Alejandro Nadal
Mañana se cumplen siete años del derrumbe de tres rascacielos del World Trade Center. Las gigantescas nubes de polvo desaparecieron y la vida sigue su curso. Los candidatos a la presidencia visitan el lugar de la catástrofe y la gente ya casi olvida lo que sucedió ese 11 de septiembre de 2001.
Pero las preguntas siguen vivas. Algunas son de índole legal. Por ejemplo, ¿por qué la escena del crimen del siglo no fue acordonada mientras se recogía la evidencia para realizar la investigación criminal? ¿No es un delito federal manipular o destruir evidencia de un crimen? Pues en el caso del WTC fueron las mismas autoridades las que hicieron desaparecer miles de toneladas de evidencia criminal en los días que siguieron al 9/11.
Según los informes oficiales, el derrumbe de las Torres Gemelas fue provocado por el incendio y por el impacto de los aviones. Pero ninguno de los dos estudios oficiales importantes (el de la Agencia Federal para Emergencias, FEMA, y el del Instituto de Normas y Estándares Técnicos, NIST) consideró el uso de explosivos como una hipótesis.
Esto es sorprendente porque el Reglamento Federal sobre Investigaciones en Caso de Incendios establece la obligación de investigar si hay residuos de termita en los restos de cualquier incendio. ¿Por qué no se siguió ese lineamiento en el caso del WTC?
Hoy la tesis sobre el uso de explosivos en el WTC tiene más credibilidad que nunca. Steven Jones, físico de la Universidad Brigham Young, ha publicado los resultados de sus investigaciones sobre muestras de polvo recogidas en la vecindad del lugar de la catástrofe (www.journalof911studies.org). La conclusión es tajante: los datos revelan la presencia de violentas reacciones químicas y exotérmicas en el momento de la destrucción de las Torres Gemelas.
El estudio de Steven Jones y un equipo de científicos incluye un análisis de las partículas encontradas en las muestras de polvo con microscopios electrónicos de barrido (SEM, por sus siglas en inglés) y métodos de espectroscopía dispersiva de rayos-X (XEDS, por sus siglas en inglés). El énfasis de la investigación está en la firma química de partículas contenidas en las muestras.
La investigación encontró microesferas con un alto contenido de hierro y silicatos. El diámetro de estas esférulas es variado, desde un micrón hasta 1.5 milímetros. El primer hallazgo es que esas microesferas de hierro y silicatos sólo pudieron ser el resultado de muy altas temperaturas: el punto de fundición del hierro y del óxido de hierro se alcanza a los mil 538 y mil 565 grados Centígrados respectivamente. Los alumino-silicatos se funden a los mil 450 grados C.
Hay otras evidencias de temperaturas muy elevadas en el desplome del WTC. El análisis de Jones revela la presencia de fibras y partículas cubiertas con finas capas que contienen óxido de plomo, lo que sugiere que muy altas temperaturas provocaron la evaporación, oxidación y condensación de plomo, asegurando la fijación en las fibras o partículas de las muestras de polvo. La temperatura para volatilizar el plomo es de mil 740 grados C.
Ahora bien, si la temperatura en los incendios en el WTC nunca rebasó los mil 100 grados C (algo en lo que NIST está de acuerdo), ¿de dónde provinieron las altas temperaturas necesarias para producir esas microesferas?
La formación de estas microesferas revela que también se requirieron perturbaciones externas violentas para generar estas formaciones. Esas perturbaciones apuntan en la dirección de diversos tipos de reacciones químicas explosivas que pudieron haber sido empleadas en el WTC. La utilización de explosivos como la llamada termita y la súper-termita (termita nano-reforzada) podría explicar las muy altas temperaturas, así como la permanencia de las mismas firmas o huellas químicas (hierro, aluminio y azufre) que fueron encontradas en las muestras de polvo analizadas por Jones.
Hoy la evidencia es determinante: se requiere una investigación completa, con todos los recursos necesarios para poner a descansar para siempre los rumores sobre el uso de explosivos en el WTC. Esa es la conclusión de Steven Jones y sus colegas. Me parece razonable.
Si usted tiene dudas sobre toda esta historia y no está convencido, lo comprendo. Como usted piensan millones de personas. Creen lo que nos dijeron los medios de des-información. Pero le recomiendo una cosa. ¿Por qué no checa lo del derrumbe del WTC 7? Exacto, no hay que olvidar el WTC 7: una construcción de 42 pisos que no recibió el impacto de ningún avión, pero se desplomó ese mismo 11 de septiembre a las 4:30 pm, con perfecta simetría sobre su propia huella. Y si después de revisar la información sobre el WTC 7 todavía sigue creyendo en la versión oficial, pues tendrá que recordar uno de los Cuartetos de T. S. Eliot: “Sí, si, si, dijo el ave. La humanidad no soporta por mucho la realidad”.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario