viernes, julio 18, 2008

La Argentina rica celebra la puñalada asestada al Gobierno en el Senado

Gara

El inesperado voto en contra del vicepresidente argentino, Julio Cobos, echó por tierra el polémico proyecto de ley del Gobierno que preveía aumentar los impuestos sobre las exportaciones de grano. Las centrales agrarias no tardaron en festejar su victoria en los barrios más ricos de Buenos Aires. Desde el Gobierno no hubo pronunciamientos oficiales. Quien si habló fue Cobos. Tras expresar su satisfacción por el sentido de su voto, afirmó que no piensa renunciar.
El vicepresidente argentino, Julio Cobos, asestó un duro golpe al Gobierno de Cristina Fernández al votar en contra del proyecto gubernamental de subir los impuestos a las exportaciones de grano. Su sorprendente decisión, con la que rompió el empate que hasta ese momento se había registrado en el Senado, es un duro revés para el Ejecutivo, enfrentado a las principales centrales agrarias desde marzo.

Tras más de 17 horas de debate y pese a tener mayoría en el Senado, el oficialismo no logró imponerse en la votación y empató a 36 votos con la oposición y los sectores críticos del peronismo. De acuerdo con la Constitución, el vicepresidente, también presidente de la Cámara Alta, se vio obligado a desempatar y votó en contra de la iniciativa gubernamental alegando la necesidad de buscar una salida que satisfaga a la sociedad.

Cobos pidió a la presidenta que presente una nueva propuesta que recoja las aportaciones expresadas durante el tenso debate y lamentó la «división» que el conflicto ha provocado en el país, reflejada en las movilizaciones de unos y otros.

El diputado oficialista Miguel Pichetto arremetió contra la postura de Cobos. «Sería increíble pensar que el vicepresidente fuera a votar contra el presidente salvo que lo quiera herir de muerte», manifestó. Se preguntó también «qué ha pasado con esos gobernadores que hace seis meses se peleaban por hacerse una foto con el Gobierno».

Pese a las críticas, Cobos afirmó en declaraciones a los medios que no piensa renunciar y que se siente «muy bien y tranquilo con mi conciencia y mi responsabilidad.

«En estos días escuché a alcaldes de muchos distritos que me advertían sobre la gravedad de este conflicto e incluso a gente que temía que hubiera una guerra civil», remarcó para, a continuación pedir que se «pase página. Tenemos la oportunidad de comenzar una nueva etapa, también para la presidenta».

En la calle, cientos de simpatizantes del Gobierno que aguardaban a las puertas del Congreso se disolvieron tras conocer la noticia, ampliamente celebrada por los dirigentes de las patronales agrarias y la derecha en los barrios acomodados de Buenos Aires. El presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, elogió «la valentía y acción democrática» de Cobos. En su opinión, el resultado permite «construir con esperanza un país federal». Desde el pasado 11 de marzo, las centrales agrarias han realizado cinco huelgas comerciales, bloqueos de carreteras, además de provocar el desabastecimiento de alimentos y de bienes para la industria.

Desde la Casa Rosada, sede del Ejecutivo, no hubo ningún pronunciamiento oficial, aunque los medios especulaban con la posibilidad de que la presidente interviniera en la radio pública.

Sólo por derechos aduaneros para las exportaciones de soja, el Gobierno intentaba recaudar este año unos 11.000 millones de dólares de los 24.000 que genera la cosecha de este producto, que ocupa más del 50% de la superficie cultivada. El dinero recaudado iría a parar al Fondo de Redistribución Social para financiar la construcción de hospitales públicos y viviendas.

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