De Blogotitlan
Mientras en el mundo millones de personas se mueren de hambre, Estados Unidos y países ricos usan los alimentos como combustible en vez de gasolina, y gobiernos y medios de comunicación presentan esa opción como respuesta al calentamiento global.
Diariamente, 820 millones de personas en el mundo pasan hambre. Los precios de los alimentos están aumentando en todo el mundo —causando violentas protestas en muchos países como México o Marruecos—. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU, advirtió en un informe de la semana pasada, que el alto precio afectaría la capacidad de proveer alimentos en emergencias de este año.
¿La reacción de los países ricos? ¡Quemar comida!
Los países ricos consumen cada vez más biocombustibles —tipos de alcohol hechos de productos vegetales— utilizados en vez de la gasolina. Los gobiernos y medios de comunicación intentan vender los biocombustibles como la repuesta perfecta al calentamiento global. En realidad, es tanta tierra utilizada para cultivarlos —y la energía para producirlos—, que terminan causando más problemas de los que resuelven, y aumentando el precio del maíz, trigo y otros alimentos esenciales para los países pobres.
No todos los biocombustibles son malos, desde luego, pero la falta de legislación y normas internacionales sobre ellos, agravan la crisis alimentaria sin atenuar siquiera las consecuencias del cambio climático.
Con los estándares actuales, llenar un tanque de gasolina requiere una cantidad de maíz que podría alimentar a un niño durante todo un año. Algunos biocombustibles son más eficientes, como es el caso de la caña de azúcar en Brasil, y han habido muchos avances tecnológicos para utilizar los deshechos como combustibles.
El problema es que Estados Unidos y Europa han establecido objetivos para el uso de biocombustibles, sin diferenciar los buenos de los malos. Los desastrosos resultados de estas políticas se han sentido por todo el mundo: deforestación en Indonesia para cultivar aceite de palma para la UE; las reservas mundiales de cereales han bajado a niveles peligrosos. Mientas tanto, los gobiernos de los países ricos pueden ponerse la etiqueta de ‘ecológicos’ sin admitir que la verdadera solución es conservar energía, y las grandes multinacionales se llenan los bolsillos.
Lo que hace falta son normas internacionales que promuevan el desarrollo de biocombustibles sostenibles de segunda generación y distingan entre buenos y malos biocombustibles.
Ante esta situación, la organización Avaaz promueve una campaña mundial para hacerse oír en la cumbre sobre cambio climático del G20, y pide sumarse a la campaña en esta liga:
http://www.avaaz.org/es/biofuel_standards_now/15.php
No se trata sólo de biocombustibles. Se trata de principios. Ya es hora de que se anteponga la atención a los seres humanos por delante de los intereses económicos. En las palabras de un miembro de Avaaz, quien sugirió esta campaña: “No entiendo que se use comida para hacer combustible, Mi coche no es más importante que un niño hambriento”. Pero eso no lo entiende Bush y sus socios petroleros.
Fuentes:
1.http://www.univision.com/content/content.jhtml?cid=1464813/
2. http://www.elmundo.es/elmundo/2008/01/04/ciencia/1199438066.html
3. http://www.afrol.com/es/articulos/28092
4.http://afp.google.com/article/ALeqM5hSYqBZJ7aRBX0knkEHOEsvZkiaSg
5.http://actualidad.terra.es/internacional/articulo/grupos_indonesia_ue_2279443.htm
Avaaz es una organización independiente y sin fines de lucro, cuya misión es asegurar que los valores y opiniones de la mayoría de la gente en el mundo sean tomados en cuenta en las políticas que nos gobiernan.
‘Avaaz’ significa ‘voz’ en varios idiomas asiáticos y europeos. Avaaz no acepta dinero de gobiernos ni de empresas y su equipo esta basado en oficinas en Londres, Nueva York, Washington, Ginebra, Paris y Rio de Janeiro.
Avaaz tiene oficinas en Nueva York, Rio de Janeiro y Londres. Se puede contactarlos escribiendo 260 Fifth Avenue, 9th floor, New York, NY 10001 U.S.A.
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