Línea ágata
“Señores: Acudo a la cita que me han dado los maestros y estudiantes que luchan por la libertad, porque es una cita de juventud y de esperanza”.- M.R.M.R.
Por Juan R. Menéndez Rodríguez
El 2 de octubre de 1968, amable y estimado lector, seguirá siendo el emblema de una juventud crítica y consciente de las necesidades de transformación social y política que en ese entonces requería el país: un México marcado por el autoritarismo y la represión, una corrupción sin límites y el clásico presidencialismo.
A cuatro décadas de distancia, este movimiento estudiantil no puede reducirse a la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, pues constituye una referencia obligada en la historia contemporánea de la nación mexicana al marcar los nuevos rumbos ideológicos, enlazados internacionalmente a las propuestas de mayo del 68 en Europa y a las protestas en los Estados Unidos por la guerra de Vietnam.
Desde julio del 68 hasta diciembre del mismo año, la Ciudad de México se convirtió en el epicentro de las movilizaciones sociales, fueron meses de protestas que afectaron a diversas universidades, normales e instituciones de educación media y superior.
La represión ejercida propició una profunda crisis y una nueva forma política de llevar a cabo las acciones, además de manifestar la alianza lograda entre obreros, campesinos y estudiantes, dejando sólo al Estado con sus fuerzas militares y su búsqueda de silenciar lo que fue una insurrección como tal vez no la había desde los tiempos revolucionarios.
Crónica valiosa por veraz y testimonio puntual sobre todo el Movimiento Estudiantil del 68 y de su trágica manifestación ocurrida el 2 de octubre, fue la siempre Heroica Revista Por Qué?, único medio mexicano en cumplir con el pueblo de México, en general, estudiantes y maestros, en particular; testigo también del despliegue del Ejército y fuego de metralletas, imágenes de hechos que quedaron inmersos en la memoria histórica de hace 40 años, compartiendo los sueños y compromisos de una generación dispuesta a lograr un México distinto y a cuestionar los sistemas de gobierno y sus estructuras. La sociedad civil había despertado. Frente a casos como la matanza del 2 de octubre del 68, prevaleció el becerro de oro y la gigantesca conspiración del silencio echó su manto de olvido sobre los cadáveres de cientos de estudiantes y gente del pueblo. Cómplices de ese vil silencio son, desde entonces, mercenarios de la pluma hoy galardonados y distinguidos por la befa y la canalla espuria: los Scherer García, los Granados Chapa, etcétera.
En los análisis en torno a los logros del 68 destaca la influencia que tuvo respecto al surgimiento de la democracia y de los derechos humanos, sin hacer a un lado otras luchas populares, y al mismo tiempo se reconoce que México aún no ha llegado a ser un país verdaderamente democrático, además, seguimos inmersos en la corrupción y en un control de partidos políticos convertidos en gobierno.
“Tengo la sensación de que ocupamos el lugar abandonado por los líderes mexicanos que han permitido, paso a paso, en esta propia época, la violación de los derechos del hombre consagrados con sacrificio de un millón de vidas en los campos de batalla de la Revolución Mexicana; que ocupamos el sitio de los defensores de la República Federal y Representativa soñada por Morelos, defendida por Juárez, ampliada por los constituyentes en 1917, lo mismo que por los firmantes del Plan de Ayala”. (Fragmento del discurso pronunciado el martes 20 de agosto de 1968 en la Ciudad Universitaria por nuestro Director General, Mario Renato Menéndez Rodríguez, durante la asamblea estudiantil a la que no quisieron acudir los diputados de los partidos políticos reconocidos).
¿Cuáles habrían sido los impactos del movimiento? El conjunto de memorias de una generación, sus integrantes particulares y la sociedad donde se desenvolvía; la certeza de la importancia de la conciencia ética y moral; el principio del fin del presidencialismo y la urgencia de la vida democrática, y el hecho de propiciar un espíritu cultural a través de las letras, la música y el cine.
Sin embargo, prevalece una inquietud en torno a la memoria histórica de los mexicanos: saber si el 2 de octubre tiene el mismo significado y trascendencia para todos los jóvenes del país.
Se demostró que las generaciones actuales difícilmente conocen los hechos y no están informadas de las acciones del movimiento estudiantil que emprendieron sus padres y abuelos.
Lo que es más grave, parece no afectarles más allá de la Ciudad de México, dejando clara la división de los distintos sentimientos y lo diverso de la nación donde conviven varios puntos de vista, ideologías y una falta de espíritu crítico y de apropiación simbólica de los acontecimientos.
El “no se olvida” parece más un esfuerzo desesperado frente a la condición humana y sus fragilidades. ¿Cuántos jóvenes asesinados? ¿Cuántas familias invadidas por el dolor y la impotencia ante la ausencia del hijo? ¿Se lograron los objetivos?
Este “no se olvida” conlleva un doble mensaje: para el Gobierno y las formas de autoritarismo y represión, y para los jóvenes hacia quienes también puede provocar la reacción opuesta: recuerda que el manifestarte, pronunciarte, disentir o intentar el cambio social tiene un costo.
Por fortuna creemos que el país ha alcanzado un nivel de desarrollo capaz de no repetir la masacre y una sociedad civil dispuesta a no permitirlo, pero es necesario explicar a los estudiantes de qué forma pueden participar y tener un espíritu más crítico porque la memoria y sus mecanismos funcionan de múltiples maneras.
Eran tiempos de valentía e idealismo, había irreverencia e imaginación, el poder que ofrece la identidad. Hoy representa un recuerdo doloroso e indigno por las vidas desaparecidas y violentadas en una reunión pacífica, así como por la impunidad de los hechos. ¿Dónde ha quedado esa juventud impetuosa que nos enseñó el camino de la lucha, la resistencia crítica y la voluntad del enfrentamiento ante la injusticia?
Actualmente pareciera vivirse lo contrario, porque la crítica y la disidencia conducen a la censura, al castigo sutil de la discriminación y el rechazo social, no estamos seguros de cómo se ha aprendido el significado de esta movilización histórica, pero se espera que los jóvenes no permanezcan en el silencio, tomen conciencia y busquen una necesaria transformación.
Finalmente, sí quisiéramos reiterarle, amable y estimado lector, que no hay oro en el mundo que corrompa el espíritu y el alma de los periódicos POR ESTO!, tal y como lo afirmara hace cuatro décadas nuestro Director General, Mario Renato Menéndez Rodríguez, entonces al timón de la Heroica Revista Por Qué?
jrmenrod@hotmail.com
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