Por Fausto Fernandez Ponte
I
El Estado mexicano --en todas su instancias o Poderes y niveles de gobernanza-- se ha distinguido desde hace por lo menos tres generaciones por ejercer sus potestades constitucionales y metalegales bajo premisas falsas de comunicación social.
La consecuencia de esa concatenación de premisas falsas es el aislamiento en el cual los personeros del Estado --desde los titulares del Poder Ejecutivo federal y de los estados hasta los legisladores y presidentes municipales-- ejercen sus funciones.
Ese fenómeno de aislamiento de los personeros del Estado mexicano es dramático, por discernible y evidente. El Jefe del Estado y, a la vez, de Gobierno, exhibe ineptitud que antójase patética para comunicarse con sus conciudadanos.
Esa ineptitud acentúa, dígase accesoriamente, la inepcia personal del citado personaje --considerado Presidente de Facto por su asunción irregular a la investidura en 2006-- y, por inferencia válida, subraya la carencia de aptitud de su gobierno.
Cierto. Pero hagamos una breve digresión para hacerle notar a la leyente Paulina Orozco Hernández --quien nos lee por Internet en Puebla-- que la espuriedad de Felipe Calderón como mandatario está consignada en el mismísimo dictamen del Tribunal Electoral.
Esa consignación es prolija, detallada. En el dictamen aludido, los magistrados dan fe de las acciones delictivas del entonces Presidente Vicente Fox y del candidato Calderón, pero declaran válida la elección y Presidente Electo a don Felipe.
II
Pese a ello, el Tribunal no anula la elecciòn ni falla a favor de un recuento de voto por voto para aclarar dudas y disipar sospechas. ¿Razones de los magistrados? Que anular la elección sería traumático para el país. Ellos decidieron por nosotros.
Señálese que de esa guisa y pese a que al dictamen del Tribunal es un catálogo de violaciones a la Contitución misma y al código electoral, los magistrados dieron carpetazo al grave sucedido de que el señor Fox dio un golpe de Estado.
Mas volvamos al tema de la entrega de hoy. En materia de comunicación social, el señor Calderón y sus huestes priósticas y sus campeadores del conservadurismo más oscuro y cerril --por estrecho-- confunden conceptos, nociones e incluso términos.
Distorsionan, a no dudarlo, los imperativos filosóficos y prácticos y las concomitancias silógicas y las consecuencias políticas, societales y culturales de la comunicación social. Usa mercadólogos --vendedores-- para comunicarse con la ciudadanía.
¿El resultado? La incomunicación. El aislamiento. Retraimiento. Encierro. Que el país lo vea y sepa que existe y ejerce una investidura. Y que tal sea, precisamente, su mensaje político a los mexicanos. Cree que difusión es comunicación.
Esa variante de misoginia político-conductual psíquica del señor Calderón refleja, no sin nitidez preocupante, la confusión de conceptos, nociones, términos y alcances de la comunicación, la cual confunde con la difusión. Difundir no es comunicar.
III
Difundir no siempre conduce a comunicar. La difusión masiva de hechos, sucedidos, ideas, opiniones, deseos, anhelos, acciones presentes y pasadas, propósitos, aspiraciones, subjetividades y objetividades, etcétera, es informativa. O desinformativa.
Para educar. Influir en ánimos, determinar albedríos y voluntades, y cincelar conductas sociales o colectivas. Ésto es un verismo para quienes por vocación y oficio profesional ejercen, como éste escribidor, tareas difusoras.
Por omisión y tal vez por comisión, don Felipe y sus cohortes de cortesanías orgánicas y oficiosas --éstas, las de los dueños y operadores de los medios difusores-- desinformar. Esa es la consecuencia del bombardeo de mensajes descontextualizados.
Pero mientras mayor y más intenso es el dresdeniano bombardeo de la desinformación en agravio de la inteligencia de los mexicanos desatado por don Felipe, más grande es el aislamiento. Ello esculpe la percepción pública de vacío. De que no hay gobierno.
Y, ergo, de que no hay un Presidente de carne y hueso; de que el Estado mexicano no tiene jefe y de que el Gobierno está descabezado. O, en el peor de los casos, de que el señor Calderón es un mandatario virtual, que existe en una oquedad espacial.
Ese es otro indicador que antojaríase elocuente de descomposición del Estado mexicano, en tránsito inexorable hacia su desintegración. Por definición, comunicar es ir y venir de mensajes y acusar recibo tangible de las idas y venidas.
Un emisor de mensajes no puede disociarse de su dualidad simultánea de receptor. Esa es una cualidad esencial de la política y, sobre todo, del ejercicio político y social del poder. No basta con ver al gobernante; hay que tocarlo. Sentirlo
ffonte@gmail.com
Glosario:
Dresdeniano: de Dresde, ciudad de Alemania situada a orillas del río Elba, la más bombardeada (hasta su destrucción) por los aliados durante la segunda Guerra Mundial.
Misoginia: retraimiento, timidez, cortedad con respecto a las mujeres. Aversión a las mujeres.
Priósticas: de prioste. Cofrades.
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