viernes, julio 18, 2008

Abrir la industria petrolera para que el capital privado le clave el diente

Carlos Fernández-Vega

Fue el viejo truco de “te lo digo Petróleos Mexicanos para que lo entiendan gobierno federal y Legislativo”. Comenzó con la advertencia de que “antes de sangrar fiscalmente a Pemex, la Secretaría de Hacienda debe hacer su trabajo y resolver los enormes problemas tributarios” que reporta el país, y terminó por reiterar que los grandes contribuyentes no pagan impuestos, y cuando milagrosamente lo hacen sólo cubren, en promedio, 74 pesos de ISR, como documentó tres años atrás, amén que con adeudos por créditos fiscales obtienen devolución de impuestos.

El tema a desarrollar en la sesión de ayer del debate petrolero en el Senado de la República fue “transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción en Pemex”. Pero al desmenuzar la información de manera natural brotó la delicada cuan inequitativa situación fiscal, y fue precisamente el auditor superior de la Federación, Arturo González de Aragón, quien arrancó con las irregularidades “de empresas, nacionales y extranjeras, contratadas por Petróleos Mexicanos que no le rinden cuentas a nadie y se manejan con total opacidad; en la revisión a las cuentas públicas de los últimos seis años se detectaron 21 empresas que laboran para la paraestatal que no son transparentes, no rinden cuentas y sus resultados no son revelados con suficiencia en la Cuenta Pública Federal”.

De allí pasó a la sangría que Hacienda causa a las finanzas de Pemex; más adelante a que el desarrollo de la industria petrolera será imposible sin “acciones decididas del gobierno federal en materia fiscal”; después que “de 2000 a 2005 las devoluciones de impuestos ascendieron a 680 mil millones de pesos, y en 2005 estas devoluciones se duplicaron, respecto a 2000, ascendiendo a 150 mil millones de pesos”, para rematar que “es urgente mejorar la eficiencia recaudatoria para obtener mayores recursos, ampliar el padrón de contribuyentes, eliminar el sector informal de la economía, acabar con el contrabando, simplificar el marco jurídico impositivo, reducir los regímenes especiales, contar con una política fiscal de largo plazo, otorgar certeza jurídica y mejorar la recuperación de las obligaciones en litigio”.

En pocas palabras, hacer lo que durante muchos años gobiernos y legisladores en turno se han negado a aterrizar, por el elevado costo político y económico que, para ellos, significaría caminar por la única senda existente para dar viabilidad y sustentabilidad a las finanzas públicas y, de paso, dejar de sangrar a la mayor empresa del país, Petróleos Mexicanos. Desde el arranque del debate petrolero quedó claro que sin una reforma fiscal real y de fondo, que cancele privilegios e involucre a todos, lo que se haga en la paraestatal sólo se sumaría a la voluminosa historia de parches disfrazados de “reformas trascendentales” que en esta materia cacarean unos y otros.

Las finanzas de Pemex anualmente son saqueadas. La Secretaría de Hacienda se queda con todas las ganancias de la paraestatal y exige pilón. En 2007, por ejemplo, se llevó los 660 mil millones de pesos en utilidades, más 16 mil millones que la empresa del Estado cubrió con deuda. En la tienda de enfrente, con sus regímenes especiales, los contribuyentes privilegiados dejaron de pagar más de 580 mil millones de pesos en impuestos, monto equivalente a 5.92 por ciento del producto interno bruto. Y en 2008 esa cifra se elevará a 772 mil millones de pesos, o lo que es lo mismo 7.41 por ciento del PIB.

Pero allí está Petróleos Mexicanos para cubrir los agujeros fiscales que abre el mismo gobierno federal, con la venia del Legislativo. De 2003 a 2007 el erario dejó de recaudar 3 billones 210 mil millones de pesos (alrededor de 320 mil millones de pesos y contando) por –detalla Hacienda– tasas diferenciadas en los distintos impuestos, exenciones, subsidios y créditos fiscales, condonaciones, facilidades, estímulos, deducciones autorizadas, tratamientos y regímenes especiales establecidos en las distintas leyes que en materia tributaria aplican a nivel federal. Si se suma la proyección que para 2009 realizó la propia SHCP, entonces el citado monto se aproxima a 4 billones de pesos, cerca de 400 mil millones de dólares, o lo que es lo mismo, 40 por ciento del PIB a precios actuales. Lo anterior, sin considerar la voluminosa devolución de impuestos y otras gracias.

En promedio, de 2003 a 2008 el erario dejó de percibir el equivalente a 6.28 por ciento del producto interno bruto, y si se considera la proyección para 2009 ese porcentaje se eleva a 6.31. Para 2008, por ejemplo, la Secretaría de Hacienda originalmente estimó una “merma” en la recaudación fiscal equivalente a 5.75 por ciento del producto interno bruto (604 mil 556 millones de pesos), derivada del citado rosario de exenciones y conexos. Sin embargo, un par de semanas atrás reconsideró sus números e incrementó su proyección a 7.41 por ciento del PIB (772 mil 364.5 millones de pesos), monto que serviría para construir 10 refinerías de buen tamaño y capacidad.

La Ley de Ingresos de la Federación para 2008, aprobada por el Congreso, fija en no menos de 581 mil millones de pesos la recaudación por impuesto sobre la renta. Este mismo año las exenciones por ISR sumarán 253 mil millones, casi la mitad de lo que se recibirá por ISR en el año, 3.6 veces más de lo que se estima captar por el impuesto empresarial a tasa única (IETU), 4.4 tantos por arriba con respecto al impuesto especial sobre producción y servicios, o similar a 56 por ciento de lo que ingresará por cobro de IVA.

Entonces es cuestión de echar números y tomar decisiones: apertura de la industria petrolera nacional para que el capital privado le clave el diente (de forma tan exitosa como ha hecho en la banca, por ejemplo) o una reforma fiscal que a todos comprometa por el bien de la nación. En el balance, ¿qué efecto económico y social hubiera tenido una inversión pública por esos 400 mil millones de dólares? Y a estas alturas, ¿qué necesidades de infraestructura y desarrollo tendría Pemex si Hacienda en lugar de saquear sus finanzas hubiera hecho su trabajo, al igual que los legisladores?

Las rebanadas del pastel

Eso sí, los panistas ponen el grito en el cielo y se espantan por el costo de la consulta popular del próximo 27 de julio, pues “nos preocupa saber de dónde va a salir ese dinero y si se desvían recursos”…

No tienen vergüenza, el descaro y el cinismo que muestran al minimizar los robos multimillonarios en Pemex y el despilfarro del pelele para promover su desprestigiada imagen y sus disparates vendepatrias y ahora venirse a quejar por los costos de la consulta popular. Claro reflejo de su forma de pensar, para las cúpulas todo, para el pueblo nada, al pueblo no se le concede ni siquiera una consulta. ¡Qué bárbaros! Actualmente ser panista es ser un canalla, una vergüenza.

El Club de Periodistas de México invita al 13 Foro Pemex. El resumen del debate, con la participación de Alfredo Jalife y Francisco Carrillo Soberón. La cita es hoy a las 18 horas en Filomeno Mata 8, Centro Histórico.

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