Ricardo Ravelo
A pesar de que enfrentó el escándalo del Pemexgate al lado de su jefe, Rogelio Montemayor, por el desvío de recursos de la paraestatal a la campaña presidencial del PRI en el año 2000, Antonio Juan Marcos Issa pudo sortear todos los obstáculos hasta convertirse en un multimillonario empresario con importantes contratos petroleros obtenidos durante su gestión como director de Finanzas de PEMEX.
Como funcionario de esta empresa, Antonio Juan Marcos Issa había perdido prácticamente la vista; sin embargo operó el tráfico de influencia al finalizar el régimen priista con tal habilidad que, pese al Pemexgate –caso en el cual el entonces presidente Vicente Fox dijo que se aplicaría la justicia a fondo–, trabó relaciones con Guillermo Sahagún, hermano de Martha Sahagún.
De acuerdo con datos consultados entre empresarios del ramo petrolero, quienes conocen las redes que tejió Antonio Juan Marcos Issa, en 1998 constituyó la empresa Blue Marine con un capital de 758 mil dólares. La compañía la integraban 26 socios, pero la dirigía el empresario lagunero, que cobró fama desde el sexenio de José López Portillo por su cercanía con la esposa del entonces presidente, Carmen Romano.
Los objetivos principales de Blue Marine eran:
–Comprar, para prestarle servicio a PEMEX, lo que se conoce como FPSO: unidad flotante de producción, almacenamiento y descarga, es decir, una plataforma petrolera para extraer, almacenar y exportar crudo.
Posteriormente, y siempre al amparo de PEMEX y de sus vínculos con Guillermo Sahagún, creó la empresa Yuum K’ak`naab, que en lengua maya quiere decir “señor del mar”. La compañía está instalada en los campos petroleros conocidos como Ku-maioob-zaap, todos ellos en la bahía de Campeche, en el Golfo de México.
Con base en esta red de empresas, y con un cúmulo de contratos obtenidos como funcionario y ex funcionario de la paraestatal, Antonio Juan Marcos Issa trazó varios proyectos, los cuales presentó a PEMEX y muchos de éstos estaban operando desde antes que concluyera el sexenio de Vicente Fox, quien también dijo que acabaría con la corrupción en la empresa petrolera.
Enchufados al negocio
Proceso confirmó que dentro del programa de estas empresas hay varios proyectos ambiciosos. El plan general de Blue Marine plantea la perforación de 103 pozos petroleros, la construcción de 17 nuevas plataformas, la reconstrucción de varias plataformas que presentan anomalías e inseguridad, y desmontar una red submarina de 198 kilómetros de ductos en el Golfo de México.
Los consorcios dirigidos por Antonio Juan Marcos Issa también impulsan otros planes de crecimiento para “ayudar” a PEMEX a “compensar la caída de la producción del yacimiento Cantarell (el más grande que hasta ahora se explota en la Sonda de Campeche) y así recuperar –dice el proyecto – 4 mil millones de barriles” de las reservas petroleras que la empresa todavía no explota.
Luego de presentar sus objetivos, PEMEX inició la licitación de estos ambiciosos proyectos. Estas negociaciones comenzaron cuando Rogelio Montemayor era todavía un prófugo escondido en Houston.
La convocatoria se publicó el 1 de marzo de 2005 y 26 empresas compraron las bases. Luego sobrevinieron los jaloneos: hubo ocho juntas aclaratorias en las cuales los participantes hicieron alrededor de 800 preguntas. Después de este enredo, que duró 18 semanas, dos empresas quedaron como finalistas: la japonesa MODEM Inc. y Bergesen Worldwide Offshore, de capital noruego.
PEMEX emitió el fallo del concurso el 3 de junio del 2005 y declaró ganadora a Bergesen. Enseguida Antonio Juan Marcos Issa maniobró para que su empresa Blue Marine se asociara con Bergesen en ese jugoso negocio.
Según informes obtenidos en PEMEX y entre los conocidos de Juan Marcos Issa en La Laguna, por ese tiempo la plataforma Yuum K’ak`naab ya había sido construida en el astillero de Sembawang, Singapur, y de ahí fue traída al Golfo de México a partir de abril de 2007, según el programa presentado en el concurso.
Como ya se dijo, Blue Marine se fundó en 1998, cuando Juan Marcos Issa era funcionario de PEMEX, bajo la dirección de Rogelio Montemayor. Entre los socios fundadores están Juan y Alfredo Reynoso Durand.
La empresa inició actividades en 1999, con un barco arrendado a una empresa noruega. Empezó a trabajar como subcontratista para empresas que le daban servicio a PEMEX, pero en el 2003 Blue Marine prestó servicios directamente a la paraestatal en el área de marítima y geotecnia.
Posteriormente le prestó servicios de asesoría a PEMEX para llevar sus relaciones contractuales con empresas que exploran yacimientos en Venezuela, Colombia y otros países de América Latina.
Además de brindarle a la paraestatal estos servicios, así como asesoría en exploración y explotación de hidrocarburos a través de Blue Marine, el ex funcionario tiene otras empresas que trabajan en zonas marinas: Arrendadora Ocean Mexicana, Ocean Mexicana Subtec y Blue Marine Proyectos Integrales.
Actualmente, el consejo de administración de Blue Marine está integrado por su presidente, Antonio Juan Marcos Issa; el director general, Juan Reynoso Durand; el director comercial, Alfredo Reynoso Durand; el vicepresidente financiero, Juan Reynoso Flores; y su director corporativo de Finanzas, Gerardo Rodríguez Gaytán.
Asimismo, el director corporativo de planeación es Horacio Guevara Montalvo; el director corporativo de operaciones, Manuel Mayoral Piana; y como director corporativo de Subtec (una de las subsidiarias de Blue Marine) funge Francisco Espinoza Díaz.
Otras fuentes consultadas dijeron a Proceso que esta red de negocios no podía operar sin el respaldo de un hombre clave del foxismo: el empresario y actual senador panista Juan Bueno Torio, ex director de PEMEX-Refinación.
El panista Bueno Torio sigue teniendo contratos de PEMEX y tenía dentro de la empresa a su primo Regino Bueno, quien a su vez tiene dos aliados: Francisco Barbosa, representante de la empresa Proctosa, y Adrián Chavira, operador de Jorge Basualdo en PEMEX-Refinación.
Fuera de PEMEX, pero conectados a ésta mediante sus empresas, este grupo tiene más proyectos. Entre otros, pretende quedarse con los contratos de las dos monoboyas que PEMEX licitará en Tuxpan, Veracruz, aunque los contratos no son tan jugosos como los que obtuvieron en la etapa foxista: cada uno es por 5 millones de dólares.
(APRO)
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