Jorge Lara Rivera
Todo, menos que tranquilizante, resultó el anuncio nocturno en cadena nacional del lunes. Esa presentación del programa presidencial de emergencia para hacer frente a la grave circunstancia creada por la escasez y carestía de alimentos en el mundo, lejos de calmar ansiedades despertó mi inquietud, sobre todo porque se produjo a poco más de un par de semanas de la miopía e insensibilidad sociales del director del Banco de México exhibidas con relación al encarecimiento de la “canasta básica” (fue cuando nos enteramos de todos los lujos –minicomponentes, computadoras, perfumes, etcétera– que contiene y él supone quieren comprar los que no tienen cabeza para pensar sino en cómo hacer para que rinda el gasto y alcance para comer) y a sólo días de la refutación por funcionarios (ir)responsables de Economía, Hacienda, SAGARPA y Comercio, a las sombrías prospecciones en la materia: “En México no habrá desabasto”. “Pese a las condiciones del mercado internacional, nuestra economía mantiene su fortaleza y no se verá afectada”. “La alimentación está garantizada”.
¡Cómo que medidas contra la escasez y el alza en los precios de alimentos! La proclamación de “Vivir mejor” fue como un déjá vu (el “esto ya lo he vivido antes”) que me remitió a los peores días de las crisis trimestrales del régimen de De la Madrid, a los dos años que duró el “Error de Diciembre” y al tufo a estafa con que se despidió el gobierno foxista con relación a la gasolina, las tortillas y el azúcar.
Pero, con todo, lo demás era lo de menos. Importaba entender cómo es que un gobierno impulsor de la ley Gordillo del ISSSTE y de las anunciadas iniciativas de reformas “estructurales” en materias Laboral, de Salud y Energética, que se entromete con descaro y mañosamente en la vida sindical (ver el modo faccioso con que desde el sexenio anterior se ha conducido la Secretaría del Trabajo en el caso de los mineros), y que está más preocupado por la aprobación de los dueños del capital extranjero, que por servir los intereses de sus propios electores y compatriotas, daba este viraje a su rumbo.
La explicación llegó inopinadamente, por sí sola, al día siguiente, con la puntada de Hacienda que nos salió con que de los 38 mil millones de dólares que ingresaron en lo que va del año a las arcas nacionales por concepto de excedentes petroleros y que debía repartirse a las entidades federativas, no había quedado nada; según Carstens no hay nada que repartir, pues la misma suma con pesos y centavos ha sido egresada ya, todo se ha erogado en gastos de mantenimiento a PEMEX y en adquirir unas tuberías.
(A propósito, hace sólo unos días, en un artículo (relativo al fariseísmo del pronunciamiento del Comité Directivo Estatal de Acción Nacional respecto al aniversario del triunfo electoral de Ivonne Ortega Pacheco y el relevo de la dirigencia estatal del PRI) especifiqué que había razón en señalar falta de claridad sobre el destino de los recursos excedentes que recibía el Estado, misma que se debía a los laberintos creados mañosamente por Hacienda federal para el manoseo de aquéllos que le permite condicionar y presionar a los gobiernos estatales. El anuncio ilustra por sí solo sobre el particular, ¿cierto?)
¡Qué le parece la frescura de Hacienda! Las cuentas le han quedado al gobierno federal que ni mandadas a hacer. Y precisamente por ello todo esto es muy sospechoso: No quiero caer en la paranoia perredista del algoritmo en el PREP, pero desde luego que se puede maliciar acerca de lo ‘oportuno’ de ese anuncio; sobre todo si uno recuerda el ‘affaire’ Hildebrando (aquellos dos mil millones de pesos que obtuvo el cuñado de Felipe Calderón por concesiones del gobierno donde éste era funcionario, y que no pagó –ni un centavo– nada de impuestos porque, coincidentemente, la empresa gastó la misma cantidad en pesos y centavos. Ingeniería financiera es el término elegante empleado en otros países, por situaciones parecidas pero que constituyen delito, aunque otros hablen de fraude, evasión fiscal; en otros países y otras situaciones, desde luego). Así que –la gente, la gente, qué se la va a hacer– ya hay quienes dicen en los altos niveles que algunos funcionarios, previsores como son, están haciendo su ahorrito, preparando ya sus cochinitos.
Sí sólo fuera eso. La verdad es que hay que maliciar que en 2009 habrá elecciones. Que se renovará la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. Y que el régimen está obsesionado en sacar adelante sus reformas a como dé lugar. Que el hecho de tener que vérselas con el PRI y el PRD, porque con su bancada no le alcanza el número de votos, le hace abrigar la ilusión de obtener la mayoría en el Congreso y se propone tornar esa en realidad... La experiencia demuestra que cuando se reparte dinero es posible conseguir el apoyo del que lo recibe.
Sólo es cosa de sumar dos más dos: ergo, alguien quiere disponer de una fabulosa cantidad para comprar lealtades, adormecer conciencias, producir a manos llenas la impresión de estar a cargo, aunque sea de manera pasajera, guiando el voto para obtener la mayoría que tan desesperadamente necesita con tal de lograr lo que se ha propuesto, o sea, la desmantelación de los Derechos Sociales, la abolición de las garantías sociales que son conquistas históricas de nuestro pueblo; objetivo que encubre con eufemismos como “eficientar, modernizar, actualizar, hacer competitiva y atractiva nuestra economía a la inversión extranjera”, para condenar a los mexicanos a la exacción, el despojo, la ansiedad y la contaminación industrial, como los que viven tantos países manufactureros de Asia, los expoliados de África, los bienportados del Fondo Monetario Internacional como Argentina, y un Chile que recién empieza a saberlo, o ese paradigma macroeconómico que representa China, ese modelo ‘humanitario’ y ‘ecológico’ de estado.
Se trata de lo que “Molotov”, ese grupo de ‘jóvenes filósofos’, resume como: “dame, dame, dame/ todo el power/ para que te demos en la madre”.
La cosa está en si el pueblo mexicano, tan adicto a la televisión comercial (ya hay encuestas –chafonas, claro; pero igual sirven para crear una percepción– que indican con su 65 % a favor de la reforma de PEMEX que el lavado cerebral funciona) permitirá que le vean la cara otra vez. No abrigo demasiadas ilusiones, pues es corta la memoria de las masas; pero también nos consta que todavía quedan mexicanos dispuestos a enfrentarse a este nuevo y bien financiado embate de la oligarquía. Es un honor sumarme a ellos.
http://www.poresto.net/content/view/17086/60/
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