El despertar
José Agustín Ortiz Pinchetti
No tiene chiste criticar a Mouriño, es como pegarle a un ciego. ¿Por qué mejor no indagamos cómo ha llegado Felipe Calderón al atrapamiento en el que está? Lo conocí cuando fui consejero del IFE y después. Aunque me chocaron su moralismo, soberbia y desplantes reaccionarios, me parecía congruente y recto. Se opuso a la penetración del Yunque en el PAN y criticó el tráfico de influencias de Diego Fernández de Cevallos. Por lo menos hasta 1996 se mantuvo dentro de los márgenes de la ética, fiel al ejemplo de los fundadores del PAN, entre ellos su propio padre.
Conforme fue ascendiendo, fue perdiendo su estructura. Apoyó el atraco del Fobaproa; guardó un silencio cómplice con el desafuero. Autorizó la campaña sucia en 2006 y una elección fraudulenta, ilegal e injusta que lo encumbró. Su operadora fue nada menos que Elba Esther Gordillo, experta en fraudes electorales de los que fue víctima el PAN.
Lo repetiré: como decía Maquío (Manuel Clouthier): el que se roba las urnas, después se roba las arcas. Calderón empezó robándose las arcas para después robarse las urnas. Cuando se dio cuenta que necesitaba adquirir cantidades multimillonarias para enfrentarse a sus adversarios por la Presidencia dentro y fuera del PAN, organizó una pandilla de atracadores que se enriquece con contratos ilegales con Pemex. Ahí brilla Mouriño. Las revelaciones recientes son una hebra que conducirá a la madeja.
A mí no me ha sorprendido su desempeño mediocre; ni como dirigente del PAN, ni como líder de diputados, ni como funcionario tuvo jamás un solo destello que lo acreditara como una persona superior. Hubiera sido un milagro que con una ilegitimidad de origen se hubiera liberado del control que ejercen sobre él los monopolios y los grandes sindicatos. Pero de eso a violentar en forma sistemática el estado de derecho y la ética, hay un trecho; Felipe lo ha cruzado, está involucrado en el enriquecimiento ilícito. Se ha convertido en garante de la impunidad. Está exponiendo la gobernabilidad del país para proteger a sus cómplices. Se ha entregado a los peores.
¿Por qué Felipe perdió el camino? Una hipótesis sería que él, como casi todos los miembros de la clase política, tiene introyectada la cultura priísta. Una vez en la Presidencia reprodujo todo el estilo autoritario y estableció la red de complicidades, privilegios y abusos que impugnó como opositor.
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