martes, octubre 07, 2008

Como Saturno devorando a sus hijos, el sistema económico mundial se atraganta con sus propias tripas podridas: El gran monstruo -los Estados Unidos- vomita sus fétidas entrañas y plaga en su macabra indigestión a las economías que comparten el tóxico banquete. “Mercado no sana mercado”, acaba de reconocer el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn. El más alto ejecutivo del organismo que, junto con el Banco Mundial, avasallaron imperialmente a las economías periféricas con sus doctrinas y praxis librecambistas, tocó a rendición, exigió reformar el sistema financiero planetario y exigió restituir el control reglamentario de instituciones y mercados. En medio del aterrador cataclismo, se abre el ansioso debate sobre ¿qué hacer?. En ese purificador proceso, no se sucumba ante el síndrome de Bizancio. Por encima de los enfoques ideológicos de los vencidos, la crisis es de sistema y dentro del propio sistema. No se permita la clonación del Frankenstein que agoniza. Puestos bajo alerta triple A, lo único que salvará al mundo es imaginar un nuevo Génesis.

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