Analizan en Los Pinos la modificación de la geografía electoral con este frente sindical
Aliados, Gordillo y Romero Deschamps buscan recomponer fuerzas políticas
Llama la profesora a la unidad de gremios; éstos tienen en común el enfrentamiento con AMLO
Arturo Cano
Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps unen fuerzas de sindicatos. Foto: Yazmín Ortega Cortés y Luis Humberto González
Dos ex secretarios generales del PRI y el principal responsable del financiamiento irregular a la campaña de ese partido en 2000 se unen para crear la CTM de los tiempos “del cambio”. Un manifiesto publicado en la prensa nacional este viernes confirma lo anunciado por este diario el 7 de mayo: Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps unen fuerzas –y los recursos de sus sindicatos, que no son modestos– para ofrecer al país y al gobierno federal “un nuevo modelo de relaciones laborales”.
A diferencia de otros experimentos, esta vez el nuevo intento de unidad sindical comandado por la profesora Gordillo no tiene nombre. “Por una nueva política laboral en México”, es el encabezado del manifiesto que firman, en los tres primeros lugares, los líderes de los maestros y de los petroleros con Juan Sigfrido Millán, ex gobernador de Sinaloa, ex locutor y ex secretario general del PRI.
En el camino se quedó Víctor Fuentes, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), quien al parecer no resistió las fuertes presiones de grupos del tricolor.
Fuentes había sido uno de los participantes en las reuniones que culminaron con el manifiesto, según informó la profesora Gordillo en reuniones del comité nacional del sindicato de maestros.
En esas mismas juntas, Gordillo indicó a los dirigentes magisteriales que el nuevo frente sindical estaría inspirado en el documento que ella presentó en el foro Los compromisos con la nación, el 16 de abril de 1996.
Sin embargo, una primera lectura del manifiesto publicado este viernes indica que los objetivos de hoy son mucho menos ambiciosos. La coartada se expresa en el propio manifiesto, pues en su texto se convoca a otras organizaciones, expertos y agrupaciones civiles a iniciar “una amplia reflexión nacional sobre el presente y el futuro del movimiento laboral”. De tal ejercicio surgirán, dice el texto, un “programa de acción inmediata” y una “estrategia de movilización” destinados a que el nuevo agrupamiento influya en la creación de un nuevo modelo de relaciones laborales y un nuevo modelo de país.
No hay mayor sustancia en el texto, salvo los mensajes entre líneas: hablan los líderes de “fortalecimiento de la autonomía sindical” (no se metan con nuestros feudos), de revisión del artículo 123 (a cambio les avalamos una reforma laboral) y de “transparencia y rendición de cuentas en cada organización de trabajadores” (¿quién le exige cuentas a Romero y a Gordillo en sus sindicatos?).
En el primer manifiesto del nuevo agrupamiento no aparece, ni de casualidad, uno de los puntos esenciales planteados por Gordillo en 1996: “Desvincular la práctica sindical de las organizaciones partidistas, garantizando la libertad de militancia y participación políticas de los trabajadores. Los sindicatos no deben ser arena de lucha partidista”.
Porque, ¿qué dirían ahora de este enunciado los diputados del Partido Nueva Alianza o los legisladores que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación tiene en el PAN y otros partidos?
La resucitación de Juan Millán
“Les di la oportunidad de lavarse la cara y no quisieron, que se vayan al diablo”, decía Juan Sigfrido Millán unos meses después de que la Confederación de Trabajadores de México (CTM) había despedido a su sempiterno líder, Fidel Velázquez.
Se refería Millán a su aspiración en vano de lograr un pacto de unidad con otras fuerzas sindicales que tiempo más tarde darían vida a la Unión Nacional de Trabajadores (UNT). Poco antes había fracasado el último intento de reunir a Leonardo Rodríguez Alcaine con Francisco Hernández Juárez y otros dirigentes.
Un año antes había naufragado el foro El Sindicalismo ante la Nación, impulsado inicialmente por el SNTE, el Sindicato Mexicano de Electricistas y la Confederación Obrera Revolucionaria (COR), que después sumara a las organizaciones que actualmente forman la UNT.
Fidel Velázquez había hecho a Millán secretario general del PRI y desde esa posición el sinaloense buscaba “renovar” a la CTM. Fue Millán, por ejemplo, quien cocinó la Nueva Cultura Laboral con el entonces dirigente empresarial Carlos Abascal Carranza (ahora gravemente enfermo de cáncer), y llevó a Velázquez a la sede de la Confederación Patronal de la República Mexicana: “Me trajeron a los terrenos del diablo”, decía.
Pero Millán no estuvo en el ánimo del sucesor de Fidel Velázquez, de modo que se retiró de la CTM para concentrarse en ganar la gubernatura de Sinaloa (fue gobernador de 1999 a 2004).
Al dejar ese cargo, Millán prácticamente se esfumó del escenario nacional y entró en conflicto con el actual gobernador, Jesús Aguilar Padilla, por los repartos de candidaturas y más recientemente por la sucesión, pues ambos tienen diferentes candidatos.
