Desde ayer los isleños ya pueden hospedarse en hoteles de primera o rentar un automóvil
Gerardo Arreola (Corresponsal)
La Habana, 31 de marzo. El gobierno del presidente Raúl Castro avanzó hoy en su anunciado plan de eliminar “prohibiciones absurdas”, al autorizar a los cubanos hospedarse en hoteles de primera clase, restituyendo así el ejercicio de un derecho constitucional que había sido anulado en la práctica durante algo más de una década.
Fuentes del sector, consultadas por La Jornada, confirmaron que la decisión entró en vigor este lunes; indicaron que desde hoy los cubanos también podrán rentar autos, servicio que hasta ahora era igualmente exclusivo para extranjeros.
El viceministro primero de la Informática y las Comunicaciones, Ramón Linares Torres, indicó, por su parte, que la contratación libre de la telefonía celular, anunciada el pasado fin de semana, comenzará el 14 de abril, mientras que el Ministerio del Comercio Interior dispuso que este martes comience la venta sin restricciones de computadoras, devedés y hornos de microondas, entre otros electrodomésticos.
En conjunto esas medidas responden a la crítica que Raúl Castro hizo en diciembre pasado al “exceso de prohibiciones y medidas legales, que hacen más daño que beneficio”. La mayoría de esas trabas, dijo el ahora mandatario, “pudiéramos decir que fueron correctas y justas en su momento, pero no pocas de ellas han sido superadas por la vida”.
El mes pasado, al tomar posesión de su cargo, volvió al tema, anunciando que en semanas eliminaría las restricciones “más sencillas”, muchas de las cuales “tuvieron como único objetivo evitar el surgimiento de nuevas desigualdades, en un momento de escasez generalizada, incluso a costa de dejar de recibir ciertos ingresos”.
En ese discurso, el 24 de febrero, Castro anunció que “otras regulaciones” podrían desaparecer en un plazo mayor, porque requieren estudio y cambios legales, y en algunas influyen “las medidas establecidas contra nuestro país” por Estados Unidos.
En esa parte, el presidente cubano pareció aludir al permiso oficial que los cubanos deben recabar para viajar fuera del país y para volver a la isla.
Es posible que el primer efecto de esas decisiones sea sicológico, al hacer notar a los cubanos que no tienen impedimentos legales para consumir bienes o servicios a los que sólo tenían acceso los extranjeros o los cubanos residentes fuera de su país, independientemente de que no todos tendrán recursos para optar por el nuevo abanico de ofertas.
Una segunda implicación es que algunas empresas estatales tendrán un nuevo flujo recaudatorio, al absorber pesos convertibles (CUC, igual a 1.08 dólares, la moneda en que se cotizan los servicios turísticos) que hasta ahora estaban en los bancos o debajo del colchón.
En el caso del acceso a los hoteles, queda restituida en la práctica la vigencia de una parte del artículo 43 constitucional, según la cual “el Estado consagra el derecho conquistado por la revolución de que los ciudadanos, sin distinción de raza, color de la piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra lesiva a la dignidad humana: (…) se alojan en cualquier hotel; son atendidos en todos los restaurantes y demás establecimientos de servicio público”.
Con el impulso al turismo internacional en la década pasada, al estallar la crisis que siguió aquí a la caída de la Unión Soviética, el gobierno impuso en la práctica la prohibición de que los cubanos se hospedaran en hoteles de primera clase, alegando escasez de habitaciones y el interés de evitar una muestra de la desigualdad social.
Durante cerca de 14 años los paseantes cubanos fueron relegados a hoteles de segunda categoría y sólo en algunos casos se les permitía el alojamiento en los de primera, mediante permisos especiales.
La discriminación se extendió en algunos casos hasta la prohibición de que los cubanos entraran a las áreas públicas de los hoteles, lo cual generó incidentes y un sentimiento de irritación social.
La apertura de los principales hoteles al mercado interior será, además, un impulso al turismo en un periodo de declinación. Después de ser el motor de la economía cubana en la década anterior, la industria retrocedió en 2007 por segundo año consecutivo tanto en ingresos (2 mil millones 209 mil dólares) como en visitantes (2 millones 150 mil), de acuerdo con reportes oficiales.
Según operadores extranjeros, la caída del sector, que pierde competencia frente a destinos como Cancún y la República Dominicana, se debe al encarecimiento por la cotización del CUC, el retroceso en la calidad, la falta de inversiones y la centralización del manejo del presupuesto de divisas.
Aún no queda claro hasta dónde llegará el volumen de cubanos que se hospeden en hoteles con tarifas que están en un rango desde los 60 hasta los 300 dólares la noche, según el plan, la temporada y el destino. La misma interrogante vale para el alquiler de autos, cuyos costos más módicos arrancan en torno a los 50 dólares por día, además del combustible y el seguro.
Los cubanos cobran sus salarios en pesos ordinarios (24-25 por un CUC), pero algo más de la mitad de la población tiene algún acceso a moneda fuerte, procedente de remesas familiares, negocios particulares o sobresueldos.
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