Gilberto López y Rivas
El 12 y 13 de abril tuvo lugar en Caracas, Venezuela, el encuentro que con el lema Armados de ideas, realizó la red internacional de intelectuales y artistas En Defensa de la Humanidad, el cual contó con la vivificante participación del presidente Hugo Chávez. En la reunión, que coincidió con la celebración de la gesta del pueblo venezolano en defensa de la Revolución Bolivariana y contra el golpe de Estado fascista del 11 de abril de 2002, se acordó la Declaración de Caracas.
En este importante documento, más de un centenar de miembros de la red provenientes de América Latina, Estados Unidos y Europa expresaron su solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela y con su pueblo en el proceso revolucionario que vive ese país en el pleno ejercicio de su legítimo derecho a la autodeterminación. Se apoyó decididamente al presidente Hugo Chávez Frías y los procesos organizativos populares que fortalecen día a día su marcha hacia un socialismo que se construye con imaginación, humanismo y creatividad.
Se respaldó, asimismo, al presidente Evo Morales, a sus políticas de cambio y al proceso constituyente soberano del pueblo boliviano, condenando la injerencia del gobierno de Estados Unidos en asuntos internos de Bolivia. Se denunciaron las acciones divisionistas y discriminatorias de los grupos oligárquicos de ese país contra los pueblos originarios y el ejercicio de sus autonomías. Se rechazó el estatuto autonómico de Santa Cruz, declarado unilateralmente, por ser inconstitucional y por ir en contra de la unidad de la nación multiétnica boliviana.
Se expresó también la solidaridad con la digna posición de defensa de la soberanía del gobierno ecuatoriano de Rafael Correa ante la violación de su territorio perpetrada por el gobierno de Colombia, con el apoyo de armamento, logística e inteligencia de Estados Unidos y como parte de la estrategia de dominación imperialista en la región y se expresó indignación por la masacre de ciudadanos ecuatorianos, colombianos y mexicanos, rechazando cualquier tipo de intervencionismo guerrerista contra los pueblos latinoamericanos.
En el encuentro se externó una profunda preocupación por la crisis histórica que atraviesa Colombia, y los participantes manifestaron su firme solidaridad con la lucha valerosa de su pueblo por una verdadera democracia que respete los derechos humanos, por la realización de un acuerdo humanitario y la búsqueda de una solución política negociada que ponga punto final a la guerra prolongada que ha dejado cientos de miles de muertos, heridos, desplazados y desaparecidos.
Se urgió a todos los gobiernos que forman parte de la llamada Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (Minustah), y en particular a los de América Latina, para que retiren inmediatamente sus tropas y contribuyan así al restablecimiento de la democracia con total respeto a la autodeterminación del pueblo haitiano.
Asimismo, en el encuentro se condenaron enérgicamente las reiteradas agresiones del gobierno de Estados Unidos a los pueblos bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, el injusto bloqueo contra Cuba, y se demandó la extradición del terrorista confeso Luis Posada Carriles a Venezuela, encausado por el homicidio calificado de 73 personas a bordo de un avión de pasajeros. También se exigió la inmediata liberación de los cinco cubanos presos injustamente en cárceles estadunidenses por combatir el terrorismo de Estado dirigido contra el pueblo cubano.
Muy importante fue el rechazo a la adopción indirecta del Plan Colombia por parte del gobierno mexicano, el avance de la Iniciativa Mérida y la Alianza para la Prosperidad y Seguridad de América del Norte (ASPAN), como mecanismos de expansión de la intervención militar de Estados Unidos en América Latina.
Se consideró inadmisible que el gobierno de Felipe Calderón no condenara la masacre realizada en territorio ecuatoriano en la que perdieron la vida estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional, coadyuvando en la criminalización de las víctimas y los sobrevivientes de ese asesinato, mientras protestaba por la nacionalización legítima del gobierno de Venezuela de la compañía Cemex de capital mexicano.
Los participantes se pronunciaron por el fin de la dominación colonialista y neocolonialista en América Latina, exigiendo la independencia de Puerto Rico y de todas las colonias que subsisten en el Caribe.
Igualmente se convocó a la movilización por el cierre y retiro de las bases militares extranjeras en los países latinoamericanos y del Caribe. Se rechazó la manipulación ecológica para transformar el territorio de esta región en proveedor de agrocombustibles con el fin de sustentar la suficiencia energética de Estados Unidos.
En el encuentro se denunció el despojo de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas y su comercialización por corporaciones médicas capitalistas, así como el saqueo realizado por museos y coleccionistas de Estados Unidos que exhiben y mantienen en su poder cientos de miles de piezas de los patrimonios históricos y culturales de América Latina.
Los participantes en este encuentro se comprometieron a continuar, ampliar y profundizar la participación de intelectuales y artistas en la batalla de las ideas, reconociendo las ricas experiencias que se viven en la construcción del poder popular desde abajo, desde los ciudadanos, desde los procesos de lucha de los pueblos indígenas. Como declaró en esta reunión el presidente Chávez, “sólo el pueblo salva al pueblo”.
El encuentro Armados de ideas acordó un plan de acción que enfatiza la ampliación y el fortalecimiento de la red, la profundización de la lucha contra el terrorismo mediático, así como la realización de múltiples actos con estos propósitos y con base en la Declaración de Caracas.
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