Ricardo Andrade Jardí
O la mayoría de los políticos mexicanos, del PRIAN–ANPRI junto con “Los Chuchos” y demás genéricos y similares son unos pendejos o están coludidos en el criminal negocio de rematar PEMEX y ceder el control del petróleo, a cambio de las limosnar empresariales con las que les garantizarán el estatus de mediocridad y confort al que su limitada imaginación anhela desde hace tanto tiempo.
Las ofertas hechas a nombre del desgobierno usurpador de la telecracia fecalista, a un nutrido de grupo de zánganos y empresarios españoles, en las que, Antonio Solá Reche, quien fuera el orquestador de la campaña del odio que desenmascaró la inmoralidad panista durante la campaña electoral del 200, bajo el amparo de la embajada de México en Madrid y del “fideicomiso federal ProMéxico”, les asegura la “casi segura” aprobación de la reforma energética, que liberará ese codiciado sector junto a las “eminentes” reformas laboral y fiscal que asegura para los empresarios neocolonialistas todos los derechos y ninguna obligación, deberían ser suficiente para que todos los mexicanos dejemos de chuparnos el dedo y veamos con la claridad que nos señalan los hechos, que en la reforma energética presentada por el usurpador no hay ningún interés en mejorar la economía nacional, sino en mejorar los bolsillos de los “inversionistas sin riesgo” para los cuales trabaja el administrador tecnócrata que supone gobernarnos.
Sabemos y es inútil repetir lo que debería suceder si el México de hoy fuera un Estado de Derecho y no uno de deshecho, como lo es, o si fuera una democracia, aunque fuera incipiente, o cuando menos una nación con algo del espíritu republicano por el que tantos hombres y mujeres han dado la vida desde hace más de 200 años; en fin, ahí está un ciudadano español ofreciendo lo que aún no es, pero que supone que será, pues no es difícil ver la realidad de una clase política que, amoral y desideologizada, no responde más que al tamaño del cheque recibido.
Ese es su “defendido” debate, atole con el dedo, para distraernos de lo verdaderamente grave que es el que una pandilla de yupis españoles, a la sombra y el amparo del usurpador, han puesto en remate nuestro país, para distraernos del hecho de que los mexicanos promedio hemos pasado de ser casi ciudadanos de sólo capital humano de explotación y consumo.
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