El objetivo perseguido por el presidente y sus borboncitos es golpear al disidente, acorralarlo y destruirlo
Carlos Tena
InSurGente
Los lideres de la ultraderecha (PP) y del centro-derecha que gobierna España (PSOE), se han distinguido desde siempre por un innegable amor por la mediocridad más exquisita, que es como los desean, desde las burbujas donde residen, todos los empresarios que dictan en España la política informativa que deben seguir la prensa, radio y televisión; mientras tanto, la capacidad para hacer política de verdad queda en pelotas, ante la avalancha de medidas destinadas únicamente a satisfacer las demandas de los poderosos, en detrimento de las justas reclamaciones de quienes se las ven y desean para llegar a fin de mes.
Zapatero ha llegado, en este segundo mandato como primer ministro borbónico, a la cima de la mediocridad, al Everest de la inutilidad política, la cumbre de la inanidad en todas sus ramas; y es bien sabido que un personaje de esas características resulta mucho más dañino que un Aznar enfurecido. Sin duda, el simplón José Luís (al que el crápula de la Zarzuela elogia en vano) es el reflejo del español medio, ése que cree ya ocupar un lugar en el sol, el que se da con un canto en los dientes porque su democracia soñada la encarnan Buenafuente, El País, Sabina, Iñaki Gabilondo e Informe Semanal. Así les luce el pelo.
El fracaso rotundo de esta España del XXI, la debacle moral de esta “ caricatura de Europa ” (Valle Inclán), son el resultado de las toneladas de mediocridad que acompañan a los políticos españoles, desde que murió en la cama el terrorista más repugnante que ha producido el ejército español en los últimos cien años. El rotundo y cerril convencimiento de que somos una nación donde sólo existen españoles-por-cojones, la voluntad irrebasable de los gendarmes y su rey por castrar la posibilidad de una reforma constitucional, que respete el derecho de autodeterminación de vascos, catalanes y gallegos, o la negativa a conceder una amnistía general, que pudiera significar un paso serio hacia el diálogo total, son la muestra más clara de la crítica situación que atraviesa todavía esa transición, que comenzó hace ya más de 30 años; aunque Zapatero, tan infantilmente cazurro, durante la actual campaña electoral en Euskadi, salga por bulerías gritando a sus fans de Barakaldo que “.. la senda por caminos peligrosos, el camino falso soberanista, jamás será aceptado, porque las reglas son las reglas que todos nos hemos marcado ”.
Ahora resulta que eso que llaman la Carta Magna, no es otra cosa que los Principios Fundamentales del Movimiento. Lo bueno es jurar ambos documentos ante el mismo Cristo crucificado, que es lo que hizo el Borbón sin que se le cayera ni la cara, ni una medalla al suelo. Y no ocurrió porque, obviamente, él sabía muy bien que entre ambos textos no había diferencia de fondo, sino de forma. Lo que reza en esas páginas, y en las de la asignatura llamada Derecho Constitucional, es tan falso como un euro con el rostro de Bush.
Los mediocres insisten, de la manera más irresponsable, en bloquear conversaciones, dictar nuevas normas para aniquilar a los que no aceptamos ese “juego democrático”, en el que ellos llevan ases escondidos en la manga, impidiendo que existan colectivos de ciudadanos, millones de votantes, que no se sienten representados por ninguna de las señorías del Parlamento, de esos diputados que se suben el sueldo, porque no llegan a fin de mes para pagar la hipoteca del chalet de 3 millones de euros que adquirieron a su amigo el constructor, del automóvil ultimo modelo que compraron en la concesionaria de su primo, o para abonar sus merecidas vacaciones en la Costa Azul, cuando no en Miami, que es donde son felices los mediocres, narcotraficantes y terroristas de medio mundo.
El objetivo perseguido por Zapatero y sus borboncitos es golpear al disidente, acorralarlo y destruirlo. Al mismo tiempo, impedir que los candidatos de la rebeldía puedan ser electos. Una actitud descabellada que confirma la naturaleza y las intenciones de la mal denominada democracia española. Con ademanes de hermano marista o salesiano, Zetapé es como un puzzle ideológico de tópicos insoportables, del que las aparentes buenas maneras y eso que llaman firmeza en el discurso , son la punta de un iceberg a la deriva, de una patera que se hunde en el mar de la duda constante. Tal actitud esconde una intolerancia de consecuencias insospechables, que lacera las esperanzas por una nación donde los ciudadanos se sientan como tales, y no como monigotes a los que cada cuatro años les piden que brinquen para que el rey se divierta.
Este régimen de Zapatero y del Borbón no solamente ignora, deliberada e irrespetuosamente, su derrota moral, bloqueando todo atisbo de consenso y diálogo con las verdaderas fuerzas de oposición, sino que de la manera más descarada, recurriendo al tan casposo españolismo, continúa en su alocada carrera de multas, cárcel y sanciones, intentando convertirse en el azote de las autonomías que aspiran a ser naciones reconocidas en los foros internacionales, países que puedan disfrutar un día de sus errores y de sus aciertos, su ejército, su república o monarquía, sus equipos de fútbol y su moneda propia. Lo que ellos decidan, a mí no debe importarme, pero defenderé siempre su inalienable derecho a la luchar por la independencia. Y eso que, personalmente, me encanta la España de Pepe Rubianes, no la de Juan Carlos de Borbón.
José Luís no es de los míos. Cuando va al cine a ver una película de suspense, acude convencido de que el asesino es el mayordomo. Es su máxima demostración de perspicacia. y olfato político. Y lo `peor, no es este titán de la mediocridad, sino una frase mil veces repetida: “ Pues antes que uno del PP, prefiero mil veces a Zapatero ”. Oiga, no se trata de eso. Por preferir, perdone, me quedo con Fidel Castro y su hermano Raúl.
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