Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
En su viaje (ya sin permiso, como una nueva facultad al presidente de la República en turno y en el contexto de una Reforma del Estado que sigue sin tocar el inmenso poder presidencial), el señor Calderón remató su gira en China. Esta, formalmente comunista, políticamente una autocracia y económicamente, hacia fuera, capitalista, pero internamente de explotación feudal en el campo y de capitalismo salvaje en el resto de su economía, menos en su élite de mandarines; practica un comercio por la vía de la piratería, el contrabando y el libre mercado.
A esta China convocó el panista para que intensifiquen su expansión comercial en México y traigan las inversiones que otros países rechazan, sin temor a confiscaciones, les dijo, en clara referencia a los regímenes de Venezuela y Bolivia.
Me contaron que en un espacio, y con el plan de asistir a la inauguración de sus juegos, el inquilino de Los Pinos se fue a dar, a "vuelo de pájaro", una visita al Pekín o Beijin olímpico. Lo acompañaba, como era su obligación, el empresario (financiero de la campaña presidencial) y su íntimo amigo, el embajador (que no le hace caso a Patricia Espinosa, sabrán que ésta es la secretaria de Relaciones Exteriores): Jorge Eugenio Guajardo.
El improvisado diplomático (cuando se necesitaba uno con gran colmillo en esos menesteres) se ha dedicado a gozarla de lo lindo. Vive a veces en la lujosa residencia oficial. Otras en una mansión que renta con cargo al presupuesto de la SRE.
Este columnista entre otros (como Ricardo Alemán, en el periódico El Universal) y los reporteros de varios medios de comunicación, nos hemos ocupado del señor Guajardo (nacido en la entidad con el símbolo del Cerro de la Silla, y donde muy pronto se disputarán la gubernatura).
El edificio de la Embajada ha sido reconstruido a capricho de su actual huésped. Tiene automóviles de lujo (a la mejor de su propiedad; tal vez). Y se la pasa de turista, sin que hasta la fecha hayan aumentado las exportaciones mexicanas y, en cambio, de allá para acá es tal la invasión legal e ilegal que en lugar de "made in USA", todo es "made in China".
Al embajador calderonista, puesto que representa al PAN y a su jefe directo, lo tiene sin cuidado su trabajo. El se fue a China como premio al apoyo que brindó. Y no le rinde cuentas a nadie (la auditoría que le practicaron, ni sus luces). Estuvo muy contento con su amigo el visitante y le contó "cuentos chinos" sobre su desempeño.
Ya es especialista en la variedad de la cocina china. No atiende a los visitantes, en plan de negocios, a menos que sean empresarios azules o que vayan recomendados. Y es que no le gusta que lo distraigan de sus aficiones personales. Y si los chinos siguen invadiendo (comercial y financieramente) a México, lo tiene sin cuidado, ya que él es un embajador personal de Los Pinos. Ya tiene asegurada su presencia en los Juegos Olímpicos, donde verá pasar la Bandera mexicana como quien ve izarla en la Embajada... Made in China.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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