit) y su turbia relación con el inquilino de Los Pinos (cuñados incómodos incluidos). Un solidario abrazo para la Aristegui.
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