Por María Teresa Jardí
Oscar García, a través de Atsyber, envía el siguiente atinado comentario: “Que el villano indiscutible del primer día del debate sobre la reforma de Pemex fue el presidente del PAN, Germán Martínez. Ni a los priístas ni a muchos panistas les gustó que Germán abriera la sesión con un discurso pendenciero. Además, les molestó que no tuviera la cortesía de quedarse a escuchar las intervenciones de José Agustín Ortiz Pinchetti, David Ibarra, Lorenzo Meyer y Carlos Elizondo, con el argumento de que tenía compromisos contraídos con anterioridad. Para colmo, “esos compromisos” era una entrevista de radio en el programa de Joaquín López- Dóriga, donde Germán dijo apenas saludando: ‘La verdad, Joaquín, es más importante tu auditorio’. ¡Sopas!”.
Claro ejemplo del fin patético del Poder Legislativo en México es el que, nada menos que un dirigente partidario, en medio de lo que supondría es la consulta más importante para los mexicanos, se vaya a atender “auditorios más importantes”. Aunque amén de ser, el retiro, otra clara evidencia de que el “debate” es otra mentira distractiva y de que con el Plan México apoyado en la Ley GESTAPO va a rematar el corruptísimo apátrida PAN/ usurpador, apoyado por los pederastas, ladrones y narcos priístas, ayudados por los medios e intelectuales a modo y los chuchistas calderonistas, lo que le quede a la nación mexicana al costo de la represión al movimiento ciudadano más grande de la historia de nuestro país, es un claro ejemplo también, el retiro, del nivel acultural del panismo.
Sirve el comentario de García para que nos pongamos a hacer el ejercicio de imaginar quiénes integran el auditorio de López- Dóriga.
Si usted no prende el televisor para ver y escuchar a ese señor y si tampoco lo escucha por la radio, si sus neuronas se oponen a ser manipuladas e idiotizadas por los a modo del sistema entre los que destaca ese comunicador al servicio de Televisa; si él tampoco lo lee ni lo escucha y si ella menos y tampoco yo, entonces queda claro que las mafias empresariales/políticas y político empresariales, se escuchan entre ellas y que ese auditorio es el único que interesa al usurpador panismo encabezado por Germán Martínez.
Como a los millones de mexicanos que no estamos de acuerdo con que el país esté en manos de un usurpador, ni en que se sigan fabricando aquí monopolios fomentadores de multimillonarios apartidas, ni en el desarme de la estructura ética de todas las instituciones de la que ha dejando de ser una república soberana, ni en que se repartan como dueños el país el puñado de políticos y empresarios asesinos, pederastas, dueños de casinos y tratantes de blancas, amén de lavadores de dinero del narcotráfico y productores de la violencia inconcebible a la que nos han acostumbrando, como si no fuera un mal controlable simplemente combatiendo la impunidad convertida aquí en pilar del sistema.
Como a los que no estamos de acuerdo con el remate de los bienes de la nación porque son propiedad de todos los mexicanos, ni con que se siga manteniendo a una grotesca mujer como dueña del sindicato de maestros, entre otras ex instituciones de las que también es dueña, ni menos aún en que se quiera dejar en sus manos un problema tan mayúsculo, como el de la violencia, como el que supone el haber bajado la educación escolarizada al grado de habernos convertido en un país, literalmente, de analfabetas. Basta Vicente Fox como ejemplo del analfabetismo circulante que a México afecta. País manejado por incultos ejemplificados por el propio Martínez o por Etilio González y también por el usurpador Calderón quien, ni disfrazado, disimula el odio que los incultos sienten por los, aunque sea, un poco son más letrados. O, qué tal, como otro ejemplo al respecto, el del impostor indiano impuesto como secretario de Gobernación del usurpador desgobierno.
Como a los que no estamos de acuerdo ni nos oyen ni nos ven, a pesar de que somos muchos más millones de los que tienen como apoyo los que usurpan el poder, les vale exhibirse en el mundo como lo que son: apátridas traidores tan irrecuperables como “Los Zetas” para volver a ser integrados como parte de una sociedad en la que impere la ética.
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