Durante los años en que fue miembro de la dirección nacional de la CTM, Millán se hizo la fama de “modernizador”, tanto por su discurso como por su edad, pues era cincuentón entre septuagenarios.
Desde hace un año y medio, según fuentes sinaloenses, Millán hablaba del nuevo frente sindical que ahora se concreta en un desplegado, que él firma a nombre de la Federación de Trabajadores de Sinaloa, aunque ahí no se anota que tal federación es parte de la CTM.
Sinaloa, vale agregar este dato, es una de las entidades donde el Panal, el partido de Elba Esther Gordillo –a quien Millán propuso para dirigir el PRI en el ya lejano año 2000–, ha ido en alianza con el PRI.
Quizá Millán no quedó conforme y busca dar a sus colegas líderes otra oportunidad de “lavarse la cara”.
Uno de esos líderes es el petrolero Carlos Romero Deschamps, quien se alejó del PRI y de la CTM, con todo y sindicato, por el Pemexgate. Analistas laborales consideran que los dirigentes petroleros se sintieron “abandonados” por su partido en torno al escándalo. En el caso de la CTM, los petroleros tomaron distancias cuando los excluyeron, en 2005, de la sucesión de Rodríguez Alcaine.
Así, desde ese año el sindicato petrolero juega en las elecciones con alianzas regionales, particularmente en entidades donde tiene mayor fuerza, como Veracruz, Tabasco y Campeche.
¿Un frente antipeje?
Otro de los firmantes es la Confederación Obrera Revolucionaria (COR), de Joel López Mayrén, quien es aliado de Gordillo al menos desde el fallido foro sindical de 1995. En 2006 López Mayrén fue en la lista de candidatos a diputados del Partido Nueva Alianza y se quedó a unos pocos votos de conseguir el escaño.
El resto de los firmantes, mayoría, son dirigentes gremiales de la Federación Democrática de Sindicatos de Servidores Públicos (Fedssp), creada en febrero de 2004 como resultado del enfrentamiento entre Elba Esther Gordillo y Joel Ayala, líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE).
Luego de poco más de cuatro años, la Fedssp ha logrado arrebatarle a su antagonista poco más de la mitad de los gremios afiliados. Gracias al SNTE, por lo demás, la Fedssp agrupa a alrededor de 80 por ciento de los burócratas.
No de gratis, entre los firmantes del manifiesto están varios secretarios generales de sindicatos que a su vez forman parte de la presidencia colegiada de la Fedssp.
La segunda singularidad es que agrupa a varios sindicatos que podrían denominarse “antipeje”, por sus enfrentamientos permanentes con el Gobierno del DF.
Analistas laborales que han seguido la pista de dirigentes gremiales proporcionaron a este diario la lista de aquellos que han hecho declaraciones o realizado acciones contra Andrés Manuel López Obrador.
Anotan en la lista a Vicente Bernardo López Carranza (Comunicaciones y Transportes), José de Jesús Pereznegrón (Metro), Areli Hernández Rodarte (sindicato del INEGI); Raúl Campilla Gómez (controladores de tránsito aéreo), Javier Piedra Buena Morrison (procuraduría capitalina) y otros cuatro dirigentes de distintas dependencias del Gobierno del DF. Todo ellos firmaron el manifiesto.
Tras la aparición del desplegado, la CTM pidió una cita con el secretario del Trabajo, Javier Lozano, con carácter de urgente.
Será porque si se descuenta al gremio electricista (alrededor de 90 mil trabajadores, contando jubilados), la nueva agrupación tendría una membresía cercana a los 2 millones de trabajadores.
En Los Pinos, informan fuentes sindicales, comenzaron a analizar desde hace unas semanas los escenarios que implicaría el nuevo agrupamiento: desde hace unas semanas: no con un mapa de los sindicatos del país, sino con uno de la geografía electoral.
Esto es un asco, pero no es todo culpa de Elba Esther ni de Romero Deschamps, ellos no son más que un par de sátrapas corruptos, la responsabilidad mayor cae sobre los trabajadores que permiten ser representados por esa canalla que les roba y los somete, eso es más despreciable, o qué ¿dos inmorales tienen más poder que dos millones? Es una vergüenza que lo consientan porque significa que gran parte de los trabajadores, nos guste o no, también son inmorales o simplemente agachados, sin dejar de reconocer a los que se oponen, desgraciadamente según vemos no tienen la fuerza ni deben ser mayoría en tanto esto está sucediendo.
No es cuestión de recibir con escepticismo:
Sindicalistas reciben con escepticismo el pacto Gordillo-Romero Deschamps
Carolina Gómez Mena
Es cuestión de mandarlos a la chingada y elegir verdaderos representantes de las causas laborales y de la defensa de sus derechos, pero parece que no hay, todos están en la grilla y viendo cómo sacan mejor tajada, ¿que no hay gente decente entre los trabajadores? ¿son pendejos o qué chingados pasa?
¡Qué asco!
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