Si de algo se puede vanagloriar el usurpador es de que en los meses de imposición chatarra de su desgobierno ya somos, junto a Irak, de los países más violentos del planeta. Pero con una gran diferencia. Irak es un país invadido y en guerra, aunque mucho no nos sea informado así por la telecracia. Mucho que puede suponerse como acciones de resistencia, de un pueblo digno, que pese a las declaraciones del quebrado Bush, sobre el fin de la guerra en Irak, es claro que ese fin no será verdad hasta que el último yanqui sea expulsado de la vieja y desangrada Babilonia.
Por Ricardo Andrade Jardí
Mientras el desempleo crece, la violencia se reproduce a lo largo y ancho del país y la policía federal asesina campesinos, sin ton ni son.
La Secretaría de Hacienda, que hace unos días declaraba seguras las finanzas del país, ya presenta un nuevo presupuesto y rumora la necesidad de analizar la macro economía. Demasiado tarde ¿no les parece?
La pregunta es: ¿con qué recursos garantizará el desmantelado Estado mexicano la seguridad económica que tanto pregona, con qué recursos garantizará el abastecimiento de alimentos en las zonas urbanas (que son las que más los consumen) si el campo está en quiebra y por lo mismo será incapaz de producir la demanda urbana; con qué recursos se puede garantizar que no desplome nuestro neoliberal sistema si dependemos en más del 80% de la exportación del desplomado vecino del Norte?
¿Con qué recursos nos garantizan la seguridad económica del país si el Estado está desmantelado y lo que queda aún en poder de él es violado en beneficio de las trasnacionales que no sólo no pagan impuestos sino que además son permisionarias que otorgan un servicio que es, según la Constitución vigente, responsabilidad y asunto exclusivo del Estado?
Que nadie se engañe. Cuando el gobierno espurio asegura que la economía está blindada es evidente que no está pensando en los más de 80 millones de mexicanos que no figuramos ni figuraremos jamás dentro de la pequeñita esfera del gran capital, de la macro economía, pues, que es la que volverán a rescatar, socializando la pérdida, nunca jamás la ganancia, auque con más dificultades, pues el FOBAPROA ya nos tiene suficientemente jodidos como para poder exprimirnos mucho más y el Estado desmantelado y despojado de sus recursos no podrá satisfacer los caprichos financieros de locales o extranjeros.
Es cuestión de meses, lo más (optimistamente hablando) para que empecemos a sentir los efectos dominó de la estrepitosa caída del “capitalismo democrático”. La pregunta es si lograremos, los mexicanos, crear los mecanismos de colectividad que nos ayuden a salir del atolladero o nos quedaremos esperando cien años más, si los sobrevivimos, a que alguien vuelva a decretar el fin de la historia, y nos traguemos el cuento, mientras cada uno ve por sí mismo, aunque esa visión sea el suicidio o el camino más corto y estúpido para llegar más dolorosamente al punto en el que hoy estamos, que pudiera ser también el punto de partida hacia la construcción de otro mundo más justo. Lástima que las “izquierdas institucionales” también se tragaron el cuento y en vez de prepararse para este momento estén tan ocupadas de salvar su pedacito de mierda dentro del “pastel” neoliberal.
La esperanza está en el urgente Despertar Ciudadano. Esperemos no quedarnos dormidos y recordemos como decía Bertolt Brecht que: “las revoluciones nacen en los callejones sin salida”.
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