La calificación de "dueños de México" --en que se incluyen apellidos como Slim, Azcárraga, Servitje, Salinas, Bailleres, Larrea, etc.-- es metafórica, pues son una oligarquía que, con poder político para fines económicos, hacen una plutocracia o gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos.
por Fausto Fernández Ponte
I
Sábese muy bien, sobre todo en el extranjero, que quienes se ostentan como los dueños de México no somos los mexicanos rasos --los de a pie, como usted, caro leyente, y este escribidor--, sino un conjunto de 39 personas.
Por asociación, los sedicentes dueños de México son los amos en el país, los que deciden, resuelven, mandan y disponen cómo alzarse con los bienes patrimoniales del país y apropiarse la plusvalía que resulta de la actividad económica productiva.
Por definición, esa apropiación es inmoral, aunque se realice mediante coartadas y socaliñas leguleyas --no necesariamente legales-- y al amparo de los imperativos de una cultura del poder cuya lógica es la depredación alevosa y con ventaja.
Y sábese así mismo que esos personajes --identificados por una publicación cibernética cuyo cabezal o nombre (o "dominio" en el lenguaje lineal de los "nerds") es el de Common Sense o Sentido Común-- son, a su vez, socios de una élite extranjera.
Esta élite, en su turno, está conformada por los poseedores y operadores de capital tangible e intangible, lìquido o financiero e inferido, cuyo conjunto es identificado como el poder real en el mundo. Son los consorcios trasnacionales.
II
Dicho de otro arreo, caro leyente: los dueños de México son cómplices, por asociación, de los consorcios trasnacionales que con el concurso de aquellos saquean al país bajo una miríada de modalidades jurídico-políticas, económicas y culturales.
La posesión que de México ostentan esos mexicanos --identificados por apellidos como Slim, Larrea, Ramírez, González Barrera, Bailleres, Salinas, Garza, Martín, Servitje, Del Valle, Arizpe, Barragán, Fernández, Vázquez, entre muchos otros-- no es legal.
Sin embargo, poseen legalmente enormes extensiones de tierras; acaparan la propiedad de bienes raíces urbanos, suburbanos y rurales de ubicación comercialmente valiosa. Logran que las leyes sirvan a sus intereses, en agravio de los intereses sociales.
No son los dueños del territorio nacional ni mucho menos del patrimonio histórico --como el petróleo o las minas--, pero sí sus usufructuarios del uso, provecho y renta de esas riquezas. También hacen usufructo de la plusvalía de la fuerza productiva.
¿Cómo es posible ello? Mediante alianzas inconfesables con los abanderados y estafetarios --herederos-- políticos y militares de los procesos de reivinidación social, como lo movimientos populares de los siglos XIX y XX. Porfirio Díaz se alió a ellos.
Y los gobernantes emanados de la Revolución Mexicana también se aliaron a quienes, en cada época histórica, se han ostentado dueños del país sin serlo en lo jurídico. Los dueños son los mexicanos todos. La renta petrolera, e.g., beneficia a muy pocos.
III
La calificación adjetiva de "dueños de México" --dueños espurios, reitérese-- es metafórica. Pero el atributo les viene precisamente por su enorme habilidad para el provecho personal (o de grupo o facción y de clase societal) de bienes ajenos.
Ellos son, en su conjunto, la oligarquía, la cual si bien es en lo genérico una, también es inoslayable su división orgánica. Así, existen la oligarquìa nacional, la oligarquìa en un estado o región que abarca a varias entidades federativas, y las locales.
Sin duda. Existen oligarquías muy locales --digamos que en el ámbito municipal--, muy visibles en algunos lugares más que en otros, pero actuantes en términos del ejercicio del poder político para fines económicos: constituyen una plutocracia.
Sí. Constituyen una plutoacracia nacional, una en los estados y regiones dentro de uno de éstos o varios, y otra en el ámbito municipal e incluso en aldeas y rancherías. Gobiernan para sí; es decir, son el gobierno de los ricos, para y por los ricos.
Bástele al leyente echar un vistazo a cualesquier estado o ciudad para confirmar esta realidad. En la ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Tijuana, Juárez, Cancún, Mérida, Coatzacoalcos, etcétera-- las oligarquìas locales son evidentes.
Y la evidencia se manifiesta en que, uno, la oligarquía local es la dueña de los medios de producción --incluidos bienes raíces--; dos, que se apropia de plusvalía ajena y, tres, que gobierna plutocráticamente, para beneficio propio.
Glosario:
E. g.: por exempli gratia; por ejemplo.
Estafetarios: quienes portan estafetas.
Plutocracia: gobierno de los ricos.
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