José Steinsleger /II y última
Frente a la caótica situación que Panamá vivió en los primeros meses de 1988, escribí en mis despachos de prensa que el país gobernado entonces por el general Manuel Antonio Noriega estaba sometido a extraordinarios y novedosos métodos de manipulación mediática.
La hipótesis, compartida con otros colegas, no pasó de conjeturas sin mayores pruebas que el “olfato periodístico”. Dieciséis años después, una entrevista aparecida en la revista Rolling Stone (noviembre de 2004) puso las cosas en su lugar.
En efecto, la invasión de Panamá (20 de diciembre de 1989, 7 mil 500 muertos) había contado con un experto en propaganda y difamación: John Rendon, contratista del Pentágono y jefe fundador de la empresa de comunicación Rendon Group (RG). “Panamá nos introdujo en el ambiente de seguridad nacional”, declaró Rendon.
Rendon empezó su carrera trabajando en la campaña presidencial de James Carter (1976). En 1985 obtuvo su primer contrato de asesoría internacional en Aruba, y luego de la campaña de desinformación en Panamá fue reclutado por la CIA para remover a Saddam Hussein del poder.
En el Kuwait ocupado por Irak, RG echó mano a una de las tantas historias cocinadas por sus “chefs” de “inteligencia”. Seguramente algunos recordarán a la niña que declaró en CNN haber visto el ingreso de soldados iraquíes a una clínica kuwaití, donde dieron muerte a 15 bebés en sus incubadoras. No satisfecho con la cifra, el comité de Asuntos Exteriores del Senado elevó a 312 el número de bebés asesinados, y la opinión pública estadunidense quedó abrumada.
El 12 de enero de 1991, el Congreso autorizó la invasión militar a Irak. El periodista Alexander Cockburn probó en su columna de Los Angeles Times que la historia de los bebés era una farsa. Tarde. Las bombas cayeron sobre Bagdad y los “corresponsales de guerra” en Jordania y Arabia Saudita “transmitieron” la masacre aérea desde sus hoteles así como nosotros la vimos en nuestras casas, cómodamente sentados.
Sólo imágenes “positivas”, sólo “fuegos artificiales”. Nada de sangre, mutilados, heridos, muertos. Los soldados yanquis estacionados en Kuwait recibieron 20 mil tarjetas con el mensaje “Gracias por liberarnos de Hussein”. Sólo que ningún kuwaití concurrió al correo. RG facilitó la tarea. Y así, cuando las “tropas de liberación” desfilaron por el emirato, los residentes las recibieron con miles de banderitas estadunidenses distribuidas por RG…
Rendon Group piensa y siente por nosotros: el montaje del pobre cormorán embadurnado de petróleo que hizo llorar a los ambientalistas cuando apareció en la portada de Newsweek. Soldados iraquíes pidiendo perdón de rodillas a los yanquis en medio del desierto, y analistas de izquierda que se fueron con la finta y con base en estas imágenes nos explicaron la escasa “moral revolucionaria” del ejército iraquí.
En 1996, cuando los servicios prestados a la patria lo habían convertido en el propagandista preferido de Washington, John Rendon dictó una conferencia en la Academia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos: “Yo no soy un estratega de seguridad nacional, ni especialista en temas militares. Soy –dijo– un político que utiliza las comunicaciones para cumplir con metas de política pública o corporativa…Soy un guerrero de la información y un dirigente de percepciones” (sic).
Rendon Group se jacta públicamente de haber trabajado en todas las últimas guerras “… menos en la de Somalia”. Su experiencia se basa en “… 25 años de política y consultoría de comunicaciones en 91 países del mundo. En octubre de 2001, RG firmó un contrato multimillonario con el Pentágono, utilizando una amplia gama de herramientas: grupos de discusión, páginas web, espacios de publicidad y opinión, etcétera.
Con imaginación, el estilo de RG articula medias verdades y completas mentiras: transmite “noticias” como si fueran noticias, pasa por “información” lo que es propaganda, actualiza permanentemente bancos de datos, atiende y sigue los medios, evalúa a los comunicadores más leídos y conocidos, analiza las volátiles percepciones del público, identifica vulnerabilidades, etcétera.
En la segunda guerra de Irak, RG inventó la patética historia de la soldado Jessica Lynch, de 19 años, y su rocambolesca operación de rescate del hospital Saddam Hussein de Bagdad. Jessica fue capturada en 2003 durante una batalla sangrienta, se resistió como una leona y fue maltratada y violada por sádicos médicos iraquíes.
Mentiras. Los médicos iraquíes donaron su sangre para salvar la vida de Jessica, y las tropas especiales se la llevaron del hospital sin disparar un tiro.
Los guiones de RG resultan dinámicos, móviles, “eficientes” y, en cierta medida, “revolucionarios”: todo cambia, nada es estable, nada permanece. RG sabe que la mentira tiene patas cortas pero también que el eventual escándalo de una historia falsa será sustituido por la que viene en camino, hasta que a nadie le importe nada de la anterior.
En las siguientes entregas comentaremos por separado las actividades del RG en Colombia y Venezuela.
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