lunes, mayo 19, 2008

Acerca de la relación entre economía y política (y comunicación)

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Enviado por Raul Isman el 06/05/2008
Seccion : Editorial

El constante enfrentamiento- una larga guerra larvada- que desgarra a nuestra América entre las fuerzas favorables al proyecto imperial; por un lado y, por el otro, los movimientos sociales, gobiernos populares y demás componentes de las coaliciones que impulsan la emancipación tiene un tramado nada extraño en el modo de concebir la relación mencionada en el título del presente editorial.
Para la derecha- en una lectura extrañamente “marxista”, pero claramente intencionada- la economía condiciona a la política. Esto es que desde los espacios públicos lo único que resulta factible (y necesario) es crear las condiciones para el desarrollo de los meganegocios; al gusto de los mercados (nombre eufemístico que se le da a los grandes poderes globalizados). A los referidos mercados, no les interesan ni siquiera mínimamente las condiciones democráticas o la accesibilidad de los pueblos con relación a derechos básicos (agua, vivienda, trabajo, salud, educación, por citar sólo algunos). Es que en el discurso dominante siempre la economía impone las mismas órdenes y la política debe adecuarse a sus peculiares dictados.
Por el contrario, al (re)aparecer nuestro proyecto, en lo peor de la negra noche neoliberal, afirmó, desde su multicolor polifonía, la necesidad de romper desde la política con la primacía de lo económico. Es decir, recuperar la iniciativa para lo público y poder dar creativa respuesta a las complejas necesidades y articulaciones que significan lograr el desarrollo económico, la dignificación para nuestros pueblos y el cuidado del medio ambiente: por cierto, una síntesis difícil de lograr. De modo que, para nosotros, se revierte la cuestión tratada y es la política la que condiciona a la economía. Sólo de este modo se puede derrotar condicionamientos económicos- presentados por la derecha como resultados de un orden natural, cuando en realidad son imposiciones intencionales- que impiden a los pueblos alcanzar mínimos estándares de bienestar.
Así fue como en la Argentina, el gobierno presidido por Néstor Carlos Kirchner desde el 25 de mayo de 2003- elenco que había asumido casi por casualidad y en medio de una proverbial debilidad política- le demostró a la sociedad civil que era factible imponerle el rumbo a la economía; precisamente desde la primacía de lo político. La derecha pronosticó diversas tempestades; pero el derrumbe varias veces predicho por los epígonos al servicio del imperio no se verificó. Se vivieron dos caídas de ministros en el área y la nave de la sociedad siguió su rumbo. A diferencia ciertamente de otras etapas de nuestra historia; en que un recambio ministerial en el rubro provocaba un cataclismo social. Pese a la presión constante de los organismos de crédito internacionales, los divulgatores al servicio del imperio y los grandes medios no se alteró el rumbo, que puede sintetizarse en imponer y jerarquizar- desde la política- las condiciones para salir de la crisis (no sólo económica) terminal en la que nos había sumido la apoteosis del orden neocolonial gestado por el neoliberalismo noventista.
Pero en las actuales circunstancias decisivas- en la Argentina, como en toda nuestra América- la derecha recurre a las armas massmediáticas como ariete en su afán de desestabilizar a los gobiernos populares. Desde los aparatos televisivos, radiales, diarios y revistas trata de imponerse un sentido común consistente en repetir hasta el hartazgo que la naturalización de las desigualdades económicas es la única forma de vida posible y que lo único realista y factible es la realización del programa neoliberal. En tal contexto, que la política debe respetar este cuasi dogma de carácter poco menos que bíblico. Desde nuestros espacios no hemos dado con una política comunicacional eficaz para contrarrestar la iniciativa que la derecha tiene en la gestación y de la agenda pública y en la conciencia de fuertes sectores subalternos; a los cuales por cierto necesitamos de nuestro lado. Los sucesos de marzo con la falsa huelga agraria reactualizan la dicotomía que hemos editorializado. Si el poder económico logra condicionar al gobierno, la política quedará prisionera en la maraña globalizadota. Si se impone el gobierno, triunfan los pueblos, al tiempo que se derrota (aunque fuera) mínimamente a la derecha. Nada se logrará de modo duradero sin una política comunicacional activa, creativa y eficiente en disputar la conciencia de los elementos del pueblo proclives a la derecha. Deberemos lograr avanzar por este camino para que la política pueda continuar subordinando a la economía. De lo contrario, la economía condicionará a la política, con resultados nefastos ya apuntados para el proyecto emancipatorio.

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