Ricardo Andrade Jardí
Y mientras los usurpadores fecalistas, por aquello de las manos limpias, se roban los celulares de sus colegas gringos, los legisladores del FAP festejan, estúpidamente, el supuesto triunfo de abrir un debate nacional, que poco tendrá de nacional y al que no tendrá acceso el 99.99% de la población, para inmediatamente después aprobar, como el PRIAN quiera, la reforma constitucional que terminará con nuestra soberanía energética y de paso con lo poco que nos queda de independencia.
Poco o nada debemos esperar de una izquierda institucional hecha a la medida de la trasnacional “Democracia Corporation S.A.” y la que una y otra vez demuestra que tienen más valor para ella los dichos de la telecracia, por aquello de la imagen, que las demandas ciudadanas.
Una “izquierda que lo mismo tiene a Zavaleta o en su momento a Demetrio Sodi, que a los legisladores que aprobaron la ley Televisa, para después hacernos saber, buscando justificarse: “que son analfabetas”.
Pero los recursos energéticos son de todos y su futuro no debe estar en manos de unos cuantos desarraigados y corruptos políticos. La defensa de nuestra soberanía no puede ni debe estar en manos de un Congreso que destaca fundamentalmente por servir a los lineamientos dictados e impuestos de la ultraderecha telecrática.
El Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo debe saber que la razón y los motivos de su lucha no será debatida en ningún foro, que los temas propuestos desde el Poder Legislativo responden a las agendas económicas (el valor de los votos) que cada grupo parlamentario se ha impuesto, unos con más ambición, otros con más arrastre y otros que hasta creen que los patos son presidentes.
Es importante saber que la lucha no ha terminado y que nuestra soberanía energética y por tanto nuestra independencia están en juego y que es ahora importante movilizar la resistencia hacia un debate nacional incluyente donde TODOS expresen lo que tengan que decir sobre el tema, y sobretodo en el que se abran las ideas a nuevas formas de investigación, exploración, explotación energéticas, menos violentas y ambiental y socialmente menos depredadoras.
Es este el momento histórico para abrir el debate hacia los terrenos que los legisladores han olvidado incluir en su agenda olímpica… perdón, nacional.
Es ahora, justamente, cuando el FAP ha dejado la tribuna nuevamente en manos de aquellos que tienen secuestrado al país donde nunca pasa nada y todo sucede, que la lucha de la resistencia civil pacífica debe intensificar su trabajo informativo (cuando menos) para abrir verdaderas alternativas de contrainformación, que permitan a todos los sectores de la sociedad manifestar todas y cada una de sus posiciones, aunque los seudo informadores y los orgánicos intelectuales “insistan”, previo pago de por medio, en que la resistencia civil no es más que un grupillo (de millones de personas) “fanáticas y renegadas” detrás de un “loco”, es la lógica del dúopolio telecrático, que ni ofreciendo la peor de las programaciones ha podido idiotizar lo suficiente al pueblo de México, en su afán de venderlo todo al mejor postor.
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