Víctor Hugo Rascón Banda In memorian
MÉXICO, D.F., 4 de agosto (apro).- Con un tanto de sorpresa y con mucho de tristeza, he conocido que mi mejor amigo, Víctor Hugo, (nombre premonitorio) había ido ya al lugar de los sin cuerpo, supe que su vida había ya transcurrido en su parte biológica, física, orgánica, y ahora comenzaban los recuerdos a hacer estragos en mi memoria: así lo recuerdo y así se los cuento.Conocí a Víctor Hugo allá por el año de 1974. Eran los días en que se iniciaba la instauración del Sistema de Universidad Abierta en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recién aprobado el Estatuto de Universidad Abierta por el Consejo Universitario. Nuestro encuentro coincidió con la respuesta a una convocatoria para formar “tutores” que las autoridades de la división de universidad abierta habían propuesto. Se formaron dos grupos de veinte, uno matutino y otro vespertino, para recibir cursos preparados específicamente para fungir en esta modalidad, apartando la figura de tutor de la conocida de ayudante de profesor.Este nuevo docente sería capacitado en las áreas de evaluación, elaboración de exámenes, manejo de materiales didácticos, relaciones humanas, didáctica. Fuimos seleccionados veinte, entre ellos, Víctor Hugo, Claudia Arroyo, María del Carmen Rodríguez Servín, María Antonieta Martín Granados, Yolanda Gómez, Maricela Mercadillo, Aída Fujigaki, Oliverio González Nava, Roberto Ortiz, Ricardo López Nava, Héctor Franco, Héctor Benito Morales, Abel Zepeda, José Luis Zaldívar, entre otros. Fueron días frenéticos, ya que los cursos debían comenzar en marzo del año siguiente, y había que preparar el paquete didáctico que el área de psicopedagogía, a cargo de Rosalía Buenrostro, junto con el jefe de la división, Manuel Bejarano, y el coordinador académico, Manuel Ovilla, habían diseñado: manuales autoinstructivos, cuyo contenido era: objetivos generales, intermedios y específicos, actividades de aprendizaje, ejercicios de autoevaluación, en fin, todo lo que dictaba la moderna tecnología educativa. Además, cuadros sinópticos, casetes con terminología específica de la asignatura y temas concretos como aquella de la “solidaridad” en materia civil, conferencias magistrales y… obras de teatro preparadas por el joven abogado Víctor Hugo, actuadas por las propias compañeras tutoras y tutores.Sábados y domingos no bastaban para preparar todos estos materiales que servirían para el inicio de las actividades de la universidad abierta, modalidad adaptada de la Open University, que preveía la presencia de los alumnos los días sábados para recibir directamente la asesoría. Estas actividades conjuntas nos permitieron formar un sólido grupo de trabajo y muchos encontramos en ellas, un leitmotiv de nuestra existencia. Veíamos en ellas un nuevo modo de enseñar el derecho que revolucionaría lo ya existente. Allí nació una gran camaradería que durará, seguramente, hasta el último de nuestros días. Los sesenta alumnos que acudieron ese sábado 16 de marzo de 1975, veían azorados el paquete didáctico que les fue entregado en el Jus semper loquitur de la Facultad de Derecho de la UNAM esa mañana, por el tamaño de la carga de trabajo que significaba ser alumno de la División de Universidad Abierta.Así fueron pasando los días y en algún momento comenzó la diáspora. Cada quien comenzó a buscar nuevos horizontes porque la paga de tutor no era suficiente para solventar las necesidades de carácter económico que ya se presentaban, entre otras razones; pero había otras como el caso de Víctor Hugo, quien, atendiendo a su vocación como él mismo escribió en su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, se fue a tomar clases de teatro. Hoy, de seguro, Víctor Hugo debe estar impartiendo cátedra de buen teatro dondequiera que se encuentre.
*Expresidente del Tribunal Electoral del Distrito Federal y catedrático de la Facultad de Derecho de la UNAM.
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