José Agustín Ortiz Pinchetti
Camino por la explanada de El Colegio de México y me encuentro con don Daniel vestido a la inglesa. Lo saludo: don Daniel, ¡ya me decían que usted es un fantasma que recorre el Colegio! ¿Qué le parece este búnker? ¿Ya vio su estatua?
DCV: Me parece espantoso el grado de contaminación y de tránsito. Yo no conocí este nuevo edificio, me morí poco antes de que lo inaugurara Echeverría. La estatua apenas se le ve en la maleza. Hubiera preferido una ecuestre.
– Hace unos 60 años, usted escribió La crisis de México y estamos en otra crisis o en la misma, que se agrava día por día. En los medios oficiales nadie habla del asunto, o lo hace con un optimismo prácticamente irreal.
DCV: Bueno, yo me refería a la crisis que provocó el agotamiento de las metas de la Revolución. ¡Mi ensayo es de 1946! A mí no me sorprende que los grupos políticos oficiales continúen como siempre obrando sin importarles el destino del país.
– Pues las cosas se están agravando. En cierta forma estamos afrontando los mismos problemas que suscitaron la Revolución Mexicana.
DCV: A ver, a ver, repasemos… la tenencia indefinida del poder por parte de un hombre o un grupo de hombres… ¿cuál es la situación actual?
– El PRI y el PAN ejercen una especie de condominio del poder, pero los que determinan las políticas públicas son un grupo de magnates y la televisión.
DCV: ¿Y el otro propósito?, “que la suerte de los más debería prevalecer sobre la de los menos y que para lograrlo el gobierno tenía que convertirse en agente activo de la transformación”.
– Esto está peor, don Daniel: 50 monopolios controlan la economía. Las clases altas representan solo 3% y las medias 11%. La diferencia entre lo que ganan las familias más ricas y las más pobres llegan a mil tantos. El Estado ha renunciado a su papel rector… ¡Imagínese, están intentando privatizar Pemex!
DCV: ¿Y el nacionalismo…? “Que los gustos e intereses propios prevalezcan sobre los extraños”.
– Hace 20 años que la política de los gobiernos ha sido asociarnos con Estados Unidos, aceptar su tutelaje y abrirse de par en par a la inversión extranjera en áreas prioritarias y estratégicas.
DCV: eso lo preví puntualmente. Advertí que si México no hacía un enorme esfuerzo para salir de la postración, empezaría a navegar sin rumbo para confiar la solución de sus problemas mayores a la aspiración, imitación y sumisión de Estados Unidos.
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