José Steinsleger/ I
Cuba, 1959. La revolución social trastorna la vida política del pueblo, enaltece el concepto de patria, plantea la defensa del país, libera las energías de la nación, cuestiona la naturaleza del Estado y su Constitución. Revisemos los siete términos empleados en la definición: sociedad, pueblo, patria, país, nación, Estado, Constitución.
Toda “sociedad” (sociabilidad) responde a la necesidad de interacción del género humano y está formada por uno o varios “pueblos”, voz que remite a “reunión” o “asamblea”. La “patria”, en cambio, conlleva fuertes y arbitrarias connotaciones emocionales. Elegimos “pueblo”, pero no podemos elegir “patria”, pues no es cosa de arbitrio escoger el lugar donde nacemos.
Con menor carga emocional, la idea de “nación” alude a los nativos del “país”, territorio más amplio y acotado en el que circulan los bienes, las mercaderías y los conocimientos que los pueblos intercambian entre sí. Un país es un mercado interno.
El “Estado”, por último, es la forma ideal concebida para regular la vida de un país. El cuerpo de leyes que lo armoniza se llama “Constitución”, carta magna que expresa su carácter soberano.
Pero en 1959 la sociedad cubana estaba partida en explotadores y explotados, sus pueblos padecían miseria y pobreza, la patria era el pretexto de los demagogos, el país se vendía al mejor postor, la nación carecía de orgullo y dignidad, el Estado ofendía el interés público y la soberanía era letra muerta de la Constitución.
La Revolución Cubana fue auténtica porque fue romántica. Todas las revoluciones sociales lo han sido: la inglesa, la francesa, la mexicana, la rusa, la china; empezaron con acciones heroicas y desesperadas contra el despotismo y luego, conforme evolucionaban, la naturaleza de las cosas fue mostrando su lado no romántico, su lado clásico.
¿Qué otorga autenticidad a una revolución? ¿El vigor de la revuelta? ¿La sapiencia de sus líderes? ¿El estado insostenible de las cosas? ¿La fe, la ideología, el anhelo de justicia, la esperanza? Ninguna revolución social es partenogenética. Sólo el pasado, la mirada crítica de sus actores sobre el pasado, garantiza la autenticidad de una revolución.
Como el futuro puede ser imaginado por indiscernible, sólo se progresa regresando una y otra vez al pasado. Al desmenuzamiento consciente del pasado, y de lo pasado, actitud que permite afrontar los sufrimientos, contradicciones y desafíos de una revolución, conjurando las embestidas de sus enemigos y fortaleciendo los nexos de la sociabilidad.
De las cinco revoluciones referidas, la cubana aportó algo más que la noción de democracia (Inglaterra), el ejercicio de los derechos políticos (Francia), el laicismo y la soberanía (México), el papel del proletariado (Rusia), el antifeudalismo (China). La revolución cubana observó que nada es posible sin solidaridad. Y durante medio siglo se tomó en serio aquello de que “patria es humanidad” (Martí).
Hagamos a un lado el ditirambo. Según la periodista Marta Barés Gómez, en 45 años de revolución los médicos cubanos han salvado un millón 614 mil 383 vidas; atendido a 85 millones 99 mil 737 pacientes y realizado 2 millones 221 mil 712 intervenciones quirúrgicas. Actualmente, cerca de 31 mil profesionales de la salud trabajan en más de 70 naciones.
El programa Operación Milagro le ha devuelto la vista a unos 2 millones de personas en Cuba y otros 20 países, sobre todo latinoamericanos. La ayuda médica ha estado presente en la atención a víctimas del terremoto de Pakistán (2005), las del tsunami del mismo año en Sri Lanka e Indonesia, inundaciones en Bolivia y el paso del huracán Mitch por Honduras y Guatemala.
La efectividad del método audiovisual Yo sí puedo ha sido reconocida por la UNESCO, y aplicado en 24 naciones (incluida la región de Andalucía, España). En Venezuela, un millón 550 mil personas aprendieron a leer y escribir.
Mediante el programa de becas del gobierno de Cuba, se han graduado en la isla un total de 50 mil 171 jóvenes procedentes de 129 países y cuatro territorios de ultramar en más de 33 especialidades universitarias y técnicas. De ellos, 26 mil 558 a nivel superior. Inclusive en los momentos más difíciles de la revolución, la isla mantuvo compromisos de colaboración con los jóvenes y su gobierno.
La asistencia deportiva llega a una cifra superior a 100 naciones. Más de 15 mil especialistas del deporte cubano han brindado su colaboración en 102 estados. En la actualidad trabajan en el exterior más de 41 colaboradores cubanos en 97 países y seis territorios de ultramar, en esferas como salud, educación, vivienda, alimentación, agricultura, energía, medio ambiente y ciencia y tecnología, entre otras.
Nada de lo apuntado ha sido perfecto o arbitrario. En el artículo 12 de la Constitución de la República de Cuba, dedicado a las relaciones exteriores, se afirma que dicha estrategia está basada en “el antimperialismo y el internacionalismo”. Gracias a ella, la Revolución Cubana tiene pasado. Sin ella, no tendrá futuro.
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