Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
Mientras a lo largo y ancho del territorio, los paramilitares al servicio del narcotráfico (integrados por soldados y policías que han desertado, atraídos por los fabulosos sueldos) continúan desafiando al Ejército de mar y tierra, con apoyos aéreos y en emboscada ejecutaban a jefes policiacos, para demostrar que no será fácil vencerlos, en el Senado de la República se iniciaron los dos meses y pico dedicados a, más que discusión, la exposición de análisis y críticas a la simulada reforma calderonista para, a la luz del 27 constitucional, reformar, con fines privatizadores las leyes reglamentarias y, aparentando no tocar a la Constitución, sitiar a ésta y hacer de PEMEX una empresa trasnacional.
Se presentaron a inaugurar ese foro, para defender la contrarreforma calderonista, la señora Georgina Kessel Martínez (con licenciatura y doctorado en economía, cooptada por Calderón) en su calidad de secretaria de Energía, cabeza de sector de los recursos energéticos. Y Jesús Reyes González (tiene apellidos compuestos: Reyes-Heroles y González de la Garza, para lucir aristócrata), todavía director general de PEMEX. No podía más que defender y justificar la propuesta calderonista. Tal vez están convencidos de ella; pero, como cobran sus quincenas (y muy fabulosas) como servidores públicos y le deben el nombramiento al inquilino de Los Pinos), no tienen más opción.
La señora Kessel repitió lo que ha venido diciendo, centrado en la letra de que PEMEX no se privatizará, con la música calderonista de que el tesoro escondido en las profundidades del mar necesita buzos extranjeros. Doña Georgina fue duramente cuestionada, y eso que Labastida (presidente de la Comisión senatorial de energía guardó silencio, porque está de parte de la privatización) y Santiago Creel, también privatizador, se la pasaron asintiendo con movimientos de cabeza. La Kessel, que sabe que sus puntos de vista son endebles, se puso nerviosa. No sabía si llorar o reír.
Y como es fumadora compulsiva (su oficina es una cámara de gases por tanto cigarrillo, no respetando la prohibición y ninguno de sus colaboradores se atreve a denunciarla) pasó por alto que no debía encender un cigarro, con el pretexto de los fumadores que es para calmar cierto estado emocional. Ante la mirada de los presentes, la secretaria de Energía comprendió y hubo de apagar el tabaco. El humo motivó a los adictos y varios salieron del recinto para dar rienda suelta a sus ansias. Doña Georgina fue, pues, cuestionada por priístas y perredistas, ante el visto bueno de los panistas y las impugnaciones del PT y Convergencia. Lo duro y tupido alteraron a la secretaria, quien no pudo entusiasmar ni a los panistas, aliados y cómplices en la aventura privatizadora. Como buena creyente y calderonista, la Kessel no pareció convencida de la privatización disfrazada que defendió con medias mentiras y medias falsedades. Así que la privatización, con letra del tango: “fumando espero” del cigarro de la señora Kessel.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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