Gustavo Gordillo
Tres temas centrales para la agenda de hoy y del futuro: energía,alimentos y educación se encuentran entrampados. El problema no es la ausencia de propuestas. En los tres ámbitos hay enorme riqueza en las propuestas.. Materia para el debate y la deliberación existe. También se prefiguran distintas coaliciones potenciales que impulsan una u otra propuesta en cada uno de éstos ámbitos.
Comparecer no es deliberar. El problema está en los esquemas que se proponen para debatir y en su caso, deliberar. Constatemos que en el caso de la reforma energética el formato lleva a una retahíla de ponentes uno tras otro, con poco debate entre los miembros del panel, ningun debate con los ponentes de las otras sesiones, preguntas y respuestas con los parlamentarios que buscan mas bien rebatir que encontrar convergencias. Al final se tiene la sensación que los congresistas ya tienen sus posiciones hechas y que lo único que buscan es ganar tiempo para imponer sus posiciones através de acuerdos “en lo oscurito” o de manifestaciones en las calles.
Crisis orgánica. De fondo el origen de lo anterior es la ausencia de una coalición claramente mayoritaria en la escena política o dirigente en el terreno discursivo. Las crisis orgánicas del estado surgen cuando éste tiene bloqueada su capacidad para sumar e incluir –procesándolos– el mayor número de intereses.
La crisis es siempre entre representantes y representados. Esto está ocuriendo de una manera peculiar. Encapsulamiento creciente de las elites políticas en su propio jugo en un perverso juego suma cero. Y por el otro lado, extrañamiento de la ciudadanía frente a esa forma de política. Por medio de atrincheramientos en la familia y en pequeñas tribus, protestas esporádicas pacíficas o violentas, y canales diferentes no institucionales pero tampoco ilegales, de expresión ciudadana.
Un esquema de deliberación posible. Los propósitos de una deliberación son tres: definir los desacuerdos, delimitar la profundidad de éstos, y configurar un entendimiento inicial. Los actores centrales en una deliberación que discute proyectos de ley son los congresistas. Recurrir a los especialistas, a los dirigentes políticos y empresariales tiene como propósito ilustrar, aclarar y atender propuestas innovadoras. Pero el punto central es el ánimo con el cual se acude a una deliberación. Buscar por todos los medios un entendimiento común o representar una farsa.
Por qué no logran acuerdos. Básicamente porque las tres principales fuerzas políticas siguen creyendo que en cada elección tiene la posibilidad de ganar una mayoría por sí mismas. Como se ha visto desde 1997 eso es imposible. Creo que el gobierno dividido se confirmará en 2009.
Lo lógico sería que se reconsiderara el terreno desde el cual se pueden construir acuerdos inclusivos. En el caso de Pemex el mejor ámbito de acuerdos debería girar en torno a tres temas: liberar a la empresa nacional de la dependencia de la Secretaría de Hacienda, definir con transparencia las relaciones del sindicato con la empresa y establecer un mecanismo riguroso de prevención de actos de corrupción. No son la respuesta a todos los problemas de la industria petrolera. Pero pueden ser el inicio. Llevarían a discutir formas de financiamiento del desarrollo, programas de energía alternativa y el papel de las empresas nacionales.
Romper la parálisis. Un acuerdo inicial de gran envergadura entre las tres fuerzas principales desataría una dinámica inclusiva. La discusión de figuras jurídicas como el referendum, el plebiscito, o la revocación de mandato; estarían enmarcadas en una atmósfera producto de un acuerdo inicial de las tres fuerzas principales. El más poderoso mensaje sería: todas y todos cabemos en este país.
Pero si en lugar encontremos nuevamente simulación, vetos cruzados y parálisis estaríamos despeñándonos hacia la deslegitimación del actual sistema de partidos.
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